Diario de Valladolid

KO al DNI

Jana Villacorta (10 años) y Emilio Antón (58) demuestran que no importa la edad para ponerse los guantes y comenzar en el boxeo / A pesar de la diferencia de edad, comparten entrenamientos en el Club Boxeo Diablo

Jana Villacorta y Emilio Antón lanzan un directo antes de comenzar un entrenamiento en el gimnasioImpacto, donde entrenan.-PABLO REQUEJO

Jana Villacorta y Emilio Antón lanzan un directo antes de comenzar un entrenamiento en el gimnasioImpacto, donde entrenan.-PABLO REQUEJO

Publicado por
Guillermo Sanz

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En el salón de la fama del boxeo hay dos reyes que fueron capaces de noquear en el primer asalto a su DNI. Un documento de identidad con nombres y apellidos: Wilfred Benítez y Bernard Hopkins. El portorriqueño se convirtió en 1976 en el púgil más joven en proclamarse campeón del mundo, con 17 años, tras derrotar a Antonio Cervantes. En la otra esquina de este histórico ring se encuentra el norteamericano, que se convirtió a los 45 años en el campeón mundial más veterano. Dos palos de la baraja que demuestran que sobre el ring no existe la fecha de caducidad.

Lejos de los grandes cuadriláteros la constante se mantiene inalterada. La mejor lección para explicar esta realidad la sirven en el gimnasio Impacto de Laguna de Duero, donde comparten entrenamientos la joven Jana Villacorta, de diez años, y Emilio Antón, de 58. Dos polos opuestos que se sienten atraídos por la intensidad del boxeo, deporte que practican al abrigo del campeón mundial de kickboxing Bernardo Marbán en el Club Boxeo Diablo.

La benjamina del gimnasio destila energía en cada entrenamiento. Ha descubierto joven su deporte; un deporte que «llevaba cuatro años demandando», como asegura su madre, Vicky García, pero vetado hasta septiembre de este año. «A la gente le llama la atención que haga boxeo, pero nadie se ha echado las manos a la cabeza. Es lo que ella quiere hacer y es un deporte como otro cualquiera. Si su madre hace rugby (en el CR Arroyo) ¿Por qué no va a hacer ella boxeo?», pregunta Vicky García retóricamente.

Jana lo tuvo claro desde el principio. El boxeo era para ella. «Me gusta la defensa, pero lo que más me gusta es golpear a las manoplas», confiesa la joven púgil, que responde a su madre: «Ahora es ella la que quiere probar y soy yo la que no la dejo, por no dejarme venir antes», bromea Jana, que admite que sus amigas «todavía no se creen» que practique boxeo.

La pequeña boxeadora tiene en Laura Pequeño, campeona de España, un modelo a imitar desde que la vio el primer día de clase. «Al principio me valió con sus guantes rosas. Ahora me gustaría competir», asegura. Aún queda mucho tiempo hasta que pueda subir las escalerillas de un ring. El contacto y los combates de momento no entran en la hoja de ruta de sus entrenamientos, los cuales comparte con el resto de la clase. Si algún día llega el debut, su familia estará para apoyarla: «Ella ha elegido este deporte con todas las consecuencias. Si mañana dice que quiere subir al ring, yo la acompañaré hasta el fin del mundo», asegura su madre.

Los sueños del ring no los comparte con su compañero de entrenamiento, Emilio Antón, aunque ambos han sentido a la vez el magnetismo del boxeo, que el novel veterano comenzó a sentir hace dos meses. «A mí el boxeo siempre me ha encantado. Recuerdo ver combates en la tele con mi padre, porque antes sólo daban boxeo, fútbol y toros. Hace un par de años Bernardo Marbán me invitó a ver una velada y me quedé maravillado con la técnica que tienen. No es como el boxeo de antes, que era darse de mamporros. Me quedé entusiasmado», admite.

Marbán reclutó para la causa a un hombre que empezaba a escribir, a sus 58 años, una nueva historia desde cero. «Yo nunca he sido de gimnasio. Yo era pescador y soy cazador, me encanta el campo», reconoce Antón, que ha dado caza a una presa única: «Me picó pronto el gusanillo de saber a dónde puedo llegar. Poco a poco voy cogiendo forma física, he perdido tres kilos y me encuentro muchísimo mejor», reconoce Emilio Antón, que desvela la fórmula para disfrutar de este deporte. «Lo importante es no ponerte límites. No vas a pegarte un palizón, pero te lo tomas en serio y, en el momento que te picas, cada día estás más encantado».

Tras las dudas iniciales en casa llegó la calma lógica tras poner cara a lo desconocido: «Mi mujer me decía que tuviera cuidado, pero ahora ve que el día que no vengo lo echo en falta», asegura el senior del Club Boxeo Diablo, que reconoce salir «encantado cuando hay combates, porque estás más activo y ves la evolución», pero que muestra su predilección por la técnica: «Me hubiera gustado empezar antes a practicar boxeo, pero no para subir al ring. En dos meses no he pegado aún un porrazo al saco: aquí prioriza la técnica. Bernardo intenta meternos en la cabeza que saber moverse es más importante», admite un púgil sin caducidad que ha encontrado entre guantes la fuente de la juventud: «El ambiente que hay aquí me hace sentirme joven», concluye.

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