Es necesario un plan eficaz contra el fracaso escolar
LA ATENCIÓN al fracaso escolar es una asignatura pendiente en el sistema educativo español. El porcentaje de jóvenes que está escolarizado en el curso que le corresponde por edad es del 68,3% en la Comunidad autónoma, un porcentaje similar a la media nacional. Por el contrario, casi el 32% de los alumnos de Castilla y León repite curso antes de cumplir los 15 años.
El porcentaje de repetidores va aumentando en la medida en que avanzan los cursos y por lo tanto la dificultad académica. En el caso de la Enseñanza Primaria, el sistema regional parece más exigente y se produce un mayor número de alumnos repetidores.
El anuncio del Gobierno de abordar negociaciones para un pacto educativo contempla también la iniciativa de establecer un plan de choque contra el fracaso y abandono escolar, en el que prevé eliminar los polémicos ‘itinerarios’ en cuarto de la ESO y la garantía de que cualquier opción curricular conduzca a la misma titulación para todos los estudiantes. Además, el plan contempla medidas previas a la repetición y que esta decisión corresponda de manera colegiada a la junta de evaluación.
La repetición de curso se plantea como una medida excepcional que requerirá en su caso un plan individualizado con opciones y posibilidades que dificulten el abandono y faciliten la continuidad del proceso educativo.
El plan del Gobierno ha suscitado más simpatías que rechazo por parte de la Comunidad educativa. No así por parte de la Junta que descarta analizar los nuevos planes, pero advierte de que deben consensuarse con las comunidades autónomas que son las que tienen las competencias.
Castilla y León, posiblemente la comunidad líder en educación primaria y secundaria, y el conjunto de las comunidades autónomas se juegan mucho en estas decisiones, que no sólo deben buscar la eficacia en cuanto a resolver el elevado fracaso escolar, sino también el consenso con la comunidad educativa y los Gobiernos regionales.
Hay un acuerdo teórico de todos los partidos sobre la necesidad de un pacto educativo, pero hasta ahora lograr este objetivo deseable ha sido más que imposible.
Además, en los planes avanzados no se ha precisado el presupuesto que lleva a establecer este tipo de medidas contra el fracaso escolar. Todo eso se diseña a nivel central, pero luego toca ejecutarlo a las comunidades autónomas, por lo que es más que imprescindible el máximo consenso y trabajo en común desde el principio.
Las iniciativas de los sindicatos, que teóricamente conocen la realidad diaria de los profesiones con los alumnos, no debe caer en saco roto. Si se quiere que el plan contra el fracaso escolar sea eficaz debe contar con el máximo apoyo posible.