Diario de Valladolid

LA ALDEA (ALDEACIPRESTE, SALAMANCA)

Mermeladas llenas de autenticidad

Este obrador artesanal familiar elabora en pleno corazón de la sierra de Béjar mermeladas de veinte variedades distintas con fruta procedente de su propio huerto

Miguel Herresánchez, entre los árboles frutales de su finca.-E. CARRASCAL

Miguel Herresánchez, entre los árboles frutales de su finca.-E. CARRASCAL

Publicado por
Henar Martín Puentes

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Todo lo que se concentra en cada tarro de mermelada artesanal La Aldea que elabora Miguel Herresánchez en Aldeacipreste, un pequeño enclave a 850 metros entre la Sierra de Béjar y Peña de Francia, entorno declarado Reserva de la Biosfera por la Unesco, está lleno de autenticidad. Desde su finca cuida a diario de cada uno de los árboles frutales que se dispersan como si fuera un auténtico vergel. Higos, zarzamoras, grosellas, arándonos, melocotones...son algunos de los frutos que cultivan con todo esmero y cuidados. Todo comenzó hace cinco años como un hobby. Su experiencia y conocimientos como biólogo y veterinario a pie de campo le impulsaron a crear una pequeña empresa en la que elabora junto a su hijo Noel mermeladas totalmente artesanales con recetas caseras en una fábrica-obrador levantada en el centro del huerto de la finca que heredó de sus padres que antaño fueron labriegos en el municipio.

«Comencé a hacer mermeladas como las hacía mi madre y mi abuela, naturales sin usar conservantes, aditivos, ni nada. De esta manera empecé a regalárselas a mis amigos y poco a poco me fui metiendo», sostiene mientras contempla el lujo de vislumbrar el horizonte infinito de toda la sierra en unas impresionantes vistas de una mañana de verano. Un remanso de paz en plena naturaleza. Nos recibe en la finca con una música celestial que añade más encanto, si cabe, al lugar. El motivo de esta singular banda sonora no es otro que el de alejar a los pájaros que se posan en los árboles frutales. Y es que Miguel Herresánchez conoce como nadie los secretos que esconde el cuidado de cada árbol y plantación que crece en su finca.

En la actualidad elaboran entre 4.000 y 5.000 tarros de mermelada de una veintena de variedades y sabores. «Las hacemos con un mimo tremendo y creo que como mi prioridad no es buscar la rentabilidad hago un producto bueno», comenta mientras atiende sus plantaciones.

Toda la fruta que emplean para la producción de sus mermeladas procede de su propio huerto. El microclima que envuelve el entorno «sin un solo día de nieve y sin inviernos crudos», contribuyen a que sus árboles frutales ofrezcan un producto único. De hecho, cultiva kiwi y nísperos, dos frutas propias de climas tropicales.

No usan insecticidas ni plaguicidas ni herbicidas. «Sabes el tipo de fruta que estás usando, la que tiene más azúcar y la que menos, conoces cada árbol, todo ello le aporta un valor añadido, diferenciándonos frente a otros», concluye. Ahora están inmersos en plena campaña de la ciruela, que llega con veinte días de retraso por las lluvias caídas la pasada primavera.

Su producción es escasa, de «pequeñas dosis» como la de grosella, que apenas alcanza los 200 kilos, o la de frambuesa, cuya producción oscila en torno a los 40 kilos. «Una vez que elaboro la mermelada con esa cosecha se vende y no hay más», afirma.

Conoce cada palmo de su terreno. Calabacín, tomate, cebolla, zanahoria, pimientos, berenjenas… son algunas de las hortalizas que también cultiva y que atiende casi a diario. Y es que desde su obrador salen también otras conservas como la de cebolla, cebolla caramelizada, cabello de ángel o incluso pimientos. «El proceso es muy sencillo. Se recoge el fruto del propio árbol por la mañana.

Seleccionas, limpias y embotas por la tarde». Una tarea que se alarga entre una jornada completa o un día y medio. Una labor meticulosa que lleva desarrollando desde hace un lustro con satisfacción.

¿Y cuál es el secreto de que sus mermeladas hayan cautivado paladares? No solo la materia prima sino la selección minuciosa y cuidada de cada fruto, seleccionándolos y pelándolos uno a uno a mano. «De esta manera, en cuanto ves a una en mal estado se elimina al instante, algo que se puede hacer con estas cantidades de fruta».

Sus proyectos de futuro pasan por mantenerse como hasta ahora. «Seguiremos asistiendo a las ferias y a estar presentes allá donde nos reclamen». Sus mermeladas pueden encontrarse en tiendas especializadas de Valladolid y Salamanca, aunque también realiza envíos a particulares cualquier rincón de España.

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