Diario de Valladolid

Oblanca incuba su crecimiento

La empresa familiar leonesa invertirá 12 millones y creará 100 empleos en la ampliación del silo y el matadero de pollos / Busca elevar sus ventas de 69 a 100 millones en tres años

Los hermanos Javier y Óscar en la nave de oreo de Oblanca en el Polígono de Onzonilla (León).-E.M.

Los hermanos Javier y Óscar en la nave de oreo de Oblanca en el Polígono de Onzonilla (León).-E.M.

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J. Luis F. del Corral

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Once años después de inaugurar la planta de producción avícola en el Polígono Industrial de Onzonilla (León), la segunda generación de la familia Oblanca prepara un plan de inversiones para aumentar su facturación un 45% en tres años.

Se llama ‘Plan 100’ y supone dar un impulso al silo robotizado y ampliar el matadero. Las cifras que manejan los hermanos Oblanca son elocuentes. Se trata de invertir 12 millones de euros con una ampliación de las instalaciones.

La inversión en el silo implicará una mayor agilidad en la preparación de los productos para atender a los clientes en todas las rutas. La ampliación del matadero supondrá pasar de sacrificar los 6.000 pollos a la hora actuales a 9.000, un 50% más. La fábrica actual en su conjunto ocupa 15.000 metros cuadrados y la ampliación será de 6.000 metros.

El impacto esperado de la inversión es importante en facturación y en empleo. El grupo Oblanca prevé pasar de los 69 millones de euros de ventas en 2017 a cien millones en 2020. La consecuencia es la creación de cien puestos de trabajo que se suman a los 550 actuales entre directos e indirectos. Si se cumplen sus previsiones, la facturación se habría multiplicado por cuatro desde que inauguraron la planta de Onzonilla en 2007, momento en el que las ventas alcanzaban los 25 millones de euros.

«Esas inversiones ya estarían en marcha si no fuera por el incendio desatado en 2016 en la incubadora de Alija del Infantado», precisa Javier Álvarez Oblanca, consejero delegado del grupo. Su compañía culmina ahora una inversión de ocho millones de euros en la reconstrucción de esa planta que inaugurarán en breve. Esta nueva planta tiene una capacidad anual de 30 millones de pollitos y 40 millones de huevos. De esos 30 millones de pollitos, la planta industrial recibe 15 millones de pollos al año. «Vamos a poder atender nuestros suministro, pero también el de otros productores. Esto es una cadena», destaca Álvarez Oblanca.

La compañía familiar leonesa tiene claros los retos: «Queremos crecer, ser una empresa de mayor volumen. En nuestro negocio la escala es importante y necesitamos tener unos desarrollos de productividad y eficiencia que tiene que elevar nuestro volumen de negocio». Ese reto de ganar tamaño pasa por iniciar la aventura de la exportación y diversificar su producción hacia el pollo preparado.

El plan estratégico se marca el reto de la exportación. «No solo de pollo, que viaja mal porque el coste logístico se acaba comiendo el poco resultado que pueda haber», explica Óscar Oblanca. Su reto es abrir el mercado exterior a base de elaborados de pollo: pechugas cocinadas, albóndigas... «El camino que tiene hoy en día una industria de pollo es elaborar el producto. Lo pide el consumidor, que cada vez va menos a la tienda a comprar un pollo entero», precisa Javier Álvarez. Ambos hermanos tienen claro que los elaborados son «el futuro». La gente quiere llegar a casa y si puede no manchar ni el plato y que la comida vaya con un envase tan digno que puedas comer en él». Esa es su hoja de ruta exportadora y el objetivo de crecer.

Pero no es fácil competir con países fuera de la Unión Europea . «Las exigencias sanitarias son muy superiores a las de EEUU», el país que inició la industrialización del pollo. «Desde hace quince años en España y Europa no se aplica ningún promotor de crecimiento del pollo. En Europa está prohibido por ley y en EEUU lo hacen al día de hoy», precisa Óscar Oblanca.

La seguridad alimentaria es una de sus prioridades. Se palpa al entrar en sus instalaciones. «Estamos por encima de los estándares mundiales en los niveles de bienestar del pollo. Esta es una de las barreras para exportar fuera de Europa», precisa el gerente comercial de la compañía.

El reto de crecer forma parte de los genes de esta empresa familiar leonesa. En 2015, adquirieron Garlaiz, una fábrica de elaborados cárnicos ubicada en el Polígono Industrial de Trobajo del Camino en San Andrés del Rabanedo. Pretendían trasladar a esa planta los elaborados de pollo, pero se dieron cuenta de que «lo suyo era dedicarla a elaborados de cerdo». Hoy fabrican 40.000 kilos de elaborados cárnicos: sajonia, bacon, callos, paleta, lomo curado... «Estamos aprendiendo para trasladar esto a la industria del pollo».

El negocio de Oblanca tiene tres patas. El grueso es la división avícola, centrada sobre todo en el pollo, que representa el 70%. Le sigue la división de congelados con mil referencias de pescados, repostería y también pollo; todos ellos orientados a la hostelería, que supone el 20% del negocio.La tercera pata es la de refrigerados (charcutería y lácteos), con el 10%.

Un silo robotizado y un proceso tecnológico elevado que conecta el matadero con las salas de despiece son las claves del negocio actual y de su evolución. «Una de las fortalezas del grupo es la distribuidora, que se basa en un control muy riguroso de los stock y de la preparación de los pedidos diarios para los clientes. Lo que nos piden durante el día de hoy se lo suministramos mañana», precisa Javier Álvarez Oblanca. Se trata de una tecnología punta orientada a «maximizar la eficiencia de la recepción, el almacenamiento y la expedición de productos congelados».

La distribución de los productos ha cambiado en el tiempo. Oblanca cuenta con una flota de 40 vehículos de reparto en las zonas de implantación. «Hoy a las grandes superficies se les suministra a través de plataformas y nuestra ruta capilar se centra mucho en la hostelería», comenta Óscar Oblanca.

El proceso productivo arranca en Iberavi, la planta de Alija del Infantado que realiza la actividad de recría de gallina de un día y que posteriormente pasa al periodo de puesta. Esos huevos son incubados durante tres semanas y los pollitos de un día son engordados en las granjas que Oblanca subcontrata, a las que aportan la alimentación (pienso) y todo el control veterinario y sanitario.

La compañía leonesa ha adquirido una nave, ya habilitada, detrás de la planta actual en Onzonilla para la ampliación del matadero.

Oblanca busca ganar peso en el sector nacional. Hoy está entre los doce primeros por facturación. En León es de las grandes en volumen de negocio. «Estamos entre las diez primeras».

La apuesta firme del grupo es por León. Ven con pesimismo el declive industrial, sobre todo de la capital. «León necesita ocho o diez empresas grandes, potentes, que tiren de la actividad económica y social», señala el consejero delegado de Oblanca, que reclama políticas que ataquen este problema.

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