Diario de Valladolid

Bocados de Semana Santa

Los confiteros ponen a la venta por quinto año el pastel penitente, un producto que endulza una celebración «con solera y arraigo»

Ángel Mesonero muestra el pastel penitente en la Confitería Vitín.-PHOTOGENIC / PABLO REQUEJO

Ángel Mesonero muestra el pastel penitente en la Confitería Vitín.-PHOTOGENIC / PABLO REQUEJO

Publicado por
Estibaliz Lera

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Cada uno tiene una historia, una tradición y un motivo. Los penitentes se echan durante estos días a la calle para formar parte de las procesiones. Eso sí, todos comparten una forma de entender la Pascua. Un vínculo muy fuerte que se hereda de generación en generación.

Son momentos para reflexionar sobre la reconciliación, los cambios en la vida. Unas jornadas diferentes donde el fervor y el sentimiento están más presentes que nunca. Los cofrades se encargan de ello. Son los protagonistas de la Semana Santa. Están en todas partes y a todas las horas del día, incluso en el postre. Es posible poner el broche al desayuno, a la comida, a la merienda o la cena con un nazareno dulce.

La Asociación Provincial de Empresarios de Confitería de Valladolid pone a la venta por quinto año consecutivo el pastel penitente, un dulce que se ha convertido en «un símbolo» de una celebración «con solera y arraigo».

El presidente de los confiteros de Valladolid, Rafael Mesonero, explica que el penitente es un palo de petisú relleno de chantilly y un cono de chocolate decorado con azúcar fondant. «Hemos querido que se materialice en sabores conocidos y que nos evoquen a los dulces típicos de esta época». No obstante, existen muchas variedades, «todas las que nos permitan los colorantes alimentarios».

Arrancaron con la venta el Viernes de Dolores y ya tiene varios encargos de cofradías que quieren verse reflejadas en este dulce, que cada vez conquista a más gente tanto dentro como fuera de las fronteras. En este sentido, Mesonero recuerda que hace unos años tuvieron un pedido muy especial. Venía de Sevilla.

Una cofradía quería 50 penitentes. «Se enteraron de este dulce y quisieron disfrutar de él durante la Semana Santa», cuenta «emocionado» de poder exportar el saber hacer de los maestros pasteleros de su tierra. También reciben muchas peticiones de hermandades de pueblos y ciudades cercanas.

El pastel se puede encontrar en todos los establecimientos pertenecientes a la asociación de confiteros hasta el miércoles de Pascua. En todos estos días realizan alrededor de 4.000 penitentes. «Sólo en Confitería Vitín hacemos 600-700». Sin embargo, apunta que todo depende de la meteorología. «Si hace mucho calor la gente prefiere un refresco o un helado a un pastel. Si hace demasiado frío, la gente no sale», relata el presidente de los confiteros vallisoletanos, antes de añadir: «Miramos mucho al cielo como las cofradías».

Es una apuesta segura. Niños, jóvenes y mayores se rinden ante sus encantos. «La gente mayor lo demanda por el relleno. Los niños por el colorido. Además, el capirote es de chocolate, que a todo el mundo le gusta», comenta Mesonero y agrega que su confección no tiene «misterio» pero llama «mucho la atención». El secreto es la «imaginación» que cada maestro pastelero pone en su elaboración.

De una masa se pueden sacar hasta 500 penitentes, luego se rellena y se colorea, por lo que el dulce se hace en el día. Una vez hecha la masa, en cada pastel se tarda alrededor de cinco minutos. «Lo más complicado es el color», confiesa. En conjunto atrapa. Y es que, tal y como expone, cuando se colocan cuatro o cinco juntos «parece que están procesionando».

Esta particular delicia se suma a otras propuestas de la asociación para la Feria del Libro, la Semana Internacional de Cine, el pastel de San Lorenzo o los 100 años de la Casa Consistorial. «La Semana Santa de Valladolid tenía que tener un pastel que la identificara más allá de las típicas torrijas», subraya Rafael Mesonero. 

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