Diario de Valladolid

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AHORA que el personal se ha gastado todo el turrón en esforzarse por convencer al prójimo de que lo más importante no es la propia presencia del familiar y el amigo, el ajetreo de la criba permite comprobar algunas perlas que se precipitan por razones de peso. El peso que la ostentación, la banalidad, la frivolidad y el exhibicionismo buenista poseen en una sociedad dispuesta a aportar gran parte de sus recursos, entre ellos el tiempo, para crear apariencias. Allí donde la realidad pidió una larga excedencia.

En el índice Jijona, por llamarlo de alguna manera, aparece en primer lugar el dar de comer a los pobres. No, tranquilos, no me refiero a esas instituciones, dignas, serias y desinteresadas que acogen con discreción a los desfavorecidos, o entregan una cantidad de dinero para que en Nochebuena tengan algo que llevarse a la boca, sentados en sus sillas, junto a la mesa familiar de toda la vida, y con la foto de quienes ya no están por aquí presidiendo la cómoda del salón.

Hablo de la exhibición de bondad culinaria -pobres al fondo de la escena-, de la representación tragicómica de cómo saciar bocas hambrientas. De esa caridad (ahora lo llaman ideológicamente solidaridad) en la que la mano derecha no sólo sabe, y muy bien, lo que hace su mano izquierda, sino que echan de menos una tercera mano para poder hacerse un selfie en pleno éxtasis de mediática y desbordante generosidad.

La conciencia social deben ponerla en práctica la administración, los grupos humanos y, si les apetece, los individuos. Ahora bien, esas iniciativas tan parecidas, salvando las distancias geográfica y de parafernalia, a las de Brad Pitt y compañía, conllevan una impúdica manera de acercarse a un problema dramático y profundo.

Este buenismo de glucosa y autofotos tan sólo es la demostración de la complacencia de quienes, en muchos casos, consideran que más allá de la obligación ética de socorrer al necesitado, ostentan algún derecho de ser reconocidos (y promocionados) en una suerte de concurso de baterías de cocina con los desfavorecidos como público obligado y gratuito.

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