Diario de Valladolid

Redacción de Valladolid

El grito de los pueblos

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LA REVUELTA de la España vaciada llega pasado mañana a Madrid. Castilla y León es el paradigma de esta marcha de los pueblos que están hartos de tener menos derechos que los urbanitas de las megaciudades creadas por un modelo que niega derechos a estos ciudadanos «por ser pocos».

Soria encabezará la marcha del domingo con sus camisetas blancas que delatan la nada y el vacío. El colectivo ‘Soria Ya’ ha sabido mantener viva la llama de la lucha contra la marginación y el ninguneo. Cuando viví en ese paraíso natural casi desierto de personas escuchaba con demasiada frecuencia que la población soriana cabía en el Bernabeu. Pero la sorpresa no se convertía entonces en indignación.

Castilla y León lidera todos los años la pérdida de población en un proceso imparable de agotamiento de los pueblos que se vacían por el envejecimiento, la falta de natalidad, la ausencia de oportunidades, la carencia de infraestructuras viarias, ferroviarias y de telecomunicaciones, la negación de servicios educativos, sanitarios, sociales…

Castilla y León hoy tiene la menor población de su historia y el INE le augura 200.000 menos en catorce años. No hay comunidad en este país que sea tan representativa de la España vaciada, donde las mujeres emigran y dejan pueblos masculinizados. Todas las provincias de la Comunidad perderán población de aquí al 2033, pero ésta será muy aguda en Soria, en Zamora, en Salamanca y en León.

«Ser pocos no resta derechos», reivindican los más de ochenta colectivos que este último día de marzo gritarán a las puertas del Congreso. Son quejas que se enfrentan a ese modelo urbanita donde manda la productividad por encima de cualquier principio constitucional de igualdad de derechos y oportunidades

Estoy seguro de que la clase política más responsable mirará para otro lado este domingo, aunque la Revuelta de la España vaciada les obliga con su esta nueva lucha por la igualdad y contra el abandono de quienes están hartos de que les esquilmen sus recursos, los humanos y los económicos.

Todos los diagnósticos se han hecho ya. Ahora falta obligar a los políticos de todos los ámbitos a que abandonen su zona de confort y asuman con decisiones urgentes que hay que salvar a los pueblos con otra forma de abordar la sanidad, el abastecimiento diario, las infraestructuras, la economía. Un nuevo modelo es posible. Luchar por salvar la riqueza de los pueblos y no resignarse es ya un grito de esperanza.

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