Diario de Valladolid
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Redacción de Valladolid
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Tras el rescate de la también eólica y danesa LM en Ponferrada, que desde la perspectiva de este septiembre negro empieza a parecer inverosímil, la clausura de la eólica y danesa Vestas, que ostenta el liderazgo eólico en nuestra Comunidad, se impone con la fuerza de una maldición. Por eso ayer el pleno de las Cortes de Castilla y León arrancó con una declaración institucional, respaldada por todos los grupos de la cámara, de apoyo a sus trabajadores y a las dos mil familias afectadas por la amenaza de cierre.

Después del rescate, LM tiene cerca de mil trabajadores empleados en una factoría que se encuentra a pleno rendimiento. Asistieron a la declaración del plenario dirigentes sindicales de la planta, con el secretario autonómico de Comisiones Obreras al frente, alcaldes de su zona de influencia y algunos trabajadores. El horizonte que envuelve la continuidad de Vestas no puede decirse que sea esperanzador, a pesar de las acciones institucionales concertadas este septiembre, pero tampoco es resignado, lo cual ya es decir mucho en un territorio habituado a la mansedumbre.

Seguramente, la planta va a cerrar, pues para eso ficharon al buitre Jerónimo Corral. De lo que se trata en este momento, es de que no les salga gratis la espantada. Que no puedan sacar de la planta la producción rematada y ya presumiblemente vendida. Y menos aún, que se lleven una maquinaria pagada con subvenciones, después de una estancia de negocio de doce años a coste cero. Todas estas se supone que son cautelas previstas en las ayudas y en la tutela de la fundación Anclaje, porque de lo contrario apaga y vámonos.

El impacto del cierre de Vestas marcó un pleno con otras incidencias, como el caso Enredadera presente en las preguntas de los portavoces de Podemos y Ciudadanos al presidente Herrera, antes de remachar con la reflexión del leonesista Luis Mariano Santos a propósito de la eficiencia institucional, que puso en duda, de las administraciones públicas en este conflicto. Las preguntas al presidente las abrió el portavoz socialista Tudanca con un ofrecimiento tajante de cooperación para establecer un suelo social en la Comunidad, mediante las reformas y acuerdos que sean precisos «para dejar una Castilla y León mejor que la que se encontró al llegar».

Pero ayer, como el pasado jueves en las calles de León y todos los días en la travesía del Páramo, la deslocalización de Vestas puso el acento al plenario. Esta estampida se enmarca en el actual proceso de transición energética, que si alguien calificó una vez como justa, tendrá que ir corrigiéndolo. Porque de momento suma a la clausura de las minas y al abandono de sus cuencas el ricino atufante de la quema de carbón importado desde distintos mataderos internacionales para las térmicas. Nada de transición justa, sino abrupto despeñadero.

Y casi da vergüenza recordar precisamente ahora nuestra cotización territorial energética a través de los embalses y su producción hidroeléctrica. Se construyeron sin reparar en daños humanos ni medioambientales, para entregar su explotación a empresas cuyo rostro hace tiempo que dejó de tener rasgos cercanos a nosotros. También ahí, nuestro fue el sacrificio en forma de valles anegados y despoblación, sin que nadie pensara en ninguna especie de retorno compensatorio.

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