Diario de Valladolid

BARRIO A BARRIO | CALLES Y PLAZAS

La calle de Valladolid partida en dos

Es la artería principal de Las Batallas y sus dos tramos atraviesan la plaza. En sus primeros años terminaba en una tapia pero no era para defenderse de nadie -las calles llevan nombre de batallas- sino para separar las viviendas de las huertas allí situadas

La calle Covadonga de Valladolid, con peatones y vehículos circulando en 1970 - ARCHIVO MUNICIPAL

La calle Covadonga de Valladolid, con peatones y vehículos circulando en 1970 - ARCHIVO MUNICIPAL

Publicado por
Javier Álamo
Valladolid

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Una de las grandes curiosidades de la calle Covadonga es que atraviesa la Plaza de las Batallas. Los casi 400 metros de longitud que la contemplan se dividen en dos tramos. El primero comienza junto a la Plaza Luis Braille y el segundo arranca tras ‘saltar’ la Plaza de las Batallas para finalizar en el polideportivo Miriam Blasco. Es un caso peculiar. La calle se recorre en unos minutos y si el paseo se prolongó algo más fue porque el andarín de turno pensaba que concluía al adentrarse en la Plaza de las Batallas.

La calle Covadonga es la arteria principal del barrio. Las primeras viviendas, del Plan Nacional, comenzaron a construirse en 1958 y sus inquilinos fueron obreros de la construcción e inmigrantes que llegaron a Valladolid en busca de trabajo. Lo encontraron primero con el ferrocarril y años después en algunas de las fábricas de automoción que se instalaron en la capital vallisoletana. Con el paso del tiempo, los vecinos de Covadonga han sufrido las mismas consecuencias que quienes residen en la Rondilla. Las viviendas que se construyeron, que en fases posteriores contaban también en algunos casos con iniciativa privada, no son grandes y, además, carecen de plazas de cochera y ascensor . El problema no tiene solución. Es imposible que se resuelva por la falta de espacio. De ahí que una de las grandes reivindicaciones de los vecinos es la construcción de un aparcamiento subterráneo . Lo vienen reclamando desde hace años y siguen sin tener respuesta. Aparcar en la calle Covadonga y en cualquiera de las que se encuentran en Las Batallas es como buscar una aguja en un pajar. Así lo lamentan quienes sufren un día sí y otro también las consecuencias. Hay que armarse de paciencia para encontrar un hueco, salvo que aparezca esa dosis de suerte de ver a otro conductor abandonar la plaza en la que se encontraba estacionado.    

Otra curiosidad de la calle es su nombre. ¿Por qué Covadonga? La respuesta se encuentra de inmediato si uno se da una vuelta por el barrio y es que las calles tienen asignadas nombres de batallas : Lepanto, San Quintín, Guadalete, Bailén, Pavía, Navas de Tolosa, Covadonga... Pero no piensen que la tapia que en su día cerraba la calle se levantó para que los vecinos se defendieran de algún enemigo concreto. Nada de eso. En la zona donde se construyeron las primeras viviendas había huertas y una vaquería y esa tapia es la que separaba a sus propietarios de los vecinos que comenzaban a instalarse.

Covadonga fue conocida también como la calle de la papelera y eso se debió a que durante un periodo allí se instaló una fábrica de este material. Nadie decía que sus residentes vivían en la calle principal de Las Batallas. Se les conocía como los vecinos  de la papelera hasta que se terminaron de construir las viviendas de los dos tramos y desde entonces se habla de esa arteria principal de Las Batallas, plaza a la que sus vecinos pueden llegar desde las dos direcciones mencionadas y que conserva los soportales de esquina a esquina.

El origen de Covadonga comenzó con la construcción de algo más de 400 viviendas en una superficie de 5 hectáreas en el denominado Grupo Primero de Octubre. Fueron los primeros años y al mismo tiempo los más duros. La calle estaba sin asfaltar, al igual que el resto de las que conforman la Plaza de Las Batallas. La llegada de nuevos residentes coincidió con el derribo de las huertas para ampliar el número de casas . La calle comenzaba a tomar protagonismo, se veían más coches y la vida ya no resultaba tan tristona para sus vecinos. Llegaron también las fases de urbanización. Aunque las obras no suelen ser bienvenidas, en esa ocasión los vecinos celebraban la presencia de las máquinas porque suponía la deseada transformación : calles asfaltadas, más iluminación y, en definitiva, mucho mejor modo de vida. La cercanía de la calle Covadonga con la Esgueva -el río siempre se pronunció en femenino- animó los meses de verano porque era punto de encuentro para quienes se acercaban hasta allí para darse un chapuzón.

La calle no cuenta con muchos establecimientos. Sobresalen los bares. Algunos cambiaron de propietarios años atrás y quienes están ahora al frente del negocio coinciden al señalar que lo único de la zona es que se trata de una calle de no mucho ajetreo con una rutina diaria de tranquilidad , como refleja el propietario de un negocio. «Llevamos aquí unos años y lo único que podemos decir es que nos conocemos entre todos . Aquí hay gente que lleva en la calle muchos años. Hacen la compra a diario y acuden a los bares para encontrarse con sus vecinos o conocidos». Da la sensación de que la calle tiene más vida por la tarde y de hecho es mayor el número de paseantes, ya sea por Covadonga o por cualquiera de las calles que forman parte del barrio de Las Batallas. Por lo general, la ocupación laboral de la mayoría de sus vecinos se desarrolla por las mañanas y se nota en algunos tramos que aparecen casi desiertos. 

Una de las señas de identidad de Las Batallas es la niña de la escultura construida en la Plaza y que se divisa desde los dos tramos de la calle Covadonga. Se trata de una obra de 1.400 kilos y 2,80 metros de estatura. La autora, Belén González , se inspiró en su propia hija para construirla en 2002. La niña se encuentra leyendo un fragmento de Sara de Ur, una obra del escritor y periodista José Jiménez Lozano , Premio Cervantes. La estatua constituye un homenaje a la tradición literaria de Valladolid. Cientos de paseantes detienen su caminata para observarla con atención.

Si en el primero de los tramos de la calle Covadonga escasea el número de tiendas de todo tipo, en el segundo resulta todavía más difícil toparse con algún negocio. El paseo acorta su duración porque el paisaje se limita a las viviendas y termina de inmediato al llegar al polideportivo Miriam Blasco , que mantiene a diario una intensa actividad. Diferentes grupos de hombres y mujeres acuden a las sesiones de gimnasia y cualquier disciplina con el objetivo de cuidar la puesta a punto. Los fines de semana presentan otro perfil ya que son mayoría los chavales que utilizan la cancha para disputar los partidos de los Juegos Escolares. El Miriam Blasco es una de las referencias del deporte en Valladolid vivió partidos de élite de balonmano y baloncesto adaptado de dos equipos de élite de la capital, Caja Rural Aula Valladolid y Fundación Aliados BSR Valladolid. El crecimiento de ambos clubes en todos los aspectos trajo consigo el cambio de escenario de sus partidos y entrenamientos. Las chicas del Aula se trasladaron al polideportivo Huerta del Rey, donde permanecen a las órdenes de Miguel Ángel Peñas y los chicos de Roberto de Castro al polideportivo Pilar Fernández.

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