Diario de Valladolid

El sistema que 'lee' infecciones graves

Un equipo multidisciplinar del Clínico y el Río Hortega firma un método para medir la expresión en sangre e identificar la sepsis de forma temprana / Utiliza tecnología de diagnóstico molecular de última generación

Eduardo Tamayo, Juan Beltrán, Lydia Blanco, Jesús Bermejo, Dolores Calvo, Raquel Almansa, Marta Martín y Alicia Ortega en las instalaciones del Edificio Rondilla de Valladolid.-PABLO REQUEJO (PHOTOGENIC)

Eduardo Tamayo, Juan Beltrán, Lydia Blanco, Jesús Bermejo, Dolores Calvo, Raquel Almansa, Marta Martín y Alicia Ortega en las instalaciones del Edificio Rondilla de Valladolid.-PABLO REQUEJO (PHOTOGENIC)

Publicado por
Estibaliz Lera

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Son bichos que están ahí. En el mercado, en la barandilla del portal, en el suelo de la cocina, en el cuarto de la plancha, en el teclado del ordenador... Todos los lugares son idóneos para acampar, si bien hay personas que hacen frente a sus ataques sin enterarse, pero otras su sistema inmune está tan tocado por la diabetes, la hipertensión o la bronquitis crónica que el zafarrancho de combate ante la presencia del patógeno en sangre es desproporcionado. Es como si toda la artillería del mundo se concentrara en acabar con la vida de una hormiga.

La sepsis es la respuesta inflamatoria del cuerpo ante una infección. El organismo reacciona y fallan los órganos vitales –corazón, pulmones o riñones– y la vida del paciente corre peligro. El germen en sí no es peligroso, el problema es que la reacción ante el invasor se aleja mucho de la respuesta normal. Dolencias graves como una meningitis, neumonía o una peritonitis pueden desencadenar este mal silencioso, aunque también una simple infección de orina, una herida en la piel o un resfriado.

Es una de las dolencias más desconocidas y más frecuente de lo que se cree. Y si no se actúa con rapidez puede acarrear complicaciones serias, e incluso, la muerte. De hecho, en España fallecen más de 15.000 personas al año y se diagnostican 50.000 casos. Para atajar el problema de raíz, un equipo multidisciplinar de los hospitales Clínico Universitario y Río Hortega de Valladolid, del Instituto de Estudios de Ciencias de la Salud de Castilla y León, así como el Centro de Hemodonación y Hemoterapia de esta misma comunidad, ha desarrollado un método para ayudar a diagnosticar mejor la sepsis. El grupo ha conseguido «leer» la respuesta inmunológica frente a la infección, utilizando tecnología de diagnóstico molecular de última generación (PCR digital) –el Clínico es uno de los pocos hospitales del país que posee una plataforma de estas características–.

Lo que hace, según explica el investigador Jesús Bermejo, es medir la expresión en sangre de tres genes que fabrican proteínas producidas por un tipo de célula blanca, el neutrófilo, que son claves para la defensa antibacteriana, así como el ‘andamio’ necesario para ‘montar’ la respuesta específica frente a los patógenos. «Con estas tres moléculas vemos claramente las diferencias entre los pacientes que tienen sepsis y los que no», afirma.

La nueva arma permite identificar con una «sensibilidad del 90%» a los pacientes con esta enfermedad que ingresan y son tratados en los servicios de cirugía y anestesiología. En la práctica, en ocasiones, es difícil distinguir los síntomas de la sepsis de aquellos provocados por una reacción inflamatoria inespecífica, por ejemplo la causada por una cirugía. El reconocimiento temprano, asegura, es vital, ya que la administración precoz del tratamiento antibiótico y la reposición de líquidos disminuye la mortalidad.

Para detectar la enfermedad, en la actualidad los profesionales sanitarios cuentan con la prueba de la procalcitonina. También con la escala SOFA, que mide el daño en los órganos a través de 24 ítems. «Si el paciente tiene tres puntos es que tiene una infección», manifiesta Bermejo para, a continuación, comentar que hay varios signos que hacen sospechar que una persona tiene infección pero no está «bien definido» lo que es tener una infección y se deja, según señala, a criterio del facultativo. No obstante, enumera tres síntomas de «alta sospecha» que un médico de familia podría utilizar para enviar rápidamente a su paciente al hospital para ser ingresado en una unidad de cuidados intensivos. Estos son: aumento de la frecuencia respiratoria, tensión baja y confusión mental.

Con esta herramienta la sensibilidad mejora «un 12%» y, por ende, la posibilidad de sobrevivir es mayor. De momento se trata de un método experimental que están mejorando. Uno de los aspectos que van a modificar es el tiempo de espera. El test se realiza en «unas cuatro horas» desde que se saca la sangre al paciente, pues su intención es hacerlo en «una hora y media», avanza el investigador del Clínico. Para ello, cuentan con una subvención del Ministerio de 110.000 euros para los próximos tres años.

Llegar al punto al que han llegado supone, a su juicio, «un paso muy importante», que les ha llevado ocho años de trabajo y se han implicado muchos profesionales tanto de los dos hospitales como del Centro de Hemoterapia y Hemodonación de Castilla y León. La herramienta se basa en un estudio de investigación en 101 pacientes quirúrgicos que tenían sepsis y 53 sujetos con las mismas enfermedades pero que no padecían esta infección tan grave. Además, participó un grupo de personas sanas. Midieron la expresión de tres genes y se dieron cuenta de que los infectados tenían una «respuesta anormal».

El trabajo «cien por cien» vallisoletano ha sido reconocido por la revista americana Annals of Surgery, la más prestigiosa en el campo de la cirugía y se edita desde 1885. Este nuevo logro continúa en la línea que el grupo Biosepsis inició en 2009, cuando fue el primero en identificar las alteraciones inmunológicas que causaban la muerte en la gripe pandémica, conocida como gripe A. Desde entonces, es uno de los descubrimientos más citados en la literatura médica, expresa.

Bermejo se muestra orgulloso del método porque «pone» a Valladolid «en el foco» de lo que es la investigación puntera y aplicada en sepsis. «El ámbito de colaboración ha sido excelente», reconoce y añade que es «fundamental» que los investigadores estén en los hospitales, ya que a pie de cama se descubren los problemas y se buscan soluciones más prácticas y certeras.

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