La familia que acompaña el paso a la vida eterna

Los Rovira son parte del alma de la Cofradía de Nuestro Padre Jesús Resucitado que tiene su sede canónica en la iglesia conventual de Nuestra Señora de Porta Coeli (MM Calderonas) de la calle Teresa Gil. Nuria Rovira pertenece a esta hermandad desde hace cuatro décadas, ahora dentro de la directiva que fue fundada en 1960 tomando como nombre y fines otra anterior que existía a mediados del siglo XVI. Su hermano Jorge es presidente. Pero la lista con este apellido en la cofradía que representa el paso al más allá es larga y extensa.

Su música, en este caso con sones y ritmos muy alejados de los fúnebres que se han protagonizado los actos litúrgicos durante toda la semana, se escucha en la Plaza Mayor de la ciudad cada Domingo de Resurrección en la que su imagen titular Nuestro Padre Jesús Resucitado se encuentra con la Virgen de la Alegría. Desde hace 25 años Nuria es una de los integrantes de la banda; sale tocando el bombo aunque antes se soltó con el tambor. «Espero todo el año ese día, es muy bonito».

La talla, realizada por el escultor zamorano Ricardo Flecha en 1994, es una representación de Cristo guiando al pueblo, desde las tinieblas de la muerte hasta el amanecer primaveral de la vida, cicatrizando las llagas de sus clavos, sanando la lanzada de su costado, asumiendo la cruz de cada día para que ella se convierta en lanza de salvación. Es el Jesús de la fe de la alegría.

El Miércoles Santo por la noche los miembros de esta penitencial son testigos de otro de los momentos vibrantes. Salen en la Procesión del Arrepentimiento acompañando al paso ‘Las Lágrimas de San Pedro’, obra atribuida al escultor Juan de Ávila y propiedad de la Parroquia del Salvador. «Hacemos las tres negaciones en distintas iglesias de las cofradías, un acto muy sentido y emotivo», comenta. Con esta imagen desfila el Jueves Santo en la Procesión de la Amargura y el Viernes Santo en la General de la Sagrada Pasión del Redentor.