Diario de Valladolid

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CUANDO uno tiene que dar muchas vueltas para explicar algo, cuando necesita de demasiados circunloquios y subordinadas para justificar el porqué de una decisión y cuando precisa atacar al resto para defender lo suyo, una de dos, o no se cree lo que está defendiendo o es indefendible o ambas cosas.

Eso es justo lo que le está sucediendo a Pablo Fernández con la incoherencia de Pablo Iglesias e Irene Montero y su lujoso y millonario chalé. Fernández es un político íntegro que ve cómo a su alrededor los suyos no lo son tanto o, al menos, no tanto como él pensaba cuando decidió embarcarse en esta aventura de la política. Pero, además, es leal y esa lealtad es la que le impide plantar a Pablo Iglesias y decirle hasta aquí.

Y es que por más vueltas que quiera darle el líder de Podemos en Castilla y León, por más explicaciones que busque, lo de Iglesias y Montero, Montero e Iglesias es una incoherencia con lo que Podemos ha venido defendiendo. No una contradicción porque se contradicen las palabras y los hechos, no los principios. Cuando eso sucede, cuando lo que se defiende en los principios de la formación a la que se representa no concuerda con lo que uno hace en su vida, cuando se traicionan lo que se está cometiendo es una incoherencia, por más que Pablo Fernández se empeñe en hablar de contradicciones. Solo una pregunta, ¿Pablo Fernández se compraría un chalé como ese si estuviera en las mismas circunstancias que dice tienen Irene Montero y Pablo Iglesias? Me atrevo a decir que no, con la misma rotundidad con la que califico como desvergüenza lo que se está viendo en la comisión de investigación de las cajas de ahorro en las Cortes de Castilla y León.

A la desvergüenza de que el Partido Popular y el socialista se aliaran para impedir la comparecencia de procuradores en ejercicio como José Francisco Martín, que vivieron años y años de las suculentas dietas que recibían por estar en los consejos y no hacer nada, se le suma la desvergüenza de aquellos que fueron directores generales y directores de riesgos de las entidades. Personajes que tienen la caradura de asegurar ahora cosas como que la fusión de EspañaDuero no era viable o que el ex presidente de Caja Burgos, José María Arribas, era una reina madre que todo lo mandaba. Estos que callaron durante años mientras se lo llevaban puesto con sueldos millonarios vienen de dignos a querernos hacer creer que ellos nada sabían ni mandaban. Ya está bien de tanta desvergüenza.

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