Diario de Valladolid

El Ayuntamiento de Valladolid licita los fuegos en Villa de Prado pese a prohibirlo hace un año en su PGOU

«Tendrán que lanzarlos desde otro sitio», advierte la Junta / La revisión urbanística de 2020 obliga por primera vez a cambiar de sitio el espectáculo pirotécnico, cancelado por la pandemia el año pasado

Numerosas personas se acercan cada septiembre a Villa de Prado para disfrutar de los fuegos artificiales. PHOTOGENIC

Numerosas personas se acercan cada septiembre a Villa de Prado para disfrutar de los fuegos artificiales. PHOTOGENIC

Publicado por
Esther Neila
Valladolid

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«Se deberá prohibir la realización de actividades que puedan dañar el enclave, como es el caso de las inferencias derivadas de las actuaciones pirotécnicas en algún momento del año». Eso dice, textualmente, el Plan General de Ordenación Urbana de Valladolid, en vigor desde junio de 2020, en relación a la villa romana de Prado, el yacimiento arqueológico que el pasado mes de enero fue por fin declarado Bien de Interés Cultural (BIC), cuarenta años después de iniciarse el procedimiento. 

Como el pasado ejercicio no se lanzaron fuegos artificiales por la pandemia, no hubo ocasión de estrenar esa prohibición. Será el próximo mes de septiembre cuando por primera vez pueda hacer efecto. O la primera vez que se incumpla. El Ayuntamiento, de momento, mira para otro lado y acaba de licitar la contratación de los espectáculos pirotécnicos para las próximas fiestas patronales de la ciudad en el paraje de Caño Hondo. Eso es donde siempre, una parcela situada detrás del auditorio Miguel Delibes y pegada a los vestigios enterrados de la Antigua Roma. 

La Fundación Municipal de Cultura inició la semana pasada el procedimiento para adjudicar los fuegos artificiales. El 14 de junio publicó en la Plataforma de Contratación del Sector Público el pliego de cláusulas técnicas, que contempla cinco tiradas para los días 6, 7, 8, 9 y 10 de septiembre, a las 22,15 horas. El precio de adjudicación asciende a 75.000 euros (15.000 por espectáculo). 

Con la ley en la mano, esos fuegos no deben celebrarse en esa parcela. Y no es en sí misma por la reciente declaración BIC del yacimiento, ya que la mera incoación de un expediente –y éste existía desde 1980– ya concede a un bien el mismo nivel de protección que cuando adquiere ese status de forma definitiva. Lo que ha cambiado en el último año es el PGOU: veta cualquier espectáculo pirotécnico en este lugar desde que el Ayuntamiento de Valladolid aprobó su revisión, que entró en vigor hace justo un año, con la publicación en el Bocyl de la orden FYM/468/2020, de 3 de junio. 

Según la Junta, esa restricción no constaba en la anterior versión del plan urbanístico. Fue en la última revisión cuando se incluyó dentro del catálogo arqueológico esa observación, que fue incorporada por la Consejería de Cultura en su «afán de protección» del conjunto arqueológico.  «Lo que se busca es la protección de un bien que ya es BIC y de su entorno», explica  Gumersindo Bueno Benito, director general del Patrimonio Cultural en la Junta de Castilla y León. Reconoce que el riesgo derivado de un espectáculo pirotécnico sobre este recinto protegido es muy bajo –entre otras cosas porque está cubierto y es poco probable una afección directa sobre los restos– pero no nulo. «No es tanto por el lanzamiento de los cohetes, que entendemos no tiene por qué producir ningún daño, pero sí podría tener consecuencias, por ejemplo, en caso de un incendio», argumenta Bueno Benito. «Tendrán que lanzarlos desde otro sitio», confía el director general de Patrimonio. «Eso esperamos», agrega al subrayar que «no afectará para el espectáculo ponerlo en otro sitio». 

¿Y si el Ayuntamiento persiste en su intención y adjudica los fuegos artificiales? Según la Junta, la Administración autonómica, competente en materia patrimonial, no tiene capacidad para adoptar medidas cautelares. Desde la DirecciónGeneral de Patrimonio explican que comunicarán «de manera informal» con el Ayuntamiento para instarle a buscar «una solución alternativa», apunta Bueno Benito.  

«Suponemos que se les habrá pasado que se ha incluido esa referencia» en el PGOU, añade al recordar que, en todo caso, se trata de una «competencia del Ayuntamiento», porque municipal es la norma que restringe la pirotecnia junto al yacimiento BIC. «La ley dice que cuando hay un PGOU las autorizaciones sobre actuaciones que  puedan afectar al patrimonio las dan los ayuntamientos», agrega. 

Desde el Ayuntamiento, sin embargo, interpretan que el revisado PGOU no introduce cambios, al menos hasta que se lleve a cabo la puesta en valor de este asentamiento rural del Bajo Imperio Romano. Entretanto, los fuegos «no afectan a la integridad del yacimiento», explica Manuel Saravia, Concejal de Urbanismo, preguntado por este asunto antes de que la Fundación Municipal de Cultura sacara a licitación el servicio.

Saravia recuerda que para tirar los fuegos se hizo una plataforma que cuando el proyecto arqueológico sea una realidad «estorba», porque «desvirtúa el terreno originario». En el futuro, «todo eso hay que modificarlo para que la villa se pueda leer y entender». «Cuando se actúe seguirá quedando enterrada, pero arriba, por encima de ella, se verá la disposición de los muros y referencias a los mosaicos, todo lo cual es incompatible con esa plataforma». «Pero mientras no se haga la obra de ‘puesta en valor’ (con el consiguiente movimiento de tierra, etc.) los fuegos no afectan, según creo, a la integridad del yacimiento», apunta el edil.  

Margarita Sánchez Simón, directora de las excavaciones, considera también remota la posibilidad de que los fuegos artificiales pudieran dañar el enclave protegido, pero celebra que se haya incluido esa prohibición de lanzarlos porque eso supone avanzar hacia «la dignificación» de la villa. La «sensibilidad» ante posibles inferencias demuestra, en su opinión, que existe «un fuerte interés por protegerla», agrega la investigadora con la esperanza de que pronto el relato arqueológico pueda «ser disfrutado por el público». 

Para la recuperación del entorno, la Junta recuerda que «ha brindado la colaboración tanto técnica como económica» a las dos instituciones responsables de este bien,  que son el Ayuntamiento y la Diputación de Valladolid, «para convertir este espacio en uno de los grandes atractivos patrimoniales de Valladolid». «El Ayuntamiento quedó en enviarnos una propuesta y estamos pendientes de recibir la documentación», indica Gumersindo Bueno  al reconocer la «relevancia» de este enclave «en la historia arqueológica de Castilla y León». 

Desde el descubrimiento de este enclave en 1952, han sido numerosas las campañas de excavación, las primeras dirigidas por Federico Wattenberg y Saturnino Rivera, a través de las cuales se ha podido documentar su secuencia de uso y sus características estructurales. Actualmente, el Museo Provincial de Valladolid alberga la mayoría de los restos arqueológicos encontrados en ese yacimiento.

Este enclave es un referente para la comprensión del fenómeno de las villas romanas de la meseta norte, por ser una de las primeras que fueron conocidas y excavadas de forma sistemática en la provincia de Valladolid. Constituye un valioso testimonio de las edificaciones culturales y los complejos residenciales aristocráticos en el ámbito rural del valle medio del Duero entre los siglos III y IV d.C., insertos en un entramado territorial del que formarían parte los cercanos núcleos de asentamiento del conjunto histórico vallisoletano, de origen romano.

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