Una mañana en el infierno para el Recoletas

Las comparaciones son odiosas y el balonmano de antes en poco o  en nada se parece al de ahora en buena parte por la tiranía que imparte el todopoderoso Barça desde hace varios años en los que nadie es capaz ni siquiera de toserle.

Y como tantos otros el R ecoletas Atlético Valladolid no es una excepción y alfombra un nuevo triunfo plácido de la casi perfecta (al menos en España) máquina azulgrana. Ir al Palau Blaugrana es como visitar el infierno.

 

Sabes que te vas a quemar, lento o rápido, como quiera el inquebrantable conjunto de Antonio Carlos Ortega. E l objetivo es salir entero, ser osado e incluso probar cosas de cara a otras batallas reales. Así lo pensó David Pisonero, sabedor que iba a matadero, que intentó que sus variantes tácticas, como el pasado año jugando con el ‘portero-delantero’. le valieran al menos para algo.

En esta ocasión siguió dando galones de protagonista a Miguel Martínez , cada día, por fin, más cerca de lo que llegó a ser antes de caer lesionado. O probar en el pivote a Martínez Ayres y a Rosell, aunque en ese trabajo en la línea, como en el último partido ante el Bidasoa, fue Álvaro Martínez el que brilló con luz propia con 10 dianas, cinco de ellas de penalti. Y la tarea no era fácil porque aunque el Barça dio descanso a Pérez de Vargas, enfrente estaba Nielsen, con 10 paradas, de nuevo disfrazado de pesadilla para el conjunto vallisoletano. 

El Recoletas apenas pudo aguantar en pie diez minutos (6-3). A partir de ese instante la poderosa primera línea azulgrana con Richardson, Langaro y N’Guessan haciendo daño y abriendo en canal la defensa de los gladiadores azules.

Las diferencias, como era de esperar, fueron en aumento castigando una y otra vez el Barça al Recoletas en transición con Aleix Gómez y Barrufet de afilados aguijones.

Con el partido roto y el Barça doblando en el marcador al Recoletas (20-12 al descanso), la segunda mitad perdió el poco interés que tenía convirtiéndose el partido en un correcalles con la amenaza de que el recoletas fuera pisoteado (16 goles fue la máxima diferencia) por un Barça que se permitió el lujo de dar minutos a su tercer portero, Saric.

Apenas Álvaro Martínez fue el único ‘incordio’ (y entre comillas) para un Barça que acabó jugando para la galería y que volvió a ahondar en la llaga de un Recoletas, de nuevo sin portería (apenas 6 paradas de 45 lanzamientos; 13,33% de efectividad), aunque en su descarga en esta ocasión la portería estuvo en muchos casos vendida (42-27).