La periodista Loli Escribano presenta en Valladolid una novela marcada por vivencias personales

Decía Einstein que la mente es como un paracaídas que solo funciona si se abre. Generalmente ese proceso se lleva a cabo a través de experiencias personales, que animan a replantearte muchas cosas. Un escenario similar se le abrió a la periodista vallisoletana, Loli Escribano, tras superar un cáncer de mama, un momento crucial en su vida: «Estoy recuperada, viva. Pero cuando pasas por esta experiencia te planteas todo. Cuando te diagnostican dices: A ver si muero, y cuando tienes la muerte tan cerca o tan lejana, te replanteas la vida».

Una vivencia personal que le inspiró para escribir ‘Las mariposas no viven un solo día’, su cuarta novela de la firmará ejemplares este jueves en la Feria del Libro de Valladolid, en el stand de La Sombra de Caín, a partir de las 19.30 horas. «Es una mujer anciana, escribo el libro en primera persona y va contando su vida desde que tiene recuerdos hasta el momento presente hasta el final de sus días», esgrime Escribano, acerca de una obra en la que la protagonista, Candela, «aprovecha estas experiencias para demostrar que al liberarse de algunos principios, va encontrándose a sí misma y a disfrutar de la vida».

Para esta mujer «la vida le viene grande», y el deseo de la escritora es «transmitir que los valores, principios y educación que hemos recibido no es la más idónea para hacernos sentir bien individualmente. Tenemos muchos apegos, un concepto de culpa muy enraizado, a no sentirnos queridos, a la soledad, al qué dirán».

Una novela alejada de las tres anteriores, ‘El Cráneo del imbécil’ (2009), ‘No tiren piedras’ (2013), más costumbristas, y ‘Lo que nadie ve’ (2015), en torno al realismo mágico, que ha tenido «una excelente acogida, va por la segunda edición, y ha tenido una buena crítica que es lo que más me satisface», subraya. 

Publicada por Lastura, reconoce haber sentido «un flechazo literario» con su editora, Lidia López, porque no tenía pensado publicarla, tras tener el texto durante un año en un cajón . Una simbiosis entre el periodismo y la literatura, que en palabras de Loli Escribano, tienen una diferencia principal: «El orden de las palabras», a pesar de que «el contenido es el mismo».

El periodismo «como profesión me parece apasionante», indica, y en el mundo literario tuvo una incursión tardía: «Leí una entrevista cuando tenía 30 años a Isabel Allende, y ella decía que había empezado a escribir muy tarde. Mi cabeza hizo un ‘click’, y me animó a escribir una novela. Lo intenté, y la primera fue un reto, pero en las otras ha sido un disfrute total». Ese estreno tuvo como apoyo el Ateneo Monico Vicente de Soria, provincia donde ha residido desde sus primeros pasos, que le ayudó en la publicación, y en las dos siguientes se apoyó en Círculo Rojo, a través de la autoedición.

Amante de la lectura, está convencida de que «en este país que todo el mundo escribe, pero muy pocos leen», pero se congratula que la pandemia sirviera como punto de inflexión para recuperar hábitos, aunque ahora exista «una lectura selectiva, y si antes un libro nos parecía un sacrilegio dejarle sin terminar, ahora tenemos otras inquietudes, y si no nos gusta empezamos otro y no perdemos el tiempo».