Diario de Valladolid

EDITORIAL

El pacto sanitario exige partir de cero

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EN POLÍTICA, igual que en el resto de los órdenes de la vida, un pacto o un acuerdo tiene que tener su origen en el consenso y este sólo es posible si todos los agentes involucrados participan en fraguar ese acuerdo desde sus orígenes. Parece inexplicable que esto haya que explicárselo a quien ofrece un pacto por la sanidad en Castilla y León. Un pacto necesario para que deje de utilizarse un servicio público tan sensible como instrumento político, por unos y por otros. Por los que gobiernan y por los que están en la oposición. Pero la Consejería de Sanidad, seguramente por la inexperiencia política de su titular, ha empezado el pacto por el tejado. Primero ha hecho un plan para reformar la tan delicada sanidad rural y luego ha pedido que la respalden todos. Se ha encontrado con que esa reforma, encaminada al cierre de consultorios rurales, de entrada la rechazan todos. Es lógico. Nadie va a apoyar algo que todavía no sabemos en qué va a consistir. Ese es el otro gran error, haber instalado al departamento de Sanidad de Castilla y León en un foco constante de confusión, fortalecida por aseveraciones y desmentidos constantes.

Es preciso no sólo la transparencia, sino fundamentalmente la claridad. Porque esos planes además de conocerlos los profesionales, los gobernantes y los agentes sociales, antes de ponerlos en marcha los tienen que conocer los ciudadanos, que son los sujetos esenciales de los servicios públicos.

Fundamentalmente porque son los que lo sufragan con sus impuestos y luego se benefician o los sufren en función de su eficacia. La oferta de un pacto sanitario es tan acierto de la consejera Verónica Casado, como desacertada es su formulación e intento de ejecución.

Pero está a tiempo de salir del atolladero en que se ha metido ella y está metiendo al ejecutivo autonómico. Para eso hay que empezar de cero. Incluso aparcando el plan piloto que para esa reforma rural hay previsto en la comarca zamorana de Aliste. Como dice el sucedido, cuando todos los coches vienen de frente, es más que probable que el que va en sentido equivocado sea uno y no todos los demás. Lo más oportuno es, como en el caso del conflicto de las 35 horas, que el presidente del ejecutivo, Alfonso Fernández Mañueco, tome las riendas de ese pacto sanitario para encauzar la situación, devolviendo el asunto a su punto de partida. No por el bien del gobierno ni de la política. Fundamentalmente por el bien de los ciudadanos. Mañueco tiene experiencia sobrada en negociaciones y acuerdos. Es la hora del presidente de la Junta.

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