Regalos para una Navidad especial
Los feriantes del rastro de la Acera de Recoletos están «contentos» por volver tras un año «parados»
Este año no hemos disfrutado de la proyección navideña en la fachada del Ayuntamiento ni del espectáculo musical de la bola gigante de la calle Santiago. Tampoco veremos en la Plaza Mayor al coro góspel ni cogeremos los caramelos que nos tire nuestro rey mago favorito. Aun así, Valladolid huele a Navidad. Quizá presumamos menos de la decoración de nuestros hogares con nuestra familia y amigos, pero una visita al rastro navideño no puede faltar cada año para completar con una pieza más ese árbol o ese belén que tanto ansiamos colocar cuando llega diciembre .
El rastro navideño de la Acera de Recoletos es, si cabe, más especial que el año anterior. Pese a la limitación de aforo a 450 personas, la afluencia no cae en picado . Según detallan fuentes de la organización, el día que acudió más gente contabilizaron 357 personas. Las entradas y salidas están diferenciadas, la mascarilla es obligatoria y en cada puesto hay gel hidroalcohólico.
«Las caras de los niños revelan las ganas que tenían de sentir la Navidad» , dice Teresa Redondo, propietaria del puesto Las Dos Rosas Burán. Esta feriante está «muy contenta» de volver a trabajar, porque «lo que más nos reconforta es el cariño de la gente que se acuerda de nosotros año tras año», añade. Vanesa Sáez tiene una caseta de pirotecnia y nota que este año hay menos afluencia que el anterior. «Después de un año sin trabajar estamos felices de poder abrir aunque sea de este modo porque, sin duda, somos el sector más perjudicado», asevera Sáez.
«Los niños se han montado en el carrusel y se han tomado un algodón de azúcar», expresa Raquel, que ha venido al rastro navideño con sus hijos «como es habitual todos los años». «Queremos que por lo menos disfruten un rato en la calle; la verdad es que los niños lo llevan mejor que nosotros y están cumpliendo con todas las medidas de seguridad», cuenta la joven. También ha pasado por el mercadillo Puri junto a su hija. «Hemos comprado unas bombetas para pasar aquí la tarde y también hemos ojeado alguna cosilla por si nos faltaba algo en el árbol», cuenta.
Aunque tímidos, volvieron los ruidos de los petardos al Campo Grande. Los envoltorios de las bombetas y las bengalas ya consumidas llenaban los alrededores del rastro y los ojos llenos de ilusión de los niños volvieron a inundar las calles de Valladolid en Navidad. Sofía Acuña tiene un puesto de bombetas y argumenta que el cierre de los centros comerciales «hace que el público responda mejor y se acerque, al igual que el buen tiempo que nos ha acompañado el viernes y el sábado».
Los artículos de bromas también son otra de las estrellas de los regalos navideños . Nacida y criada en el barrio San Andrés, la familia de Pablos regresa un año más al rastro navideño. Alicia empezó con 20 años en la venta ambulante y ha vivido «con mucha pena» estar «tanto tiempo parados». «Es la primera vez que salimos desde hace un año, pero aguantamos como jabatos» , apunta esta feriante. La solución que vio después de tanto tiempo sin ingresos fue «tirar de ahorros y pedir un crédito». Los viajes por numerosas ciudades de España se vieron suspendidos a causa de la pandemia, pero Alicia se congratula de que Valladolid haya contado con ellos para estar en el rastro.
Las ventas van, hasta el momento, «bastante bien a pesar de la situación». «La gente va picando, se ve que tenían ganas y tanto niños como papás se están portando muy bien, yo creo que el virus ha hecho que la gente aprenda y sea más tolerante a la hora de manipular todos los artículos de bromas que siempre son tan llamativos» , manifiesta Alicia de Pablos. Y para los más jóvenes, petardos. Adrián tiene 18 años y viene a pasar la tarde al rastro navideño con su grupo de amigos. Este chico sostiene que «como no podemos salir de fiesta, pues venimos aquí a tirar unos petardos».
El bazar de adornos navideños se hace un hueco en las casas vallisoletanos un año más. Son unas Pascuas más hogareñas que nunca, pero lo que está claro es que nada nos puede quitar la ilusión por la Navidad .