Diario de Valladolid

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Todavía resuenan los ecos de las discusiones en torno al ritual del Toro de Vega. Los gritos de uno y otro lado. Los insultos. Quienes se hayan preocupado por saber algo más de este rito habrán descubierto, no sin sorpresa y desconcierto en el caso de algunos, que –aunque vetusto– el torneo’ estuvo sin celebrarse durante los años 50 por prohibición de los dirigentes franquistas. Si se hurga un tanto más, uno también se encuentra con que en la misma década hubo serios intentos por parte del gobernador civil de Soria de erradicar las «escandalosas expresiones populares» que tenían lugar durante los Sanjuanes. Y que el propio Fraga Iribarne prohibiría durante su etapa de ministro, en 1963, la celebración de otra «tradición» soriana: El Toro Jubilo de Medinaceli.

Parece que la incomodidad ante la crudeza de ciertas festividades tenidas como tradicionales no es una actitud exclusiva de ilustrados impositivos o compasivos izquierdistas. Ese desasosiego y necesidad de encauzar aquellas manifestaciones de lo popular que a muchos pueden resultar «bárbaras», ha alcanzado –de los administradores del poder a abajo– a varios sectores a lo largo del tiempo. Sin embargo, los que se horrorizan porque se reivindique a tales expresiones como parte de una cultura no quieren aceptar que las culturas no son en sí mismas buenas o malas, que la cultura no es sólo ese alimento del alma consistente en ir al cine o leer libros. Cultura también es ‘eso’. Otra cosa será que, con el toro alanceado del certero chiste de Forges, nos preguntemos qué clase de cultura es esa y si queremos (o debemos) mantener determinadas prácticas culturales cara al futuro.

El otro gran equívoco viene de identificar a la tradición con una «sustancia cultural» en vez de con el medio de transmisión de las culturas que, en realidad, es. Y defender la bondad de algo porque se trata de una «tradición». A quienes hacen esto se les puede decir con Pío Baroja: ¿A qué andar buscando (lo tradicional) en el guardarropa si lo que buscáis es el roquete del sacristán?

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