Diario de Valladolid

Redacción de Valladolid

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LA Marcha Blanca ya es historia. Antes que ella fueron otras las que tiñeron, en ese caso de negro, las carreteras españolas. De León a Madrid para conseguir ser recibidos por la ministra de Agricultura, que no pasó de recoger una por una sus propuestas, con el argumento de que en ello estaba, aunque poco o nada se le ve.

Claro que es mucho más de la desvergüenza del clon de Aznar que dirige la cartera de Industria para con los mineros, a los que desde entonces no ha cejado en su empeño por acabar con ellos y con un sector en el que no cree.

Que no se escude ahora el Gobierno en Europa, como viene haciendo con el carbón.Entre otras cosas porque ese fin de la cuota láctea que tiene en jaque a los ganaderos fue aprobado en Bruselas con el apoyo del PP europeo y de este Gobierno.

Si el sector primario, la agricultura, la ganadería, el campo en general es tan fundamental como presumen y se les llena la boca cada vez que se suben a un tractor o se acercan a una vaca en cualquier feria, que lo demuestren, que actúen como por ejemplo ha hecho Francia para defender a sus ganaderos. Esta vez no pueden ni agarrarse a la excusa de la herencia de Zapatero, esa que les está viniendo tan bien cada vez que hay un problema. Es hora de pasar de los postureos y de la palabrería más propia de campañas electorales, esas que los ciudadanos sufren dos y tres cada año, como es el caso, a las acciones que vengan a rescatar al sector lácteo de la voracidad de la industria. Ya no hay excusas.

Como tampoco las puede haber para que se cumpla la Ley de Memoria Histórica. Le guste o no al Gobierno del PP es una norma de obligado cumplimiento, al mismo nivel que todas a las que ellos se agarran para defender muchos de los sinsentidos de su gestión o cargar contra la deriva independentista catalana.

Mantener en pie monumentos que ensalzan fascistas como Onésimo Redondo en Valladolid es un insulto, además de una ilegalidad manifiesta que el Ministerio de Industria, otra vez el clon de Aznar, no se puede saltar a la torera por poco o nada que le guste la Ley de Memoria Histórica.

Esto no es el me quiere o no me quiere, me gusta, no me gusta de los enamorados. Las leyes se cumplen todas y no sólo las que gustan. Porque si de gustos se trata, a nadie, ni siquiera al consejero de Educación, le agrada el despropósito de esa rancia Lomce y la aplica, le guste o no.

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