Diario de Valladolid

El jurado declara culpable de asesinato a César Freire, el matricida de Parquesol

Considera probado que suministró a su madre una dosis letal de barbitúricos sin que ella pudiera sospechar sus intenciones / Estima la agravante de parentesco y la atenuante de confesión

La fiscal, Mónica Campo; la abogada defensora, Carmen Hedrosa y el condenado por asesinato, César Freire, en una de las vistas del proceso.-PABLO REQUEJO / PHOTOGENIC

La fiscal, Mónica Campo; la abogada defensora, Carmen Hedrosa y el condenado por asesinato, César Freire, en una de las vistas del proceso.-PABLO REQUEJO / PHOTOGENIC

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Santiago G. del Campo
Valladolid

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El jurado declaró ayer culpable de asesinato a César Freire, de 39 años, el vecino del barrio de Parquesol que suministró a su madre, Sacramento Martínez, de 71 e impedida, una dosis mortal de barbitúricos el 29 de enero de 2018. El órgano colegiado consideró falso que se tratara de cooperación al suicidio, como había esgrimido la defensa durante todo el proceso.

Como circunstancias modificadoras de la responsabilidad, el jurado consideró la agravante de parentesco y la atenuante de confesión, pero rechazó otra atenuante que intentó probar la defensa, sin éxito: la de embriaguez. El veredicto queda ahora en manos de la magistrada de la Sección Cuarta de la Audiencia Provincial, Teresa González, para que dicte sentencia.

Las cinco mujeres y cuatro varones del jurado consideraron probado, por unanimidad, que el acusado comenzó a idear la muerte de su madre en diciembre de 2017, «dado que el cuidado diario de la misma suponía una gravosa carga para él, que le desbordaba, no consiguiendo controlar la realidad cotidiana que vivía en el domicilio familiar, decidiendo poner fin a esta situación dando muerte a su madre y, seguidamente, intentar acabar con su vida». Así reza el objeto del veredicto, al que ha tenido acceso este periódico.

También vieron cierto que el día 29 de enero de 2018, alrededor de las tres de la tarde, el acusado comenzó a suministrar a Sacramento, que se encontraba acostada en su cama, «una dosis letal de barbitúricos, en concreto una dosis letal de codeína y dosis tóxica de citalopram», así como dosis no tóxicas de otros medicamentos. Su madre lo ingirió «sin comprender ni sospechar», y «sin conocer ni querer que el acusado acabara con su vida».

Una acción a la que, dada su muy escasa movilidad y entendimiento tras haber sufrido un ictus, «no pudo oponerse». A sus «limitaciones físicas y psíquicas» se sumaba la «plena confianza en su hijo».

Sólo hubo un extremo en el que el jurado no obtuvo unanimidad: el episodio de la asfixia. Ocho miembros consideraron probado, y uno no, que al tardar Sacramento en morir, César Freire «colocó en la boca y en la nariz de su madre unos algodones, fijados con cinta adhesiva, y le tapó la cara con la almohada, para acelerar su muerte que, finalmente, se produjo el 30 de enero, sobre las 14,00 horas».

Una vez muerta su madre, el acusado salió a las 18,30 horas de Valladolid y viajó hasta la localidad alicantina de Benidorm, donde se alojó en el hotel Bali. Desde su llegada al hotel, el acusado fue dejando notas en lugares visibles, en las que anunciaba su intención de suicidarse, y hacía constar: «Por favor, no me ayuden, quiero morir», entre otras frases. Sin embargo, a lo largo de la noche, pese a tener gran cantidad de medicamentos y varias botellas de alcohol, no consumó su propósito, «ni arrojándose al vacío ni de ninguna otra forma».

Sobre las 12,20 horas del 31 de enero, un empleado del hotel vio las notas de suicidio y accedió a la habitación del acusado en compañía de agentes de la Policía. Encontraron alterado a César Freire y decidieron llamar a emergencias sanitarias. En el Hospital de Villajoyosa, el acusado relató lo sucedido, y reiteró que quería suicidarse.

Fue entonces cuando la Policía de Benidorm alertó a la de Valladolid, que accedió al domicilio familiar en compañía de uno de los hermanos del acusado. Allí comprobaron la muerte de Sacramento.

Según se consideró también cierto en el objeto de veredicto, César Freire presenta un trastorno obsesivo - compulsivo, con capacidad intelectual límite y trastorno depresivo recurrente, «si bien es capaz de comprender lo que está bien y lo que está mal, y acomodar sus actos a estos conocimientos, de modo que le consta el alcance de sus actos y las consecuencias de lo que hace». Además «es una persona preocupada por la aprobación de los demás, con alto grado de victimismo y dependencia».

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