Casa Delibes
Valladolid abre al mundo el universo de Miguel Delibes: así es su Casa Museo
La ciudad exhibe en el Palacio del Licenciado Butrón el legado del novelista donado por la familia, convencida de que «ha de ser de todos», para hacer un museo «atrayente» según Mañueco

Tres fechas para el recuerdo en la ciudad que acogió, en algún momento de sus vidas, a Calderón de la Barca, Santa Teresa o Fray Luis de León; o que alumbró a otros ilustres escritores como Rosa Chacel o Jorge Guillén. En 1917, el Ayuntamiento de Valladolid adquiría la casa en la que había nacido un siglo antes José Zorrilla, para convertirla en un centro consagrado a su figura. En 1948, la ciudad presumía ya de poder mostrar a la ciudadanía el Museo Casa de Cervantes. Con el tiempo se evocará este 17 de octubre de 2025, cuando abrió sus puertas en el palacio Licenciado Butrón la Casa Delibes en el 125 aniversario del nacimiento del narrador.
«Acababa de fallecer nuestro padre, en la primavera del 2010, cuando Juan Vicente Herrera, entonces presidente de la Junta de Castilla y León, y Javier León de la Riva, a la sazón alcalde de Valladolid, nos advirtieron de que ni el difunto, ni el duelo, ni su legado eran nuestros: pertenecían a toda la sociedad», recordaba ayer en la inauguración del espacio Miguel Delibes de Castro, el primogénito del escritor, ejerciendo como portavoz de la familia. Entonces, señaló el reconocido biólogo que firmó junto a su padre el libro La tierra herida, comenzaba a dibujarse el sueño de un museo dedicado al escritor. Un sueño que, después de muchos vaivenes, esta mañana se hizo realidad.
«En la familia, junto a la innegable y gran alegría por esta inauguración, experimentamos estos días un cierto desconsuelo, rayando la tristeza», admitió Delibes de Castro. «Durante 15 largos años la casa de Miguel Delibes ha permanecido como él la había dejado. Desmantelar sus habitaciones ha sido como arrancar la postilla de una herida que ha vuelto a sangrar. Cuando estos años venía de Sevilla, donde resido, me gustaba entrar en su dormitorio, sentarme en su mesa de trabajo, ojear sus libros, recordar cuando, ya muy mayor, me llamaba desde la cama para que abriera la ventana, porque tenía calor, o cómo con un guiño cómplice se levantaba del sillón al baño asegurando que bastaba que dejara de ver la tele unos minutos para que, justo entonces, el Valladolid marcara un gol. Hacía mucho tiempo que nuestro padre, o el abuelo para los más jóvenes, ya no estaba allí, pero en la calle Dos de Mayo todos percibíamos su hálito. Como diría el poeta, los Delibes experimentamos hoy, ante el desabrigo de sus viejas habitaciones, una dolencia de melancolía por la ausencia del aire de su piel. Hemos renunciado al viento de Delibes, o mejor, hemos accedido a compartirlo muy a sabiendas, plenamente convencidos de lo que hacíamos», celebró el mayor de los hijos del escritor.
Escuchaban a Delibes de Castro los hijos y nietos del Premio Cervantes, así como numerosas autoridades: desde el presidente de la Junta, Alfonso Fernández Mañueco, al alcalde de Valladolid, Jesús Julio Carnero, pasando por el presidente de la Diputación de Valladolid, Conrado Íscar, la viceconsejera de Acción Cultural, Mar Sancho, o el consejero de Cultura, Gonzalo Santonja, a quien la familia señaló como uno de los grandes responsables de que la Casa Delibes sea hoy «un proyecto expositivo atrayente, gratuito y abierto a todos los vallisoletanos, a toda la sociedad de nuestra tierra y a todos los españoles», según el responsable del ejecutivo regional. El regidor, por su parte, aprovechó su intervención para reclamar al Gobierno de España que el aeropuerto de Valladolid lleve el nombre de Delibes, lo mismo que los de Granada y Alicante lucen los de Federico García Lorca y Miguel Hernández, respectivamente.
¿Qué encontrarán aquellos que se adentren en el nuevo museo de Valladolid? «Miguel Delibes, el escritor fiel a la lengua viva y a los eternos problemas del ser humano, periodista comprometido con su tiempo, cazador y pescador respetuoso con el medio ambiente, defensor del mundo rural, viajero atento y curioso, deportista y amante del aire libre, firme partidario de la dignidad humana, la justicia social y la solidaridad, se convierte en protagonista central del proyecto cultural Casa Delibes que aquí arranca. Su propósito no es otro que el de intentar mostrar a sus visitantes todas esas facetas de la obra, la figura y el legado de este vallisoletano universal». Con este texto recibe al visitante el nuevo espacio cultural en Valladolid.
Y la Casa Delibes comienza a desgranar su biografía –abocetada– al visitante desde los primeros pasos, antes de llegar a contemplar la recreación de su hogar: su nacimiento en la Acera Recoletos número 12, frente al Campo Grande; sus primeras letras, primero en Carmelitas y luego en el Lourdes; sus vivencias en la Guerra Civil como voluntario en el crucero Canarias, en el bando sublevado; sus primeros trabajos como caricaturista; su matrimonio con Ángeles de Castro; el Premio Nadal con su primera novela, La sombra del ciprés es alargada; el nacimiento de sus hijos y la llegada a las librerías, esos mismos años, de títulos como El camino, Aún es de día, Un novelista descubre América (Chile en el ojo ajeno), Las ratas o Viejas historias de Castilla la Vieja; sus estancias en EEUU y Checoslovaquia; su entrada en la Real Academia de la Lengua Española; la muerte de su esposa –«Ha muerto la mejor mitad de mí mismo», diría–; las primeras adaptaciones teatrales; la concesión de reconocimientos como el Premio Príncipe de Asturias de las Letras, el Nacional de Literatura y el Cervantes; o su despedida como novelista con El hereje.
Y el relato, claro, se interrumpe el 12 de marzo de 2010. «Miguel Delibes fallece en su domicilio, rodeado de su familia. Nos dejaba una obra inmortal», recoge el texto desplegado sobre la pared de la Casa Delibes. Una imagen –del argentino Daniel Mordzinski, conocido como el ‘Fotógrafo de los Escritores’– en blanco y negro muestra al escritor asomado a la ventana de su domicilio, en un contraluz cargado de simbolismo.
Conocida su biografía a través de algunos de los hitos más relevantes, el espectador pasa a adentrarse en ‘Los paisajes interiores de Miguel Delibes’ gracias a la recreación de su salón de estar, su despacho y su dormitorio con muebles, enseres y objetos que pertenecieron al escritor, como su biblioteca.
Y es que, como se recuerda en la nueva casa museo, a lo largo de su vida Miguel Delibes Setién vivió en diferentes domicilios, aunque siempre en su ciudad, Valladolid, y en su refugio burgalés de Sedano. Del número 12 de la Acera de Recoletos donde nació a la calle Colmenares; de las casas de sus veranos, la de sus padres en Molledo y la de su mujer en Sedano, al Paseo de Filipinos, donde la pareja tuvo a cuatro de sus siete hijos y donde viviría durante una década, hasta 1956. Y, luego, nueva mudanza al Paseo de Zorrilla, «siempre cerca del Campo Grande» por el que tantos paseos dio el escritor. Hasta que desde 1980 Delibes pasó a habitar en el número 10 de la calle Dos de Mayo, su último domicilio. «Todos estos lugares fueron algo más que domicilios. Fueron hogares, llenos de recuerdos, objetos con su porqué y su significado, útiles de trabajo, papeles manuscritos y mecanografiados, fotografías familiares y cuadros y esculturas que reflejan los gustos y las amistades de Ángeles y Miguel. Desde ellos, recorrió el escritor las calles de su ciudad. Atento siempre a las conversaciones de sus convecinos, supo encontrar en ellas las voces de sus personajes», subrayan en el espacio.
En los espacios domésticos recreados en la Casa Delibes cuelga la imagen del escritor, sentado en una mecedora en el salón y leyendo Una derrota bastante honrosa, de la irlandesa Irish Murdoch. Y en su despacho no falta el célebre retrato de Ángeles de Castro que pintó el insigne Eduardo García Benito, que dio título al libro Señora de rojo sobre fondo gris; tampoco unas reproducciones que Vela Zanetti realizó en los ochenta sobre Las ratas, El camino y Los santos inocentes. Y en su dormitorio, sobre una mesita de noche, descansan los retratos de su mujer Ángeles de Castro y de sus padres Adolfo Delibes y María Setién cuyo recuerdo resuena como un eco a través de las palabras que dejó escritas o plasmadas en El sentido del progreso desde mi obra, su discurso de ingreso en la Real Academia de la Lengua, en su libro de memorias Mi vida al aire libre o en Miguel Delibes de cerca, de Ramón García.
Recreado el sanctasanctórum del novelista, la Casa Delibes da paso a una singular sala de exposiciones a la que se accede por un espacio en el que se recuerda su relación con la naturaleza, con citas de Diario de un cazador o Un año de mi vida, con ilustraciones que hiciera el burgalés Vela Zanetti de sus clásicos El camino y Los santos inocentes, y con portadas de, entre otros, La caza de la perdiz roja, Con la escopeta al hombro o Aventuras, venturas y desventuras de un cazador a rabo.
Ya en la sala de exposiciones, se explorará la relación de Miguel Delibes con el cine y el teatro, mostrando, por ejemplo, la Medalla de la Asociación de Directores de Escena de España que recibió en «reconocimiento a su aportación al teatro español contemporáneo», o la Espiga de Oro especial que le otorgó la Semana Internacional de Cine de Valladolid en los años noventa. También se dedican distintos rincones para abordar distintas facetas de su trayectoria.
«Estamos persuadidos de que Miguel Delibes debe ser de todos. Su casa debe estar a disposición de los vallisoletanos, de los castellanoleoneses, de los españoles y del resto de la gente que lo admira y quiere. Él vivió en sus personajes, reiteró al recibir el Premio Cervantes, y su casa es también la casa de Cecilio Rubes (Mi idolotrado hijo Sisí); la de Lorenzo ‘el cazador’ (Diario de un cazador) y Lorenzo ‘el jubilado’ (Diario de un jubilado); la del viejo Eloy y la Desi (La hoja roja); la de Mario Díaz Collado y Menchu Sotillo (Cinco horas con Mario); la de Jacinto San José (Parábola del náufrago); la de Quico (El príncipe destronado); la de Gervasio García de la Lastra al comienzo de la Guerra Civil (Madera de héroe)... Los lectores tienen derecho a buscar a todos ellos tanto en los archivos y actividades de la Fundación como en los rincones de esta Casa Delibes en el Palacio del Licenciado Butrón. Estoy convencido de que, al abrir esta casa a la sociedad, Valladolid y Castilla y León son hoy un poquito mejores», concluyó Miguel Delibes de Castro.

Camino, Adolfo y Elisa Delibes en el despacho de la Casa Museo
El despacho del escritor

La Casa Delibes reúne cerca de 10.000 objetos que pertenecieron al novelista
El archivo del escritor

En la Casa Delibes no faltan fotografías que retratan las pasiones de Delibes.
Una vida en imágenes

Adolfo Delibes, junto a un mosaico con algunas portadas de los libros de su padre.
Un hombre contado a través de su obra

La Casa Delibes relata, hito a hito, la biografía del escritor.
Los hitos de una biografía

Los visitantes podrán contemplar originales, incluidas adaptaciones al teatro de sus novelas
Manuscritos y otros originales

Conrado Íscar, Elisa Delibes, Jesús Julio Carnero, Fernández Mañueco y Germán Delibes ante la bicicleta del escritor.
Un amante de la naturaleza

Una imagen con las distinciones del Príncipe de Asturias y del Cervantes
Las distinciones.

Una imagen de la estatua que se concede al ganador del Premio Miguel Delibes de Periodismo.
Miguel Delibes convertido en premio

Miguel Delibes de Castro conversa con Alfonso Fernández Mañueco
Inauguración de la Casa Delibes

Germán Delibes conversa con Mar Sancho