Diario de Valladolid

Bodega Finca Zerberos

El modelo tembleño de Daniel Ramos

Daniel Ramos y Pepi San Juan en interior de la bodega cooperativa donde elaboran sus vinos de garnacha y albillo real, bajo el amparo de la DO Cebreros, en El Tiemblo.-

Daniel Ramos y Pepi San Juan en interior de la bodega cooperativa donde elaboran sus vinos de garnacha y albillo real, bajo el amparo de la DO Cebreros, en El Tiemblo.-

Publicado por
Javier Pérez Andrés

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Daniel Ramos, ‘el australiano’, lleva más de 25 años elaborando en la zona de Cebreros, en Ávila. Ha marcado y guiado las conductas enológicas de cooperativas y bodegas particulares. Sus vinos obtienen el refrendo del mercado internacional. Daniel ha formado parte de todos los movimientos que han tirado de la viña y del vino en esta parte de Ávila. Hoy, su bodega, ubicada en El Tiemblo, está llena de metáforas. Además de sus célebres Zerberos: Viento Zephyros, Vino Precioso, Suaviñón, El Altar, Los Chorrancos, El Berraco y los Kπ White, Kπ Rosé, Kπ Amphorae, Berrakin…

Históricamente, El Tiemblo pertenece al ámbito geográfico de los vinos de Cebreros, en la demarcación trazada en los años 80 por el Ministerio a través de INDO (Instituto Nacional de las Denominación de Origen) y por la propia Junta de Castilla y León. Hoy, sus viñas entran dentro de la comarca vitivinícola abulense amparada con la Denominación de Origen Cebreros. Todo el término tembleño fue, hace décadas, un mosaico de majuelos repartidos por las laderas. Fiel reflejo de este cultivo es la existencia de un edificio, el de la cooperativa de vino, que ya pertenece al patrimonio industrial y es una seña de identidad de El Tiemblo. Se trata de la Bodega Cooperativa de San Antonio, construida por un grupo de viticultores a principios de los años 60. Y se creó, precisamente, para rentabilizar sus producciones y evitar que desapareciese la viña y, con ella, las cotizadas garnachas tintas y las blancas albillo. Y lo consiguieron. Pero, en las décadas siguientes, se apagó esa reivindicación cultural y social. Sus creadores envejecieron y, con ellos, llegó el abandono de las viñas. La historia de una cooperativa vinícola, en esta región y en esta provincia, es la pura crónica de la vitivinicultura local. En la añada de 2004, entraron en las tolvas de la bodega cerca de medio millón de kilos de uva, que se elaboraron en las instalaciones dirigidas por el enólogo Víctor Yanguas. Aún se mantenían cerca de 200 hectáreas que eran propiedad de los 172 socios en aquel año. Recientemente, en la última asamblea, los socios que quedan arrojan la toalla y, según Enrique Yelmo, uno de ellos, lo que queda es velar por el uso de edificio. Y, en el exterior, los últimos majuelos, diseminados, cuyas uvas se venden a mayoristas y otras bodegas.

¡Qué paradoja! Mientras se desvanece y se olvida el espíritu social de aquellos viticultores tembleños que, heroicamente, levantaron la viticultura en los 60, en pleno siglo XXI, en el interior de la vieja cooperativa, se fragua con éxito un nuevo modelo de enología. Y con una particularidad que, en el diseño de los vinos, rabiosamente modernos, no estorban ni el cemento ni las tinajas de barro. Es más, forman parte, junto al acero inoxidable y a las duelas de roble, de las herramientas con las que elaboran sus vinos de calidad Dani Ramos y Pepi San Juan. Allí están, defendiendo sus vinos al pie del cañón, recibiendo compradores, enoturistas y periodistas, y demostrando que la cultura del vino en El Tiemblo sigue viva. Los Toros de Guisando, el Monasterio de San Jerónimo del cerro de Guisando, la Venta Juradera, el Castañar y un entorno natural privilegiado convierten al Tiemblo en un destino turístico importante. Pero también se le conoce por una artesanía muy vinculada a la cultura del vino, que fue la existencia de hornos y alfares donde se construían y cocían los barros de las tinajas destinadas a las bodegas del vino y que hoy forman parte de la oferta etnográfica que se enseña a los turistas. Viña, tinaja, cooperativa, garnacha, albillo real, cepas con más de 60 años, pagos soleados, ricos suelos de granito, pizarra… El Tiemblo tiene todo el potencial para relanzar su viticultura y asumir nuevos retos enológicos en el mapa del vino de calidad de España. Y esto es algo que Daniel Ramos entendió cuando decidió elaborar, precisamente en el edificio de la cooperativa tembleña, sus vinos. Muchas de sus etiquetas hacen guiños a topónimos y señas de identidad de la zona. Pero no está solo, allí fermenta también el bodeguero Fabio Bartolomei, que elabora sus vinos Ambiz compartiendo las instalaciones de la cooperativa.

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