Diario de Valladolid

Monumento a la dignidad de la cocina rural segoviana

Mercedes y Juan Luis, condos de sus clásicos platos de huevos fritos frente a Venta Pinillos.-

Mercedes y Juan Luis, condos de sus clásicos platos de huevos fritos frente a Venta Pinillos.-

Publicado por
Javier Pérez Andrés

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Ahí está viendo pasar el tiempo. Con la misma dignidad que un palacio o un castillo. Ahí sigue a la vera del camino cumpliendo un destino heredado. Sus ventanas vieron pasar las hileras de carretas con sus carreteros y por su puerta entraron arrieros, afiladores, o tratantes que iban a la feria de Turégano. Muchos trilleros de Cantalejo, pastores, vaqueros, gabarreros, conductores y pasajeros de diligencias. A pocos metros de su entrada, rodaron sin asfalto aquellos viejos camiones y la Serrana hizo parada. Se trata de un humilde edificio de una sola planta cargado de años y sin arrugas. La historia le puso venta por nombre y le marco una misión: dar comida caliente y cama al viajero. Lección que sigue suspendiendo la hostelería del siglo de las luces led.

Pongamos que escribo de Venta Pinillos. Hoy se siente el paso de coches y camiones que van y vienen de las industrias cárnicas del entorno. Y allí sigue parando la Serrana. Y la cocina abierta a diario con el fuego listo. Nieve, diluvie o queme el sol. Todo igual que en tiempos de Zurdo, su creador y de Cipriano y Justa que arrendaron la venta a sus sobrinos Eduardo y Victoria en 1904. Su hijo Vital se casó con Matilde, que era de Pinillos. Ella nos dejó la comanda centenaria y, paradójicamente, de rabiosa actualidad: «para comer, huevos fritos con chorizo y lomo». Su hijo Antonio y su nuera Julia continuaron con el destino de la venta. Ahora es su nieta, Mercedes, y el marido de esta, Juan Luis, quienes sirven en las mesas de las mismas estancias un menú cerrado: dos huevos con puntillas, lomo y chorizo.

Y es que Venta Pinillos está en territorio cárnico segoviano entre Cantimpalos, Pinillos de Polendos y Escobar de Polendos, al pie de la CL 603, de Segovia a Aranda de Duero.

Regreso al pasado de la cocina rural cuya comanda suena así de bien en 2019: -¿Que hay para comer? -Dos huevos con puntillas, lomo de olla y chorizo por supuesto de la tierra de Cantimpalos. Con pan, vino y postre. Si quiere, ¡también una ensalada!

-¿Qué le doy? -No más de 15 euros. Gracias, Mercedes, por defender con tanta dignidad y oficio de ventera y el último monumento a la cocina rural segoviana.

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