Diario de Valladolid

El peligro del autoconformismo

El Recoletas Atlético Valladolid mira por el retrovisor en el ecuador de la temporada en vez de marcarse objetivos de mayor calado

David Pisonero corrige a sus jugadores desde el banquillo en el último duelo ante el colista Alcobendas.-M. A. SANTOS

David Pisonero corrige a sus jugadores desde el banquillo en el último duelo ante el colista Alcobendas.-M. A. SANTOS

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Guillermo Velasco
Valladolid

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Como viene siendo habitual por estas fechas la Liga Asobal echa la persiana con motivo de los compromisos de la selección española en el Mundial que se celebrará en Alemania y Dinamarca del 10 al 27 de enero. El balonmano de élite ‘cierra’ hasta el próximo 2 de febrero, fecha en la que dará comienzo la segunda vuelta. 47 largos días de olvido para el balonmano con el único paréntesis abierto de la puesta en escena de las eliminatorias de la Copa del Rey a lo largo de esta semana (miércoles y sábado).

El ecuador de la temporada llega para el Recoletas Atlético Valladolid con síntomas claramente contrapuestos. Aunque el equipo de David Pisonero ha logrado alcanzar en la primera vuelta la barrera de los 15 puntos, la cota más alta en sus tres campañas en la Liga Asobal igualando la del pasado año por Nacho González al frente de los ‘gladiadores azules’ antes de hacerse el ‘hara-kiri’ y ser cesado, las sensaciones, de puertas hacia afuera (y hacia adentro aunque no se exprese abiertamente) no son del todo positivas. Porque a fin de cuentas el equipo no deja de ser décimo de 16 en la clasificación.

Los quince puntos con los que cuenta el Recoletas Atlético Valladolid al término de la primera vuelta, a solo cuatro puntos del segundo puesto que ostenta el sorprendente Bidasoa (curiosamente el equipo al que doblegó los vallisoletanos en la fase de ascenso de hace dos años y medio), deberían invitar al optimismo. Nada más lejos de la realidad porque aunque el conjunto vallisoletano ha rendido, salvo excepciones (Sinfín, Barcelona y Huesca) a un sobresaliente nivel lejos de Huerta del Rey, los partidos en su cancha, por historia (no solo del club sino de su antecesor, el desaparecido BMValladolid) fortín prácticamente inexpugnable, se han convertido de forma paradójica y difícil de entender en todo un calvario. Derrotas inexplicables unidas a una sensación de fragilidad han convertido al equipo de Pisonero como local en un manojo de nervios prácticamente ingobernable que le han hecho perder puntos impensables y dar una pobre imagen en Huerta del Rey.

Esa imagen criticada por un graderío que de forma proporcional al juego desplegado por su equipo ha ido perdiendo fuelle hasta convertirse, salvo contadas ocasiones, prácticamente en un público de teatro, ha sido contrarrestada desde el propio club mirando por el retrovisor a esa zona de peligro (llámense los dos últimos puestos ocupados por Teucro y Alcobendas) que queda, de momento lejos, muy lejos, a ocho y nueve puntos o lo que es o mismo a cuatro partidos y cuatro partidos y medio de distancia, respectivamente.

Es quizás esa imagen de cierto autoconformismo lanzada desde el púlpito del propio club al marcarse la salvación como casi único objetivo la que más daño está haciendo en un club que corre el gran peligro de que uno de sus máximos activos, la llamada tercera pata de la silla, su masa social, siga debilitándose. Porque si este año perdió abonados, visto lo visto en Huerta del Rey (no lejos de Huerta del Rey), que es donde la afición realmente se siente comprometida con el proyecto, el próximo año corre el mismo peligro con todo lo que ello lleva consigo en cuanto a presupuesto se refiere.

El juego desplegado por el equipo de David Pisonero en la presente campaña tiene demasiadas fisuras. En defensa, sin un jugador especialista claro, ha perdido eficacia. La 5-1 que tan buenos resultados ofreció en el gran inicio de campaña pasó al cajón del olvido para dar paso a una 6-0 llena de grietas, y la portería tampoco mejora las prestaciones de la pasada campaña con apenas un 30% de efectividad. ¿Y en ataque? El pésimo bagaje de la primera línea, deja tocado a un equipo que vive de la imaginación de sus centrales y del poder del internacional de nuevo cuño Abel Serdio en el pivote.

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