... Y Huerta del Rey fue Little Bighorn

... Y Huerta del Rey revivió la batalla de Little Bighorn. Como antaño o al menos muy cerca de aquel balonmano del extinto BM Valladolid en el que la presión del público jugó un papel determinante llevando en volandas a su equipo aunque no sirviera para llevarse los dos puntos en juego.

 

Como muchas veces antaño en la que se remó y se remó para acabar muriendo en la orilla. Como en la famosa batalla de Little Bighorn, tantas y tantas veces reproducida en el teatro de los sueños de huerta del Rey en la que con menos que el rival se compitió hasta tocar con los dedos el triunfo.

 

En esta ocasión el poderoso Bidasoa, segundo clasificado solo a rebufo del Barça, fue las fuerzas combinadas de las tribus lakota, cheyennes y arapajó, mientras el Recoletas, quizás en una de sus mejores versiones de la temporada pese a que sigue flaqueando y mucho en la portería (apenas siete paradas en todo el encuentro) fue el Séptimo de Caballería a las órdenes del Coronel Custer, a las órdenes de un valiente David Pisonero que supo hacer fuerte a su equipo de inicio desde la defensa con su 5-1, convertida en un auténtico quebradero y dolor de cabeza para su rival.

Con las espadas en todo lo alto y marcando el camino de inicio, por delante en el marcador, el Recoletas Atlético Valladolid supo aguantar las embestidas de su rival dinamizando con su defensa 5-1, metiendo una marcha más y haciendo mella en el balance defensivo de su rival.

Como ocurriera caprichosamente en la primera vuelta Álvaro Martínez supo jugar mejor que nadie en la línea para dejar sin efecto la fiable defensa irundarra. En esa conexión con el pivote tuvo mucho que ver su hermano, Miguel Martínez, cada día más cerca de ese jugador que maravilló antes de caer lesionado.

La igualdad en el marcador ante el deleite de un público encantado con la entrega de su equipo solo se podía romper por pequeños detalles con el Séptimo de Caballería como chivo expiatorio.

Y así fue, un mal cambio sancionado con exclusión, la tarjeta roja a José Toledo en el ecuador de la segunda mitad, un penalti  errado, el único, de Dimitrievski ante Skrzyniarz (que apareció en el momento justo con otra parada también a Freitas), más  la capacidad de determinación de Rodrigo Salinas, convertido en  ‘Caballo Loco’,  provocaron que el Coronel Custer (Pisonero) y su Recoletas Atlético Valladolid murieran con las botas puestas en Huerta del Rey en el último suspiro. 

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Así, en un abrir y cerrar de ojos, en menos de dos minutos, se pasó del esperanzador e inquietante  32-32 a un 32-34 que obligaba a arrojar la toalla. Una derrota cruel y posiblemente injusta por el arrojo de un Recoletas Atlético Valladolid que en esta ocasión, en esta batalla de las de antes sin duda mereció más.