Diario de Valladolid

Un experto ve en la crisis inmobiliaria la clave de la desaparición de las cajas

Coronas Vida, profesor de la UBU, opina que la decisión de Caja Ávila y Caja Segovia de fusionarse con Caja Madrid fue «nefasta»

Coronas Vida, durante su intervención en la comisión de investigación  de las cajas de ahorro.-ICAL

Coronas Vida, durante su intervención en la comisión de investigación de las cajas de ahorro.-ICAL

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Redacción de Valladolid
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El profesor de Historia e Instituciones Económicas de la Universidad de Burgos Luis Javier Coronas Vida aseguró ayer que la clave de la desaparición de las cajas de ahorro fue la crisis inmobiliaria y que el papel de los políticos en el ocaso de estas entidades financieras fue secundario.

No obstante, Coronas Vida, que compareció en la Comisión de investigación sobre la actuación, gestión y supervisión de las cajas de ahorro de las Cortes de Castilla y León, calificó de «nefasta» la decisión tomada por los responsables de Caja de Ávila y Caja Segovia de fusionarse con Caja Madrid y no aceptar ninguna de las recomendaciones realizadas desde la Junta, a la vez que recalcó que cualquiera de las opciones planteadas entonces hubiera sido mejor.

El profesor, autor del libro Los bancos y las cajas de ahorro en la historia de Castilla-León, obra publicada en 2012, también reconoció que la Junta «no puso toda la carne en el asador» a la hora de que saliera adelante su proyecto para fusionar a todas las cajas de la Comunidad en una única entidad, iniciativa que contaba con el apoyo del Partido Socialista, y aseguró que en caso de algunas provincias como Burgos, Ávila y Segovia prefirió no «remover sentimientos locales», informa Ical.

En este sentido, apuntó como causas del fracaso del proyecto de fusión autonómico el «difuso sentimiento regional» que existe en Castilla y León en comparación con otras regiones y que convertía en poco atractivo el proyecto común, hasta el punto que en el caso de Burgos hubo manifestaciones populares contra la fusión, y el miedo de los políticos y los propios técnicos a perder el control y la capacidad de influencia de las cajas.

A pesar de todo, Coronas Vida aseguró que aunque el proyecto de fusión hubiera salido adelante como planteó la Junta, la entidad resultante «difícilmente» hubiera sobrevivido a la crisis.

Sobre la crisis inmobiliaria, el profesor recordó que la construcción pasó de representar entre el 4% y el 5% del PIB de la economía española entre 1985 y 1998, a duplicar su peso en 2006. Además, apuntó que aunque ya en 2005 informes técnicos del Banco de España advertían de que el nivel de endeudamiento exterior de las cajas no podía seguir creciendo para atender la demanda inmobiliaria, y que era necesario «enfriar» el sector, «nadie tuvo el valor de atender esta advertencia».

También indicó que las cajas de ahorro sufrieron con más virulencia la crisis al estar más especializadas en el sector inmobiliario que los bancos, a la vez que matizó que el problema no radicó tanto en los impagos de los créditos hipotecarios a los particulares, como en los que se habían concedido a promotores y empresas del sector.

Coronas Vida argumentó que en el caso de haber actuado antes se podía haber evitado la gravedad de la crisis, pero también reconoció que era difícil aplicar frenos cuando la economía y el empleo crecían a muy buen ritmo. En este panorama, según explicó, los políticos veían a las cajas de ahorro como bancos regionales o provinciales y «se dejaron llevar por la burbuja inmobiliaria».

En su intervención y a preguntas de los distintos portavoces políticos, aseguró que el papel de los políticos en este proceso de desintegración de las cajas fue secundario, aunque reconoció que en Castilla y León, como en el resto de comunidades, los políticos ejercieron mucha presión para sacar adelante proyectos de excesivo riesgo y escasa rentabilidad, como pudo ser la red de supermercados El Árbol.

De todas formas, aseguró que todo este proceso de desintegración no han existido diferencias entre Castilla y León y otras comunidades, y también sentenció que el rescate que planteó el Gobierno fue la «solución menos mala», aunque sólo se recupere la mitad del dinero público que se inyectó en el sector.

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