Diario de Valladolid

HOCKEY LÍNEA / CPLV

El reino de las Copas

El CPLV se ha convertido en el club más laureado de Valladolid gracias al trabajo con una cantera que alcanza el millar de jugadores / El espacio, única limitación a la hora de crecer

Integrantes del equipo alevín del CPLV.-E.M.

Integrantes del equipo alevín del CPLV.-E.M.

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Guillermo Sanz

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Ni es un reino muy lejano, ni el castillo se levanta en un mundo de fantasía. Aunque tiene linaje real, el perfil del Club Patinaje en Línea Valladolid es el de un humilde trabajador que con esfuerzo levanta su propia fábrica; una factoría que genera éxitos en cadena. El mono de trabajo es el uniforme oficial de un ‘rey de copas’ que reserva su corona para lucirla en ocasiones especiales.

Desde que las ruedas comenzaran a moverse en el año 1995, el CPLV se ha deslizado con maestría por un campo de trofeos. Su vitrina de trofeos ha tenido que ampliarse para dar cobijo a una cueva del tesoro repleto de copas. Copas de Europa, Ligas Élite y Oro y Copas de la Reina y del Rey (la última conseguida este mismo año en Canterac) dan al club vallisoletano el título de ‘Rey de Copas’. Algo que sonaba a quimera cuando hace casi 25 años el club empezaba a funcionar con ocho personas y toneladas de ilusión.

Que los mayores se doctoren con calificación ‘cum laude’ es el fruto lógico de convertir a los pequeños en alumnos aplicados... y el éxito es una asignatura troncal. Las categorías inferiores aglutinan una cuarentena de trofeos nacionales (el último la Liga Nacional infantil). A pesar de ello, el club es consciente de que los trofeos son una línea en la historia, pero que ésta quedaría vacía de contenido sin la primera premisa perseguida: promocionar la práctica del hockey línea. Más de mil niños de todas las edades acuden a una universidad en la que se gradúan campeones. Una universidad al que el factor espacio le pone una zancadilla que le impide crecer más rápido: «Hemos pasado la cifra de los 1,000 jugadores. El problema está a nivel de instalaciones. Llega un momento en el que no puedes tener más niños. Si un niño destaca va a Los Cerros y de ahí pasa a Canterac, que ya no da para más», asegura el presidente del club, Ángel Ruiz, que promete que el club seguirá creciendo a pesar de esta problemática.

La semilla del CPLV se reparte más allá de los límites de Canterac, campamento base del club presidido por Ángel Ruiz. Desde que la palabra del stick comenzara a propagarse desde el Colegio Cardenal Mendoza, el primero en apostar por el hockey línea, el patinaje ha logrado ser recibido en colegios y pueblos de toda la provincia. Íscar, Zaratán, La Cistérniga, Tudela, Arroyo o Vallelado son algunos de los municipios que se han abierto al hockey. Entre capital y provincia, el escudo del CPLV se reparte entre competiciones federadas (Ligas autonómicas y nacionales), Juegos Escolares de la FMD y Juegos Escolares de la Diputación.

Estos jóvenes jugadores saben que tienen hueco en el pico de la pirámide. La cantera no es un ente autónomo de los primeros equipos. 16 de los 20 jugadores del equipo masculino y el 100% de las Panteras han sido amamantados deportivamente por el CPLV, eso abre una ventana con vistas a los sueños de los canteranos: «Lo ven como un espejo donde mejorar. La gente dice... ese chico entrenaba donde estoy yo ahora y juega en el primer equipo», explica el directivo. Los éxitos de los primeras espadas se han convertido, además, en un reclamo para convertir el hockey en un pequeño fenómeno de masas en Valladolid. «Nuestro deporte es minoritario. Un chaval casi no puede ver partidos por la tele. Si no estás ahí no eres noticia, pero si consigues un título te da una notoriedad... y eso puede ser atractivo», entiende Ángel Ruiz.

Uno de las mejores cartas en la baza del CPLV es, sin duda, su equipo técnico. A Olmo Ercilla y Andrés Portero se les han sumado varios compañeros dispuestos a ayudar a exprimir el fruto del futuro: «En el apartado de entrenadores, cada vez hay más y el nivel es mejor. Es un área muy importante. Queremos potenciar e invertir en formar monitores, para transmitir todo lo técnico, pero también todos los valores», resume Ángel Ruiz.

La cantera ha sabido adaptarse al paso del tiempo, una carrera en paralelo al reloj en la que el paisaje ha pasado de ser casi un edén a convertirse en un campo de batalla en el que la competencia es cada vez más feroz. El CPLV ha sabido subir de rango y, tal vez por eso, los jugadores y las jugadoras salidas de la factoría del club se han convertido en un filón de perlas para la selección española. La cantera es capaz de subrayar por sí misma su nombre desde que hace 15 años Ignacio Pascual y Mariano González fueran los primeros en vestir la camiseta de España. Un año después, las chicas escucharon la llamada de la selección y una manada de diez de Panteras acudían al Mundial de Ontario. Desde entonces, el club ha sumado medio centenar de internacionales a sus historial. Palabras mayúsculas para un club que nació para ser guerrero.

Integrantes del equipo alevín delCPLV.

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