Diario de Valladolid

Desmantelado un taller clandestino de explosivos en el centro de Miranda

El detenido acumulaba 17 artefactos caseros, 26 armas y más de 2.800 cartuchos

El sargento Carlos Chamorro, del Grupo de Desactivación de Explosivos (Gedex) de la Guardia Civil, muestra el arsenal incautado.-SANTI OTERO

El sargento Carlos Chamorro, del Grupo de Desactivación de Explosivos (Gedex) de la Guardia Civil, muestra el arsenal incautado.-SANTI OTERO

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Redacción de Valladolid
Valladolid

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Por su apariencia «introvertida» y «solitaria», podía pasar por el típico «vecino modélico» que nunca ha roto un plato aunque acumulase varias faltas por «lesiones» en el pasado. Sin embargo, el empleado de una empresa siderúrgica detenido por la Guardia Civil el pasado jueves en Miranda de Ebro almacenaba en su domicilio, y en un garaje comunitario -en el centro de la ciudad-, un inmenso arsenal de armas de fuego y artefactos explosivos que él mismo fabricaba de manera clandestina. ¿Su motivación? Según los investigaciones, tan solo una «peligrosa afición» que, obviamente, podía poner en «riesgo» a sus padres, que convivían con él, y al resto de residentes del bloque en el que vivía.

La principal preocupación de los agentes cuando se inició el seguimiento a este individuo era su posible vinculación, comercial o ideológica, con organizaciones terroristas o grupos políticos extremistas en disposición de atentar. También cabía la opción de que tarde o temprano se convirtiese en un «lobo solitario», práctica habitual en acciones yihadistas, de extrema derecha o derivadas de trastornos mentales. De momento, se descarta cualquiera de estas hipótesis porque no se ha acreditado relación alguna con terceros. Ni siquiera consta que tuviese intención de comercializar las armas tras ponerlas en funcionamiento a pesar de que podrían triplicar su precio en el mercado negro.

La operación ‘Tangerina’, coordinada por la Jefatura de Información de la Guardia Civil en el marco del Plan Integral para el Control de las Armas de Fuego (PICAF), culminó con éxito tras meses de seguimiento al sospechoso para determinar sus intenciones y comprobar si realizaba entrenamientos periódicos para probar las armas en campo abierto. No se pudo confirmar este extremo, aunque no sería de extrañar que probase su efectividad tras los retoques realizados en algún «momento puntual».

Una vez acreditada la existencia del taller, los agentes encargados del caso le abordaron en su centro de trabajo. A continuación, se procedió al registro de las dos ubicaciones en las que almacenaba el arsenal con la ayuda del Grupo de Desactivación de Explosivos (Gedex) y perros detectores de explosivos del Servicio Cinológico de la Benemérita. Posteriormente, el Gedex trasladó el material que entrañaba mayor peligro a un lugar seguro para proceder a su destrucción.

El hallazgo, uno de los mayores botines incautados en España hasta la fecha, dejó boquiabiertos a los investigadores. En total, el sospechoso acumulaba 17 artefactos explosivos de fabricación casera, 26 armas de fuego (de guerra algunas de ellas, como un fusil de asalto del mismo calibre que un AK-47), más de 30 kilos de precursores de explosivos, seis detonadores eléctricos y mechas, cuatro armas prohibidas (un bastón estoque, un tirachinas perfeccionado y dos pistolas táser), 2.846 cartuchos de diferentes calibres, una ballesta de polea, componentes de distintas armas y cargadores, un silenciador, un chaleco antibalas, más de 4.000 proyectiles, pólvora y maquinaria para la fabricación de cartuchería, 35 artefactos pirotécnicos, cuatro botes de humo y material de laboratorio para fabricar mezclas explosivas.

Perfil «inquietante»

El capitán de la Jefatura de Información, Fernando Castellanos, puso de manifiesto que el perfil del detenido es cuanto menos «inquietante». Aficionado a las armas «desde pequeño», carecía de licencia y llevaba al menos tres años adquiriendo armamento antiguo e inutilizado, vía internet, a un establecimiento de Eslovaquia en el que, curiosamente, se vendieron los fusiles empleados en los atentados de París de 2015. Los productos entraban ilegalmente en España a través de paquetes postales.

«Tenía medios y conocimientos, pero afortunadamente le faltaba la motivación», subrayó el teniente coronel jefe de la Comandancia de la Guardia Civil, Alfonso Martín. No en vano, su solitaria afición por las armas no pasaba desapercibida para sus padres, temerosos de los riesgo que entraña el almacenamiento de material explosivo en una zona residencial. Pese a ello, ninguno de los dos ha sido detenido al no apreciarse complicidad con la actividad que su hijo desarrollaba de forma obsesiva, pues solo salía de su domicilio para ir a trabajar.

El detenido, actualmente en prisión, ha sido puesto a disposición del Juzgado de Primera Instancia e Instrucción número 2 de Miranda de Ebro. Se le imputan sendos delitos de tráfico y almacenamiento de armas, municiones y material explosivo. Una vez concluida la investigación, los agentes creen que quizá no tuviese la intención de atentar -al menos a corto plazo-, pero su «personalidad inestable» podía suponer un peligro para la seguridad ciudadana en cualquier momento.

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