Diario de Valladolid

Triunfa Adrián ante un corridón de Bañuelos

El madrileño corta dos orejas al bravo sexto, en una corrida en la que destacó lo encastado de los astados y su soberbio trapío / Perera, una oreja y Adame de vacío

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César Mata

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El sexteto de ybarreños torrealtas que lidió el criador burgalés Antonio Bañuelos en Valladolid redimió al coso vallisoletano de tantas temporadas con una notoria deficiencia en la presencia de los toros, terciados en su mayoría, pobres en su ofensividad . Los de la tarde de este jueves, de trapío más que notable, con caras serias y astifinas, con romana suficiente, sin excesos, han otorgado a la plaza del paseo de Zorrilla la categoría que se merece. En esta temporada de su treinta aniversario como ganadero de lidia, Antonio Bañuelos, el señor de La Cabañuela, ha traído unos toros merecedores , como sucedió con la salida del burraco primero, del aplauso y el reconocimiento de la afición.

Fernando Adrián, que había entrado en el cartel como sustituto del convaleciente Daniel Luque, construyó la faena de mayor enjundia a un encastado toro del hierro burgalés. Ante un toro bravo, enrazado, que aceptaba el reto de una embestida enérgica y enclasada, pues el joven coletudo decidió apostar por un mando sometido, con la mano baja y el corazón enhiesto . Desgranó naturales limpios, y ligó derechazos al humillado viaje del astado. Al ejemplar de Bañuelos, enclasado en sus acometidas, bien se le pudo otorgar el tributo de una vuelta al ruedo in memoriam. Lo que tampoco hubiera sobrado ante el primero de su lote.

La estocada ante el que cerraba plaza, hasta la gamuza, precipitó una clamorosa petición desde los tendidos , con un mar de blanco oleaje textil, que supuso que desde el palco se sacara, por duplicado, el pañuelo ensabanado. Dos orejas para Fernando Adrián que continúa con una racha arrolladora después de sus triunfos en plazas como Cuéllar y Palencia, en la que indultó a un toro de Zacarías Moreno.

Salvo el quinto toro, que dejó en mal lugar el dicho taurino de ‘no hay quinto malo’, que acabó buscando las tablas en una faena difusa y con dilaciones indebidas de Joselito Adame, todos los demás toros gozaron, junto con su impecable presencia, de una notable bravura encastada , con diversos matices. Una raza que, en la mayoría de las faenas, estuvo por encima de la apuesta de los matadores que se encargaron de torearlos.

Perera cortó una oreja ante el cuarto. Un toro exigente, noble, transparente en su embestida, gracias al estoconazo con el que lo finiquitó. El pacense dominó, pero no convenció . Toreo con el oficio de la veteranía, pero sin el abandono y mando que hubiera hecho que la temperatura se hubiera elevado . Sin gran exigencia, con solvencia . Un animal cuya raza pedía entrega, y no un mero dominio de técnica precisa y calibrada, y holgura relajante.

En su primero, que abrió plaza, la faena pudo ofrecer más consistencia , porque el toro fue de menos a más, en entrega y en calidad de la embestida. Si bien Perera mostró en algunos pasajes la ambición del triunfo, pinchó y todo quedó en nada. El astado, como sus hermanos, fue aplaudido en el arrastre.

El mexicano Joselito Adame se fue de vacío . La falta de puntería con la espada y ciertas limitaciones ante las posibilidades de su lote, dejaron su paso por Valladolid en una indiferencia gris. Mejor en su primero, aunque sin excelencia.

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