El clarete y otras doce nuevas excusas para ‘patear’ la provincia

La denominada Ruta del Clarete, impulsada por la Ruta del Vino de Cigales, se convertirá en el segundo sendero de Gran Recorrido homologado en la provincia, junto con el de la Senda del Duero, después de que hace una década se abandonasen cuatro recorridos con más de cincuenta kilómetros promovidos en Valladolid, por no haber vuelto a ‘pasar el examen’ que requiere su certificación. Se trata de los GR Tierra de Campos, Valle de Esgueva, Senda Montes Torozos y Canales de Castilla, todos ellos descatalogados en 2007, según aclaró la Federación de Deportes de Montaña, Escalada y Senderismo de Castilla y León.

Con estas ausencias, el itinerario que une las localidades de Fuensaldaña, Mucientes, Cigales, Corcos del Valle, Quintanilla de Trigueros, Trigueros del Valle, Cubillas de Santa Marta, Dueñas (Palencia), Valoria la Buena, San Martín de Valvení, Cabezón de Pisuerga y Santovenia, será también el segundo más largo del territorio provincial, tras el que discurre a orillas del Duero, con 93 kilómetros en varias etapas que oscilan entre los 4 y los 15 kilómetros de distancia.

El proyecto se presentó hace poco menos de un año –el 24 de mayo de 2017– y en el plazo máximo de un mes lo inaugurarán de forma oficial, una vez subsanen las pequeñas deficiencias detectadas por la FDMESCYL, centradas principalmente en la necesidad de desbrozar un tramo entre Quintanilla y Trigueros.

El resto del trabajo está listo para dar a conocer y promocionar a nivel turístico los doce municipios que decidieron poner en común y llevar a cabo este proyecto, con el vino de la denominación de origen Cigales como nexo de unión.

Pero no es el único a las puertas de conseguir el certificado final de homologación. En Valladolid hay otras doce propuestas, todas ellas impulsadas por ayuntamientos, a punto de entrar a formar parte de la red para practicar senderismo.

Se trata de la Senda del Pico Cuadrado-Matacara, en Quintanilla de Onésimo, con 14’6 kilómetros; la Senda del Cega, en Mojados, con 10’5 kilómetros; el Sendero de Negredo, en Traspinedo, con 6’3 kilómetros; la Ruta del Vino de Rueda, en Medina del Campo, con 39 kilómetros; la Senda del Arroyo del Caño, en Castronuño, con 8’5 kilómetros; la de Pinar de Valdegalindo en Foncastín (Rueda), con 9’1 kilómetros; el Sendero de la Resina, en Íscar, con 8 kilómetros; el Sendero de la Ermita de Santa Ana, en Alaejos, con 7’9 kilómetros; el Sendero de Picalpollo, en Aldea de San Miguel, con 8’8 kilómetros; el Sendero de las Fuentes de Quintanilla de Arriba, con 25 kilómetros; el Camino del Berral, en Sardón de Duero, con 8’2 kilómetros; y el llamado Donde los Pinos Sueñan, en Aldeamayor de San Martín, con 9’1 kilómetros.

Homologación

El proceso de certificación de un sendero comienza con la presentación de un proyecto a la Federación de Senderismo para comprobar que resulta viable y cumple todos los requisitos de seguridad. Una vez dado el visto bueno, el promotor abona 30 euros para obtener el numeral o matrícula del sendero, y cuenta con un plazo de dos años desde ese momento para completar el proceso, explicaron fuentes de la FDMESCYL.

La segunda fase corresponde a la adecuación y señalización, que generalmente se encarga a empresas especializadas, ya que debe estar correctamente señalizado en todo el recorrido y en ambos sentidos.

El último paso es la comprobación, por parte del un técnico de senderos de la Federación, de que la ejecución es correcta y cumple con los estándares. Por este concepto se paga una cuota de 127 euros, más otros 23 euros por cada kilómetro de sendero. A los cinco años los promotores deben solicitar una rehomologación a fin de comprobar que sigue siendo apto y, en este caso, la tasa inicial se rebaja a cien euros y se mantienen los 23 por kilómetro.