Diario de Valladolid

Tejer una red verde contra la contaminación

Una ingeniera forestal de la UCAV propone utilizar la naturaleza para solucionar los problemas ambientales en entornos urbanos.La idea es mejorar la calidad de vida de los habitantes

Paula Anza, ingeniera forestal y ambientóloga de la Universidad Católica de Ávila.-EL MUNDO

Paula Anza, ingeniera forestal y ambientóloga de la Universidad Católica de Ávila.-EL MUNDO

Publicado por
Estibaliz Lera

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Un buen transporte público que desactive el uso del coche, promover la construcción de viviendas eficientes y muchos espacios verdes. Así serán las ciudades del futuro. Lugares libres de contaminantes que reducen de forma significativa la calidad del aire que se respira, lo que se convierte en una amenaza para la salud. Cánceres, accidentes cerebrovasculares e infecciones pulmonares crónicas constituyen en la actualidad casi dos terceras partes del total de muertes debidas a la insalubridad del medio ambiente.

Revertir esta tendencia, explorando diferentes iniciativas es una obligación de los actores públicos, si bien la ciudadanía tiene que auditar el proceso para comportarse como consumidores responsables. Un proyecto de la Universidad Católica de Ávila (UCAV) plantea crear una metodología que busque la ubicación más adecuada para los tejados verdes teniendo en cuenta variables como la contaminación, el tráfico, la presencia de áreas verdes o la densidad de población.

Al frente de la iniciativa se encuentra la ingeniera forestal y ambientóloga Paula Anza, quien, en primer lugar, propone definir los barrios más conflictivos desde el punto de vista ambiental para, más tarde, analizar cada zona individualmente. El trabajo se centra en Madrid pero puede ser extrapolable a cualquier ciudad del mundo. Mediante el uso de tecnología Lidar (escáner láser aerotransportado) se obtienen las alturas de los edificios para seleccionar aquellos que tengan entre 4 y 25 metros y así poder tejer una red verde con el arbolado urbano y las zonas ajardinadas, facilitando el flujo de especies vegetales y animales.

Por otro lado, expone que se seleccionan aquellos inmuebles que posean azoteas planas, ya que facilitan la instalación de tejados verdes. No obstante, también se pueden ubicar en las inclinadas. El siguiente movimiento es pasar toda la información por un programa de análisis de conectividad y así se logran los mejores emplazamientos.

En cuanto a los beneficios ambientales, el principal es la reducción de la contaminación atmosférica. «La vegetación tiene capacidad de filtrar partículas, metales pesados, compuestos de azufre y nitrógeno que son muy perjudiciales para la salud. Un metro cuadrado de cubierta verde puede llegar a producir la cantidad de oxígeno que consume una persona a lo largo de un año», informa Anza a la vez que añade que mejora el aislamiento térmico de las viviendas.

Con los tejados verdes se puede reducir «entre un 25 y un 75%» el uso de aparatos de climatización en el interior de las casas, e incluso llegar a descender hasta cinco grados la diferencia de temperatura de la vivienda con el exterior. «Esto se traduce en un menor consumo eléctrico, y de manera indirecta en una importante reducción de la contaminación atmosférica si esta energía eléctrica no procede de fuentes renovables».

La ingeniera forestal comenta también que ayuda a reducir el efecto ‘isla de calor’ que se origina por el excesivo uso de materiales de construcción como el hormigón o el asfalto, ya que serían sustituidos por vegetación. No hay que olvidar tampoco que mejora el aislamiento acústico llegando a reducir hasta 10 decibelios el ruido exterior; facilita el movimiento de especies vegetales y animales, siendo una importante fuente de alimentación y refugio, y beneficia los entornos con grandes precipitaciones y problemas de inundaciones.

A nivel social, manifiesta que aumenta la salud física y mental. Pone como ejemplo diversos estudios que han demostrado que las zonas ajardinadas ayudan a la recuperación de pacientes hospitalizados y, de igual forma, incrementan la productividad en el trabajo. El cierre a los valores añadidos de la instalación de tejidos verdes lo ponen los números. Colocar esta cubierta ecológica se traduce en un importante ahorro para el bolsillo. De hecho, el Ayuntamiento de Chicago cuenta con ellas y ha estimado un ahorro energético anual de 3.600 dólares en la climatización. A esto se une «un importante nicho de mercado» aún no muy explotado, lo que supone «una buena oportunidad de negocio» para trabajadores del sector forestal y de la construcción.

Para Paula Anza, la innovación reside en que busca soluciones en «un sistema tan perfecto y completamente equilibrado» como es la naturaleza. «El ser humano soluciona los problemas que se presentan con maquinaría y tecnología demasiado complicada», reflexiona para, a continuación, señalar que los tejados verdes no son algo nuevo, en realidad, llevan siglos utilizándose en los países nórdicos con el objetivo de aislar las viviendas del frío y también en lugares como Tanzania, en este caso, para aislar los hogares del calor. «Es un método muy sencillo que puede ser fácilmente aplicado a cualquier ciudad que tenga intención de mejorar la calidad ambiental de su entorno y consecuentemente la calidad de vida de sus habitantes, además de crear valor añadido en las edificaciones y ser un gran atractivo turístico», resume la ingeniera.

El trabajo ha sido tutorizado por los profesores Javier Velázquez, Javier Gutiérrez y Beatriz Sánchez, pertenecientes al grupo de investigación de Técnicas para la Planificación Integral y la Gestión Sostenible del Territorio. Además, ha sido publicado en la prestigiosa revista Urban Forestry & Urban Greening, una de las publicaciones más importantes del sector forestal a nivel internacional.

Defiende su estudio porque tiene mucho futuro. En España ya se está escribiendo el camino, prueba de ello es que cuenta con el tejado verde más grande de Europa con 100.000 metros cuadrados de cubierta vegetal. Está ubicado en la sede del banco Santander en Boadilla del Monte. «Muchos países están legislando al respecto, comprometiéndose a que todos los edificios de nueva construcción alberguen una cubierta vegetal como ha ocurrido en Francia, Dinamarca, Estocolmo, Toronto... Estoy convencida de que en muy pocos años esta tendencia se va a extender y se van a crear directivas europeas de obligado cumplimiento para los Estados miembros en las que se exija un mínimo de superficie ocupada con estas estructuras», concluye.

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