Diario de Valladolid

La Editorial Páramo se regala una antología del cuento hispanoamericano

El sello local, junto con Ediciones Lastarria & De Mora, editorial de origen chileno también afincada en Valladolid, reúne a 19 autores en el volumen ‘Las guerras floridas’

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Hay ganadoras del Premio Nacional de Literatura de Perú y de Bolivia, como Katya Adaui (1977) y Magela Baudoin (1973). Hay algún autor, como Pedro Crenes (1972), coronado con los laureles del Concurso Nacional de Literatura ‘Ricardo Miró’ –fundado en 1942–, que concede el Ministerio de Cultura de Panamá, o con el Premio Ribera del Duero de Narrativa Breve, como el mexicano Antonio Ortuño (1976). Por haber hay hasta una finalista del Premio Celsius de la Semana Negra de Gijón, como la venezolana Michelle Roche Rodríguez (1979), o un escritor señalado en 2010 por la prestigiosa revista Granta como uno de los mejores escritores en español menores de 35 años, caso del peruano Carlos Yushimito (1977).

Todos ellos han sido convocados por Javier Campelo, responsable del sello local Páramo –que celebra este 2025 sus primeros 10 años de vida–, y por el chileno Pedro Pablo Guerrero, director de la editorial afincada en Valladolid Lastarria & De Mora, que se dan la mano estos días con el lanzamiento conjunto del volumen Las guerras floridas. Antología breve del cuento hispanoamericano actual. Un título que es «metáfora y provocación», explica el editor y periodista santiaguino, que alude a las contiendas, en tiempos prehispánicos, que mantenían las comunidades indígenas para capturar prisioneros que pudieran ser sacrificados.

Un volumen que, como advierte en el prólogo del libro Guerrero, coordinador del volumen, persigue el objetivo de difundir a escritores hispanoamericanos que cultivan el género «con talento». «En los casos de aquellos que ya son conocidos, esta muestra sirve para refrescar la memoria, pues sus colecciones se han publicado hace algún tiempo y, a veces, no han recibido la misma atención que sus novelas. En muchos otros casos, se trata de cuentos que aún no han circulado en España», matiza.

Diecinueve son los autores reclutados, desde la mexicana Brenda Lozano (1981), con Todo lo prestado, a los argentinos Guillermo Roz (1973) y Valeria Tentoni (1985), con Carpinacci no vuelve y El martillo de plata; pasando por la colombiana Pilar Quintana (1972), con Caperucita se come al lobo; los chilenos Cristian Geisse Navarro (1977) y Camilo Ortiz (1966), con ¿Has visto un dios morir? y Nadie detrás de los espejos; el uruguayo Pablo Silva Olazábal (1964), con Aquel balde blanco; o el venezolano Juan Carlos Chirinos (1967), con Un espantapájaros lisiado.

«Los diecinueve cuentos que integran esta antología corresponden a un periodo histórico posterior al de las guerras floridas en las que participó Bolaño», apunta Guerrero, recordando episodios como la masacre de Tlatelolco de 1968 o el golpe de Estado que acabó con Salvador Allende en 1973 que impactaron en el autor de Amuleto. «Sus autores –prosigue el editor–, nacidos entre 1962 (Jorge Consiglio) y 1991 (Alejandro Espinosa), conocieron otras caras de la violencia. Aunque esta irrumpe sin máscara en relatos como El horóscopo dice, del mexicano Antonio Ortuño, y en Ajayu, de la autora boliviana Magela Baudoin, en la mayoría de las narraciones la violencia está interiorizada, por así decirlo, en la conciencia de sus protagonistas o implícita en el tipo de relación», advierte Guerrero, para quien «el retorno decidido de lo ominoso en la narrativa hispanoamericana de los últimos veinte años, especialmente en sus vertientes fantásticas, góticas y siniestras, podría ser el síntoma de un malestar creciente».

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