Lupin extremaba las medidas de seguridad para «burlar la acción policial»
J. A. F. es un joven escurridizo que mantenía exageradas medidas de seguridad para poder evitar su localización y «burlar la acción policial», según informaron fuentes de la Guardia Civil. Prueba de ello es que era el ciber-estafador más buscado del país después de tres años en acción.
Su detención vino a raíz de numerosas denuncias de usuarios de páginas web que contaban con un patrón común, pero el detenido se nutría de numerosas prevenciones a la hora de actuar.
Utilizaba distintas identidades y no llegaba a residir nunca más de una semana en el mismo domicilio. Principalmente vivía en hoteles y aparta-hoteles de la capital, Las Rozas y Majadahonda. A su vez, otro miembro de la organización a sueldo, se encargaba de proveerle de estos alquileres siempre a nombre de terceros, así como darle seguridad y realizar contravigilancias en sus movimientos.
Además utilizaba el anonimato en las páginas web que gestionaba y que cerraba a los pocos días de abrir para no dejar ningún rastro en Internet.
Las estafas se realizaban mediante cuentas bancarias que obligaban al estafador a manejar cientos de ellas, al igual que números de tarjetas SIM de telefonía para no dejar rastro, puestas normalmente tanto unas como otras a nombre de personas jóvenes a las que pagaba significativas cantidades de dinero por facilitar sus datos personales para este fin.
Sobre la red de personas que J. A. F. tenía a sueldo, el detenido mantenía un férreo control, y cuando alguno intentaba engañarle quedándose con más dinero del estipulado, él tomaba medidas como publicar su número de teléfono como si fuera el estafador en foros de afectados, remitiendo correos electrónicos a las víctimas suplantando a la propia UCO de Guardia Civil y a la Audiencia Nacional con una supuesta investigación, o incluso llegando a pagar a terceros para que le pegaran una paliza a uno de estos colaboradores.
