Diario de Valladolid

«Si te he hecho daño, perdóname»

La última víctima que denunció abusos en el seminario de La Bañeza se encara con el cura de El Barco al que acusa y éste se disculpa / «Le perdono, con rencor no puedo vivir. Él sabe que lo hizo y yo, también»

El ex seminarista Emiliano Álvarez protestó ayer en Astorga por el desinterés de la Diócesis.-E. M.

El ex seminarista Emiliano Álvarez protestó ayer en Astorga por el desinterés de la Diócesis.-E. M.

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Alicia Calvo
Valladolid

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Siempre había imaginado «con mucho miedo» el momento en el que se enfrentara cara a cara con el cura que asegura que abusó sexualmente de él cuando «sólo tenía diez años», pero cuando sucedió las palabras salieron solas.

«¿No me conoces?», le preguntó el ex seminarista Emiliano Álvarez al párroco de El Barco de Valdeorras, Ángel Sánchez Cao. Es el segundo cura investigado por pederastia en el seno de la Iglesia de Castilla y León, tras la condena eclesiástica al sacerdote pederasta José Manuel Ramos Gordón.

Sánchez Cao lo reconoció por las fotografías que han salido en los medios desde que este ex alumno del seminario de La Bañeza denunciara públicamente –y ante la Diócesis de Astorga– a este párroco por pederastia, pero también porque ha recabado datos sobre él, tal y como le confesó en la conversación que ambos mantuvieron hace unos meses.

El actual párroco de esta localidad de Orense, que ejerció como docente a finales de los 70 en el seminario bañezano, rehusó admitir su culpabilidad explícitamente, pero se disculpó. Así se despidió, según relata la propia víctima: «Si te he hecho algún daño, perdóname», le dijo.

Emiliano Álvarez cuenta que estas palabras le sentaron «bien» y que le ayudan a mirar hacia delante. «Le he perdonado porque con odio no se puede vivir. Me he enfrentado a un miedo enorme, a un trauma y estoy mejor que antes», indica sobre la visita que decidió hacer a este sacerdote sin previo aviso.

Cogió el coche y se desplazó hasta El Barco de Valdeorras para encararse con él. La actitud accesible que Sánchez Cao mostró le sorprendió. «No esperaba que estuviera receptivo, pero hablamos tranquilamente y aunque él no lo admitía, le dije ‘te vi’», relata Álvarez. «Me metió mano y me despertó», agrega, y revela que el párroco mantuvo en todo momento un gesto «avergonzado». «Sentí su vergüenza, se le notaba claramente en la cara».

Aunque el ex seminarista señala que «no dijo en ningún momento ‘sí, lo he hecho yo’», explica que ni siquiera importa. «Él sabe que lo hizo y yo, también. Me ha pedido perdón, pues ya está», asegura sobre un momento que le ha servido para cerrar algún capítulo oscuro sobre su infancia, pero no todos.

La lentitud y la falta de noticias relativas a la investigación que el Obispado se vio obligado a iniciar por la presión social le siguen manteniendo en vilo. «Necesito pasar página y recuperar mi vida normal, pero así es imposible».

Los meses pasan y lo único que recibe de la Diócesis es silencio. Presentó la denuncia en febrero y el Obispado le tomó declaración en marzo. Desde entonces, nada.

Por esta indiferencia mostrada por la Iglesia en Castilla y León se concentró ayer en Astorga, frente al Obispado, para exigir que el obispo o alguno de sus colaboradores le informe a él directamente sobre la situación de su proceso. «Llamas y preguntas y no te pasan con nadie. Sería tan sencillo como decirme ‘está en Roma’. Pero no, el obispo sólo quiere hablar de cara a la galería, a los medios. Pues en vez de decirlo así, tendría que contármelo a mí, que soy la víctima», critica, sobre todo porque tras declarar el vicario judicial le indicó que «en uno o dos meses» le comunicarían la resolución de su expediente.

Álvarez espera que el Papa, como ya hizo con los hechos descritos por la primera víctima que denunció al cura pederasta Ramos Gordón, declare la culpabilidad de Sánchez Cao. También desea que se le aparte del oficio del sacerdocio y le gustaría que se persiguiera a los encubridores, a esos miembros de la Iglesia que conocían lo que sucedía «a tantos niños», pero que prefirieron callar.

Sin embargo, este último extremo lo descarta porque el Obispado ya ha mostrado su desinterés en extender responsabilidades.

Mientras, permanece a la espera, «indignado por la continua falta de respeto» de la Diócesis. «Me da igual lo que diga el Vaticano porque eso sí pasó; abusó de mí. Sólo quiero que acabe este tormento».

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