Blázquez apela a la «concordia» para unir esperanzas
Una abarrotada plaza Mayor preside el Encuentro que pone broche final a la Semana Santa
El cardenal arzobispo de Valladolid, Ricardo Blázquez, durante el fervorín celebrado en la plaza Mayor de Valladolid, con el paso de Nuestro Padre Resucitado de fondo.-J.M. LOSTAU
El cardenal arzobispo de Valladolid, Ricardo Blázquez, apeló a la «concordia» para «unir las manos, sintonizar esperanzas y caminar juntos» en medio de la «incertidumbre» con el fin de lograr así la paz.
Así lo señaló este Domingo Santo durante el fervorín que pronunció ante una abarrotada plaza Mayor presidida por los pasos de Nuestro Padre Resucitado, Virgen de la Alegría y Santo Sepulcro Vacío, pasos principales de la Procesión del Encuentro.
A pesar de la constante amenaza de lluvia que marcó esta Semana Santa e incluso obligó a cancelar algunas de las procesiones, el sol protagonizó este Domingo Santo y ha permitido que el último acto litúrgico se desarrolle con normalidad.
Además, Blázquez se hizo eco de las palabras de Jesús Resucitado cuando fue encontrando a sus discípulos, a quienes transmitió la paz, y deseó que esta llegue a «cada persona, a cada familia, a la ciudad de Valladolid y, en definitiva, a la humanidad».
La resurrección de Jesús, agregó, avala que «después de la muerte hay vida» y que, por tanto, «no es la última palabra sobre nuestra existencia». Por último, Blázquez pidió al Señor que le dé la fuerza para ser «fermento» de esperanza en situaciones «agobiantes» de la vida en las que «da la impresión de que no hay futuro».
Acto seguido, la suelta de palomas puso el broche final a los actos de Semana Santa de 2018, nueve días en los que la capital vallisoletana ha acogido más de una treintena de procesiones desde el pasado 23 de marzo hasta este Domingo de Resurrección, fiesta culminante del año litúrgico, y en los que los hermanos de 20 cofradías han «sacado a la calle» la pasión de Cristo.
En el fervorín, Blázquez aseguró que es posible vivir de manera «serena, gozosa y caritativa en medio de nuestra historia» aunque no se deben esperar «metas históricas concretas», sino la «vida eterna».