Diario de Valladolid

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Menos sangre para aumentar la supervivencia

El Clínico mejora los recursos sanguíneos para evitar la sobretransfusión / En apenas un año ha reducido «un 40%» el porcentaje de pacientes que necesitan una transfusión en intervenciones de cadera.

El hematólogo Javier Díez y la anestesióloga Nuria Ruiz en las instalaciones del Hospital Clínico Universitario de Valladolid.-J. M. LOSTAU

El hematólogo Javier Díez y la anestesióloga Nuria Ruiz en las instalaciones del Hospital Clínico Universitario de Valladolid.-J. M. LOSTAU

Publicado por
Estibaliz Lera

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La sangre es vida. Y no sólo la sangre, los componentes que la forman: glóbulos rojos, plaquetas y leucocitos son vitales para seguir viviendo. Donar es un acto de generosidad. El problema es que es un bien escaso y hay que preservarlo porque cada vez hay más personas que lo necesitan y menos que lo puedan donar. También hay que tener en cuenta que las transfusiones excesivas están asociadas a riesgos, aparte de la transmisión de enfermedades como hepatitis o sida, también pueden provocar alergias e, incluso, un aumento de las posibilidades de la reproducción de un tumor.

Por este motivo, la sabia frase ‘Menos es más’ adquiere más sentido que nunca. El Hospital Clínico Universitario de Valladolid trabaja con el objetivo de evitar sobretransfusiones y así mejorar la calidad de vida y la supervivencia de los pacientes. Y lo hace porque la Organización Mundial de la Salud (OMS), ante las desventajas clínicas, económicas y logísticas de la transfusión, ha promovido el desarrollo de programas multidisciplinares, conocidos genéricamente como Patient Blood Management, que buscan mejorar el resultado clínico sin inyectar más bolsas de sangre que las estrictamente necesarias.

Esta nueva política, que desde el centro vallisoletano promueve un grupo de trabajo formado por el hematólogo Javier Díez, la anestesióloga Nuria Ruiz, la cirujana Beatriz de Andrés y el jefe de sección de Cirugía Colorrectal, Francisco Blanco, se articula alrededor de tres pilares. En primer lugar, los profesionales sanitarios quieren mejorar la condición del paciente antes de procedimientos invasivos. La doctora Ruiz señala que se debe corregir «siempre que sea posible» la anemia. De esta forma, hay que transfundir menos sangre, ya que el umbral transfusional está más alto. En este punto, intervienen los servicios de Anestesiología y Hematología. El primero identifica el problema y lo deriva a los especialistas, que lo corrigen «en 15 días».

El segundo pilar es utilizar todas las medidas que están al alcance de los médicos para minimizar la pérdida hemática con medidas anestésicas y quirúrgicas. Pone como ejemplo utilizar la laparoscopia frente a la cirugía abierta, así como sellar el lecho quirúrgico para que no sangre. El tercer pilar es optimizar el umbral de transfusión, individualizando cuándo y cómo. En otras palabras, mejorar la tolerancia del paciente a la anemia corrigiendo otros factores que pueden hacer que el umbral del paciente tenga que ser más alto. «Los pacientes cardiópatas o con patologías respiratorias tienen que ser transfundidos con una anemia más leve porque están más débiles», destaca la anestesióloga del Clínico, quien afirma que si se corrigen las dolencias, los enfermos van a mejorar la anemia y entonces no necesitarán una transfusión.

El Clínico comenzó con este protocolo en 2015 con cirugía de cáncer colorrectal y luego lo han ido extendiendo a todas las intervenciones oncológicas, de cadera, de rodilla y de columna vertebral. Además, lo están empezando a probar en el servicio de Digestivo, donde hay muchos pacientes anémicos ya que sangran por el intestino. Y no sólo se lleva a cabo en el centro vallisoletano, sino en otros de Castilla y León como Burgos, Zamora, entre otros. De hecho, participa en un estudio multicéntrico –integrado por 31 hospitales de toda España– en el que se quiere compartir cuántos recursos sanguíneos se transfunden en diferentes procesos quirúrgicos.

De este trabajo se ha derivado que, por ejemplo, en prótesis de rodilla se han dado centros con un 0% de transfusiones y otros que llegan al 90%, sin que haya mejores resultados. Y en el hospital de Valladolid se ha reducido «un 40%» la tasa transfusional en intervenciones de cadera, en apenas un año.

Este protocolo se quiere extender al resto de servicios mediante acciones formativas para facultativos y personal de enfermería, ya que la Unión Europea impulsa estos grupos de trabajo ante la evidencia que suponen una mejora en la supervivencia, un descenso en las complicaciones y un ahorro en unidades sanguíneas.

En esta línea, Nuria Ruiz comenta que este protocolo conlleva «salud, ahorro económico y preservar un bien escaso». Y es que los donantes son jóvenes y los receptores son cada vez más viejos. Hay que tener en cuenta que las transfusiones solamente se tienen que llevar a cabo cuando sean «imprescindibles», apunta.

Antes de la llegada de esta medida, en el posoperatorio se realizaban análisis de sangre y si había bajado mucho el umbral pues se inyectaban bolsas de sangre. La cuestión es que ahora se ha reducido «al 23%». También hay que tener en cuenta que no es lo mismo un joven que una persona mayor. «El primero se puede quedar con un seis de hemoglobina y no pasa nada, mientras que el segundo es fácil que le dé un infarto o un ictus. La población anciana es una de las poblaciones de riesgo porque tiene una tolerancia baja a la anemia y hay que transfundir con niveles más altos».

En definitiva, la anestesióloga del Clínico sostiene que se están obteniendo «muy buenos resultados» y «a un precio muy barato». «El precio es ganar por tres: ganamos en la salud de los pacientes, ganamos en la formación de los profesionales y encima se gana dinero porque estas políticas son mucho más baratas que la transfusión», zanja.

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