El CB Valladolid o el gran olvidado

Como si de un hechizo se tratase el Club Baloncesto Valladolid sigue sumido en ese limbo (según la teología católica, el mundo entre los vivos y los muertos) en el que el paso del tiempo, pretende enterrar y hacer olvidar no solo la historia de un club histórico estrangulado por la incapacidad de sus dirigentes, sino a los culpables de tales despropósitos. Porque lejos, muy lejos (allá por el mes de agosto) queda el anuncio, con todo el papo del mundo, de Sunil Bhardwaj, anunciando como capitán el abandono del barco junto a su tropel (Vela y Felipe Martín). El barco del CBValladolid se hundía y lo fácil, ante el sorprendente (al menos para el propio club morado) cambio de gobierno municipal, era lanzarse al agua sin importar quién quedara atrás preso de las deudas, heredadas o no, de un club que casi un año después, sin actividad alguna, sigue presente, saltando de tejado en tejado la bola de la difícil responsabilidad. El último capítulo, esperpéntico, se pudo ver en el Juzgado de lo Social en los juicios del médico Javier Alonso y del fisioterapeuta Miguel Ángel Salcedo contra el CBValladolid, la Fundación, el Club de Empresas y... el Ayuntamiento de Valladolid. Juicios en los que, sospechosamente, el Fogasa declaró a favor del Ayuntamiento. Ver para creer, entre otras cosas porque en los juicios de los también trabajadores del club Virgilio Cifuentes y Lourdes Martín, de mucha menor cuantía, el discurso del Fogasa no fue el mismo. Es difícil de entender que un organismo público que defiende los intereses de todos, tire piedras contra su propio tejado. Sin comerlo ni beberlo. La sentencia del primer juicio, la del médico (al que le deberían abonar más de 200.000 euros) deja al Ayuntamiento libre de culpas enseñando peligrosamente el camino del segundo juicio, el del fisoterapeuta, con una deuda arrastrada superior a los 100.000 euros.

Pero lo peor de todo es que nadie da la cara, nadie tira de la manta, nadie exige responsabilidades de haber ‘matado’ el baloncesto de élite en Valladolid. Porque pese al valiente intento del Ciudad de Valladolid de llenar el vacío dejado por la desaparición del CBValladolid nunca veremos, y ojalá me equivoque, baloncesto de primera. Entre otras cosas porque se necesita mecenas y profesionales, y no impulsores filosóficos del ‘I love this game’. Al CBValladolid lo mataron y nadie pagó por ello. Presidentes que sacaron tajada, o que hicieron la vista gorda, o que dejaron el club como un solar añadiendo deudores a una lista interminable, o que jugaron con el pan de muchos, muchos que trabajaron gratis como Javier Alonso o Miguel Ángel Salcedo, para después, encima, ser pisoteados.