Diario de Valladolid

FRAN SARDÓN

Entretenimiento y política

El autor considera que la política es entretenida, pero advierte de que «la buena política» debe seducir al ciudadano y aportar luz y razón. No sirve un mal guión ni una frase machacona porque eso solo consigue hastiar al ciudadano, distanciarl

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Decían de él, los que le conocieron en persona, que era un tipo arrogante, quizás fuera cierto, pero lo que sí parece innegable es que sabía hacer películas y que las hacía con bastante humor y mordacidad. Entendía al público, pero a nivel artístico solo hizo una concesión cuando afirmó que las tres claves que tenía que cumplir una buena película eran: entretener, entretener y entretener.

Bien mirado, quizás no fuera ni una concesión. El cine tiene que ser ameno, es una forma de contar historias a través de imágenes y para llegar al público tienes que entretener con independencia del género en el que te emplees para hacer llegar tú mensaje.

La política puede que sea como una película de cine en el sentido de que si sabes entender al ciudadano, sabes contar una buena historia y sabes entretener al mismo tiempo, puedes convencer a muchas personas para poder hacer cosas que sean importantes para mejorar la convivencia de todos.

La política esa ciencia o arte u opinión referente al gobierno de los estados, al gobierno de los ciudadanos, la política que hace referencia al tanteo de la concordia, que hace alusión a la búsqueda de un camino por el que puedan transitar todas las personas, la buena política, la política de verdad, la ciencia que sirve para convencer al mayor número de personas de que hay una senda franca por la que podemos caminar todos en busca de nuestros sueños.

En esa política con mayúsculas no vale con convencer, hay que persuadir entreteniendo y no me refiero, como seguro que entienden, a los rifirrafes que se organizan en algunas galeras televisivas o radiofónicas. Cierto es que el bueno de Billy, ese tipo que sufrió y entendió como nadie a la gran Marilyn, cultivó las comedias de enredo, pero lo hizo utilizando unos admirables guiones y unos soberbios diálogos, no confundir con las soeces riñas y pataletas y amenazas que acontecen en algunos patios mediáticos que obedecen a otro tipo de guiones.

Cabe preguntarse si la política en sí es entretenida, y yo al menos respondo a esta cuestión que sin ninguna duda. De lo contrario cómo nos explicaríamos que Pericles hiciera grande a Atenas si no fue a base de una oratoria rica, entretenida e intensa como era la palabra del Abraham Lincoln, lean el famoso discurso de Gettysburg. ¿Acaso no estaba entreteniendo e ilusionando a los ingleses un personaje del primer orden histórico con Winston Churchill para convencerles de que había que resistir a base de ‘sangre, sudor y lágrimas’ las embestidas de los nazis? ¿Y cómo fue posible que miles y miles de personas escucharan en silencio, atónitos y entretenidos aquel discurso de diecisiete minutos el 28 de agosto de 1963, el discurso que ilusionó y convenció a millones de personas sobre un tipo de convivencia basada en principios de igualdad de derechos y oportunidades. A día de hoy, miles y miles de alumnos leen ese discurso de una forma amena y entretenida y se convencen y emocionan.

La buena política es la que seduce al ciudadano, la que brinda luz y razón y no la que a base de repetir un mal guión o una lamentable frase pretende convencer por insistente y machacón, aunque lo que realmente consigue es hastiar hasta la saciedad a los ciudadanos que poco a poco se van distanciando y desconfiando de la política.

Llevamos una buena temporada viendo la misma película en el panorama político y si al menos fuera, no sé, se me ocurre ahora Atrapado en el tiempo, pues quizás no nos importaría, aunque hay ciertas similitudes con lo que estamos presenciando, pero es que llevamos muchas semanas ‘enganchados’ a un serial tedioso que bien se podría titular: ‘Lo que el ventilador se llevó’. ¿De verdad estamos entendiendo al ciudadano? ¿Le estamos ilusionado con palabras y discernimientos que nos ha de encaminar hacia un futuro mejor? ¿Los ataques y descalificaciones personales, el ‘tú más’ y ‘tú también’ son los argumentos principales de la película que nos quieren contar. Si es así se puede llegar a entender la crisis por la que está pasando la industria y las salas de cine.

Algunas de las películas que emiten hoy no soportan la más mínima comparación con el cine que se hacía en ‘La época dorada’ de los años cincuenta y sesenta. ¿Se imaginan que encargaran a Billy Wilder hoy realizar una película sobre la política que se está llevando a cabo hoy en día con el inteligente humor que empleó, por ejemplo, en La tentación vive arriba y al mismo tiempo le marcaran como principal premisa que fuera una película entretenida? Quizás la primera respuesta de Billy fuera que no estamos entendiendo al público –al ciudadano– y su arrogancia y testarudez le hicieran negarse a llevar a buen puerto tan singular encargo, ya que difícilmente impediríamos que la gente, el público, el ciudadano, bostezara.

Fran Sardón es presidente de PREDIF (Plataforma Representativa Estatal de personas con Discapacidad).

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