Diario de Valladolid

El abandono de perros cae un 26% en el último año

Los meses de mayor número de abandonos son noviembre y febrero, coincidiendo con la temporada de caza

Hotel perruno en la finca ‘La Yosa’ en la carretera deSimancas.-J. M. LOSTAU

Hotel perruno en la finca ‘La Yosa’ en la carretera deSimancas.-J. M. LOSTAU

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Cristina S. García

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El servicio de recogida de animales de la Diputación Provincial rescató de su abandono a 142 animales sin chip durante el 2015, un 26% menos que en 2014, cuando se recogieron 191.

Sin embargo, preocupa el alto abandono que sigue produciéndose durante los meses de febrero, marzo y noviembre, coincidiendo con el principio y el fin de la temporada de caza.

El servicio, adjudicado desde hace 14 años a la finca La Yosa, sita en Simancas, con un precio de adjudicación de 29.000 euros al año, y de licitación por 40.000, realiza un servicio integral al animal, a quien proporciona no solo nu hogar sino los cuidados necesarios hasta encontrarlo.

No solo el precio sino precisamente el servicio, que desde el 2002 corre a cargo del propietario de la finca, José Manuel Sastre Toquero, es lo que le ha hecho continuar con esta labor durante tantos años.

Prueba de ello es el alto porcentaje de animales que tras pasar por La Yosa encuentran un nuevo dueño, cercano al 95% durante el pasado año.

Aproximadamente el 97% de los perros que recogen en la finca son mestizos, y aunque muchas familias se pasen por allí los fines de semana pidiendo ciertas razas para adoptar, estas cifras demuestran que la solidaridad y la conciencia contra e abandono han aumentado en la provincia.

«Los animalistas lamentan que sigan funcionando los criaderos de perros, pero la realidad y las cifras demuestran que los animales de raza no son abandonados, salvo escasas ocasiones», matizó Sastre.

No hay excusa para el abandono, ya que «no existen razas agresivas ni perros nerviosos», explica Sastre, «son los dueños los que transmiten esta educación a los animales con su forma de tratarles».

De hecho, en torno al 2% de animales llegan con signos de violencia, tanto humana como provocada por otros animales, pero «en cuanto les das cariño son los mejores compañeros, ellos no tienen la culpa de haber caído en una mala familia», explica. «El problema es cuando pasan de dos años, que su carácter ya no es moldeable y si han vivido de forma asilvestrada es difícil que se adapten a su nuevo hogar». Y es que, tras dos semanas de prueba, algunas familias devuelven al animal por no ‘encajar’ en lo que buscaban.

Desde 2005 el número de perros recogidos ha disminuido un 75%, según el propietario de La Yosa, gracias a tres factores. La retirada masiva de perros vagabundos que durante tantos años ha llevado a cabo la empresa de la que es propietario, la obligación desde 2005 de identificar a los animales a través de microchip, y las diferentes ofertas a los ganaderos para practicar castraciones o abortos a sus animales. «Mejor realizar una pequeña operación en la que el animal no sufre, que abandona una camada a su suerte», puntualizaba.

Desde la protectora, sus cuatro trabajadores también son de la opinión de que las autoridades competentes deberían controlar mucho más el abandono de animales en el medio rural, en donde alegan, todavía hay muchos perros sin microchip e incluso sin las vacunas correspondientes por ley como la de la rabia.

El procedimiento es sencillo. Las autoridades de los municipios avisan al servicio de recogida si ven algún animal vagabundeando por el municipio, y a su llegada al refugio se le examina y realiza alguna cura si fuese necesario. S i necesitase de alguna operación quirúrgica la protectora le deriva a un veterinario externo, ya que el convenio con la Diputación no cubre este tipo de operaciones.

Si el animal tiene microchip se ponen en contacto con el dueño para que vaya a recogerlo, y de no ser así las protectoras asociadas buscan un nuevo hogar para los canes a través de redes sociales.

La capacidad del refugio es para 300 animales, aunque por fortuna, en estos momentos son 35 los ocupantes de mismo que esperan pronto encontrar una nueva familia, que en algunos casos llega hasta los seis meses.

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