Amancio Prada salda una deuda con Bécquer en un disco con sus ‘Rimas’
El músico, que cuando era estudiante compuso su primera canción sobre versos del sevillano, lanzará en otoño un disco monográfico en el 150 aniversario de la muerte del vate
Como esas flores que crecen en mitad de la nada hostil, delicadas e inesperadas, así ha surgido el nuevo proyecto de Amancio Prada (Dehesas, León; 1949), que verá la luz este otoño. Por primera vez en su dilatada carrera, el cantautor se lanza a musicar la poesía de Gustavo Adolfo Bécquer en un disco monográfico grabado en Urueña, junto al músico y productor Luis Delgado (Madrid; 1956). Una deuda saldada.
'Yo, en fin, soy ese espíritu, / desconocida esencia, / perfume misterioso / de que es vaso el poeta...’ . El pasado 29 de marzo, «viviendo un tiempo de inquietante incertidumbre, difícil y doloroso», Amancio Prada presentaba en sus redes sociales un adelanto de Espíritu sin nombre, una de las Rimas del poeta sevillano, de quien este año se conmemora el 150 aniversario de su muerte. Era uno de los primeros frutos que asomaban del tallo, pero no el inicial.
«Estudiando en Valladolid Dirección de Empresas Agrarias, me matriculé en el Conservatorio. En un piano que había en un pabellón medio abandonado de la residencia donde paraba, compuse con tres acordes una canción sobre su famoso poema de las golondrinas», evoca el cantante en declaraciones a este diario. No fue hasta hace unos diez años, y ya a la guitarra, cuando el músico afincado en Urueña se decidió a incorporar a su repertorio aquella primera canción, nunca antes grabada.
En noviembre pasado, pocas semanas después de que ofreciera un recital en la iglesia de San Luis de los Franceses, donde interpretó la citada canción, Amancio Prada actuó invitado por la Universidad de Sevilla en el Consulado de Portugal: allí estrenó Qué solos se quedan los muertos.
Hoy guarda un significado especial por la situación que vivimos, por las dramáticas pérdidas que muchos han sufrido . Es un poema estremecedor y la canción fue muy bien acogida por los asistentes, entre los que se encontraba el director del Centro de Actividades Culturales, que me propuso participar en los actos del 150 aniversario, abriendo la programación con un concierto en mayo. Aunque yo sólo tenía musicados esos dos poemas de Bécquer acordamos que interpretaría otras canciones de Rosalía y de Gil y Carrasco, dos coetáneos suyos... Hasta que llegó esto», recuerda el intérprete berciano, que reconoce haber tenido un confinamiento «muy provechoso». «Nunca había pasado cinco meses seguidos en Urueña. He disfrutado de su primavera; he sido labrador por las mañanas y trovador por las tardes», celebra.
Las canciones, «como las cerezas», fueron surgiendo, «una tras otra». «En realidad, para este tiempo, yo tenía previsto grabar un disco con canciones prácticamente inéditas, con letra y música mías, pero fui componiendo hasta reunir las suficientes como para grabar un disco. Y con Luis en Urueña, a mi lado, con quien tanto he grabado y cómplice esencial en mi discografía, me decidí a meterme de lleno en el disco y a aparcar los otros proyectos previstos», reconoce el autor de discos como La voz descalza –dedicado a la poesía de Santa Teresa de Jesús–, Canciones del alma –sobre textos de San Juan de la Cruz– o Cavalo morto –con versos de Juan Carlos Mestre–, en cuya grabación participaba la violonchelista vallisoletana Amarilis Dueñas (1998), que también interviene en Rimas de Bécquer –aún su título provisional–.
El músico, distinguido en 2010 con la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes, ha ‘redescubierto’ al poeta sevillano. «No sé si aún seguirá pasando, pero para muchas generaciones Bécquer fue el primer poeta que saboreamos» , admite Amancio Prada, que encontró «un gran estímulo» para grabar en la relectura de la obra del vate durante la primavera. «Lo encontré mucho más profundo de lo que recordaba. Es mucho más que los poemas del arpa y de las golondrinas, y eso que murió con 34 años y sin haber publicado un solo libro, con una producción no muy grande», recuerda el leonés.