Diario de Valladolid

Detenido un pastor con antecedentes de delito sexual por la muerte de la joven de Zamora

El cuerpo de Leticia Rosino, de 32 años y vecina de Castrogonzalo, fue localizado horas después de su desaparición en un terraplén próximo al pueblo con fuertes golpes en la cara y en la cabeza

Agentes de la Guardia Civil de Zamora durante las labores de investigación del crimen.-ICAL

Agentes de la Guardia Civil de Zamora durante las labores de investigación del crimen.-ICAL

Publicado por
Jose Luis Cabrero

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Apenas doce horas tardó la Guardia Civil en detener a un vecino de Castrogonzalo (Zamora) como principal sospechoso de la muerte de Leticia Rosino Andrés, cuyo cuerpo apareció en un terraplén con signos de violencia. A primera hora de la tarde de ayer, este varón, con antecedentes por agresión sexual, entró en el cuartel de la Guardia Civil de Benavente para prestar declaración. Hoy pasará a disposición judicial, mientras las investigaciones se encaminan a determinar si hubo agresión sexual.

No pudo terminar de peor forma la desaparición de la joven zamorana. De nada sirvió que su familia no tardara ni dos horas, desde que constató que era imposible comunicarse con ella por teléfono, en montar toda una campaña de búsqueda a través de las redes sociales y en convencer a la Guardia Civil de que algo malo tenía que haber pasado en la tarde del jueves para que Leticia no hubiera vuelto a casa. La joven acostumbraba a dar un paseo por los alrededores del pueblo en el que trabajaba y en el que vivía, la localidad zamorana de Castrogonzalo, con cerca de 500 habitantes y a pocos kilómetros de Benavente, en el norte de la provincia de Zamora.

Las más funestas premoniciones de la familia se cumplieron y el cuerpo sin vida de Leticia Rosino, de 32 años, fue localizado en un terraplén a la una y media de la madrugada con evidentes signos de violencia. Tenía la cara y el cráneo destrozados a golpes, según confirmó el subdelegado del Gobierno en Zamora, Jerónimo García Bermejo, durante el relato de los hechos.

Tras el macabro descubrimiento, la Guardia Civil montó un exhaustivo operativo de búsqueda de pruebas que terminó a las doce del mediodía de ayer con la detención de J.F., un hombre bien entrado en los 50, vecino de Castrogonzalo, padre de dos hijos y pastor de profesión. Sus antecedentes penales por un delito sexual pesaron como una losa en su detención. Aunque eran conocidos por muchos de sus vecinos, estaban prácticamente olvidados ya que se remontan a sucesos acaecidos hace más de 20 años.

Además, por su profesión, parece que conocía y frecuentaba la zona en la que cada tarde la víctima paseaba. Los testimonios de algunos vecinos que aseguraron haberle visto por el entorno donde desapareció Leticia terminaron por inclinar la balanza en su contra.

A media mañana, la Guardia Civil entraba en su domicilio, situado en la calle del Río, para detenerle e inspeccionar su vivienda y la de sus padres, también situada en Castrogonzalo, en busca de pruebas incriminatorias. Los agentes inspeccionaron también una nave ganadera de su propiedad situada cerca de la vivienda de la víctima. El detenido fue trasladado a la Comandancia de la Guardia Civil en Benavente para prestar declaración.

Serán ahora las pruebas forenses las que darán luz sobre la hora en la que falleció Leticia Rosino a manos de su agresor y si el dispositivo de búsqueda montado por la Guardia Civil y la familia tuvo alguna oportunidad de cambiar el final funesto de esta trágica historia.

La llamada pidiendo auxilio a la Guardia Civil, según explicó el subdelegado del Gobierno, la realizó en la tarde del jueves la hermana de la fallecida, extrañada por la tardanza en su regreso y sobre todo, por no ser capaz de contactar con ella a través del móvil del que estaba, habitualmente, muy pendiente. Con todos los datos sobre la mesa aportados por la hermana y por la pareja de la víctima, con quien convivía en Castrogonzalo, la Guardia Civil contempló la posibilidad de que algo «extremadamente extraño», señaló García Bermejo, hubiera ocurrido con Leticia Rosino.

Mientras por las redes sociales volaba ya un cartel con la cara de la desaparecida, sus datos personales y los teléfonos de contacto de la familia, la Guardia Civil montaba un operativo de rastreo con tres patrullas y una unidad canina. Varios voluntarios, además de la familia, ayudaron en unas tareas de búsqueda que se prolongaron, incluso, hasta bien entrada la noche a la vista de que Leticia Rosino seguía sin aparecer.

Pasada la una de la madrugada, un rastro de sangre encontrado por uno de los voluntarios llevó a la Guardia Civil hasta el cuerpo sin vida de la desaparecida, que trabajaba en el departamento químico de una industria láctea del polígono industrial de la localidad. El hallazgo se produjo muy cerca de las instalaciones del centro de tratamiento de residuos de la localidad, en un terraplén, a unos pocos minutos del casco urbano del pueblo.

El cadáver presentaba inequívocas muestras de violencia que descartaron desde un primer momento una muerte accidental. A primera hora de la mañana de ayer, el propio subdelegado del Gobierno en un escueto relato de los hechos confirmó la presencia en el cuerpo de señales de «golpes en cara y cabeza muy violentos».

Tras desactivarse el operativo de rastreo, la Guardia Civil inició inmediatamente las pesquisas para buscar al responsable del crimen. Mientras tanto, los forenses y el juez de guardia inspeccionaron el lugar hasta el levantamiento del cadáver, que se produjo a las cuatro de la madrugada con el traslado del cuerpo de Leticia Rosino al Instituto Anatómico Forense de Zamora para la realización de la autopsia, que se realizará hoy sábado por la mañana.

Las primeras investigaciones de la Guardia Civil contemplaron la posibilidad de que alguien en el entorno de la víctima pudiera estar detrás del crimen. Tras tomar declaración a familiares y amigos, los investigadores descartaron rápidamente que pudiera tratarse de un delito de violencia de género.

En ese momento, las pesquisas de los agentes se dirigieron hacia los vecinos de Castrogonzalo y de los pueblos limítrofes en busca de sospechosos. Los investigadores no tardaron en encontrar el rastro de J.F., con antecedentes penales por un delito de agresión sexual. Un hombre muy conocido en el pueblo y que por su profesión, la de pastor, tenía información sobre las rutinas de paseo tanto de los vecinos del pueblo como de la propia Leticia.

La rapidez con la que se produjo la detención hizo que fuese el propio subdelegado del Gobierno el que pidiera prudencia y respeto por la presunción de inocencia. «Se le ha detenido para obtener información» aseguró al mediodía, tratando de no cerrar todos los cabos de un suceso que ha extrañado a los expertos por la rapidez con la que se han desarrollado los acontecimientos. También pesó en su detención, reconoció el subdelegado, el hecho de que el detenido «frecuentara habitualmente» los parajes donde desapareció la joven.

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