Diario de Valladolid

BARRIO A BARRIO

El barrio del abogado de los negocios difíciles en Valladolid

Los vecinos del Valladolid más antiguo volvían la vista al Puente Mayor, que cuenta 943 años cumplidos. Mercancías y viajeros lo cruzan desde los albores del siglo XII, entre ellos los primeros colonos de Ansúrez. Allí floreció tres siglos después la segunda judería de Valladolid, pero la fama le llegó al barrio de San Nicolás por la célebre novena de los tres lunes al santo benefactor

Coches cruzan el Puente Mayor en los años 70 del siglo pasado. Al fondo,. Plaza de San Nicolás. ARCHIVO MUNICIPAL

Coches cruzan el Puente Mayor en los años 70 del siglo pasado. Al fondo,. Plaza de San Nicolás. ARCHIVO MUNICIPAL

Publicado por
Santiago G. del Campo
Valladolid

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El barrio de San Nicolás es conocido en toda la ciudad por albergar la mayor biblioteca pública de Valladolid , instalada desde hace tres décadas y media en el antiguo palacio de los Condes de Benavente, en el lado oeste de la Plaza de la Trinidad. Las generaciones más jóvenes acuden allí en tropel a estudiar en temporadas de exámenes –los menos estudiosos, para cubrir el expediente y encontrarse con amigos–. Todos aportan vida a las vetustas calles del distrito. Los más talludos, sin embargo, conocen la misma plaza porque preside otro de los lados, al norte, una iglesia muy frecuentada por quienes realizan las célebres novenas (o ‘caminatas’) a San Nicolás, ‘el abogado de los negocios difíciles’ . Se trata de acudir a ese templo tres lunes seguidos. Deberá ir andando desde su casa aquel creyente que desee resolver un asunto complicado, pedir protección y bondades para los seres queridos, trabajo o todo lo necesario para conseguir prosperidad y salud.

Uno de los pilares del primer Valladolid fue la zona donde hoy se asienta el barrio de San Nicolás. Aunque el núcleo más antiguo de la ciudad se extendía por el área que hoy es San Benito, Mercado del Val, plazas de San Miguel y las Brígidas, entre otras, el despuntar de la ciudad en el siglo XI entró por el noroeste a través de lo que hoy es el barrio de San Nicolá s, donde llegaban las mercaderías y por el que pasaban los viajeros que cruzaban el Puente Mayor. Un puente casi milenario, cuya construcción se atribuye a la voluntad de Doña Eylo, esposa del fundador –hoy considerado más bien ‘repoblador’– de la ciudad, el Conde Ansúrez. Según la misma tradición, la inauguración de tan veterana infraestructura tuvo lugar en el año 1.080, el mismo en que el Cid Campeador, por hacerse una idea, era desterrado por el rey Alfonso VI de León.

Pero no se trataba, ni mucho menos, de una zona que se considerara céntrica en aquellos tiempos. Los palacios se asentaban en el núcleo primitivo de la villa, y la Colegiata de Santa María y otras nobles dependencias se instalaron al este, al otro lado de la Esgueva, hasta lo que hoy es San Juan, que quedaba extra muros de la muralla del siglo XII. San Nicolás se consideraba una zona de arrabal,  aun dentro de la muralla, uno de los primeros de la historia de la ciudad, con una vida tan vinculada a ese trasiego que llegó a denominarse ‘Puebla del Puente’ . A ese pasado como punto neurálgico en el tránsito de personas y mercancías le siguió, tres siglos después, el de lugar de acogida de la comunidad hebrea. 

La segunda judería de Valladolid se instaló en San Nicolás desde el 2 de enero de 1412, cuando, expulsados del centro de la ciudad, sus representantes acudieron al convento de los dominicos de San Pablo solicitando en arrendamiento una parte de las tierras que los monjes poseían en el entonces barrio ‘del Puente’. El provincial de los Dominicos accedió, y allí se instaló la aljama vallisoletana hasta su definitiva expulsión de España en 1492. Esa judería, que alcanzó gran importancia en la región , imprimió carácter al lugar. Su trazado urbano aún puede leerse en las calles de las Lecheras, de las Tahonas, del Pozo, Imperial, Luis Rojo, Isidro Polo, la Paz y Sinagoga (donde instalaron su templo), y las plazuelas de Carranza y de los Ciegos. 

Movimientos vecinales y asociativos de la zona reivindican la memoria de esa antigua judería desde finales del siglo XX. También reivindicaron, unas veces con éxito y otras no, el mantenimiento de las antiguas alineaciones durante los años 80 y 90, cuando se acometió la gran transformación del barrio. Se eliminaron decenas de edificios bajos de viviendas para edificar grandes bloques. El paradigma de construcciones en altura con una gran densidad, que deberían haberse limitado, está en la calle Imperial –esas datan de finales de los 70–, con una gran concentración, así como en la gran promoción de los años 80 del edificio ‘Playa Moreras’ en la confluencia de las calles San Quirce con Isabel la Católica, una gigantesca operación urbanística que oculta y empequeñece el barrio histórico. Otras promociones fueron más discretas, como los bloques construidos en el solar de la antigua serrería, en la acera norte de la Plaza de San Nicolás.

En el perímetro que atribuye el Ayuntamiento al barrio de San Nicolás se encuentra hoy en día la margen izquierda del río Pisuerga, desde la calle Rondilla de Santa Teresa hasta media playa de Las Moreras. Eso incluye una parte del Paseo del Renacimiento y otra del Paseo Isabel la Católica, además de medio Puente Mayor. El límite de la calle Rondilla de Santa Teresa se prolonga hasta Cardenal Torquemada, con el antiguo hospital Río Hortega , más conocido como ‘la Residencia’ incluido en el territorio del barrio. En el lado sur es  la calle San Quirce la que sirve de límite, junto a la tapia del convento de ‘Las Catalinas’ recién adquirido por el Ayuntamiento.

Precisamente el proyecto de Las Catalinas es una de las principales expectativas de los vecinos del barrio. «Llevamos mucho tiempo pidiendo que se habilite un centro cívico, y el proyecto de Las Catalinas contempla uno» relata, en respuesta a este periódico, la secretaria de la Asociación de Vecinos ‘San Nicolás’, Gloria Postigo. «Veremos qué pasa con ello con la nueva Administración, pero está ya proyectado y publicado, con una piscina cubierta y el centro cívico».

En cuanto a los puntos fuertes y débiles del barrio, Gloria lo tiene claro: «Este barrio está muy bien en cuanto a los servicios, lo malo es que es un barrio muy envejecido, debería haber más gente joven viviendo» . Como polo de atracción de gente joven destaca el «éxito» de la biblioteca, así como «un servicio fantástico», pero  esa juventud no se refleja en la media de edad de los vecinos. «En cuanto a servicios, comercios, transporte y limpieza, funciona muy bien», añade, y destaca, como una de las mejoras más importantes de los últimos años, la reapertura del antiguo hospital Río Hortega como centro de salud y de especialidades .  Eso sí, Gloria Postigo lamenta el «individualismo» al que han llevado los edificios de gran densidad de viviendas, y echa de menos que la gente «se relacione más, que participe». Por eso la Asociación promueve ahora una serie de actividades con el objetivo de mejorar esa participación.

El barrio cuenta con un Centro de Educación Primaria (CEIP) , el ‘Isabel la Católica’, y junto a sus límites se encuentra el Instituto de Educación Secundaria (IES) Juan de Juni, así como la Escuela de Arte y Superior de Conservación y Restauración de Bienes Culturales de Valladolid. Sus principales dotaciones son la Biblioteca Pública de Castilla y León y el Centro de Salud del antiguo hospital Río Hortega.

La población del barrio ha bajado un 35% en los últimos 30 años, desde los 5.625 vecinos censados en 1991 a los 3.649 de 2022, según datos del Ayuntamiento. Ese último año vivían en la zona 4,36 jubilados por cada niño (1.356 mayores de 65 años frente a 311 de menos de 15). LOS NÚMEROS

Población. 3.649 vecinos según el censo de 2022, un 7,5% menos que 10 años antes (3.945 en 2012) y un 35% menos que hace 30 (5.625 en 1991). Renta media. 27.375€ anuales, el 16% más que la media de la ciudad (23.515). Centros educativos. CEIP ‘Isabel la Católica’ y, junto al límite, IES Juan de Juni.

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