Diario de Valladolid

DE FIESTA EN FIESTA

El toro enmaromado de Benavente

Benavente es una ciudad zamorana en el noreste de la provincia, asentada sobre las cuestas que el río Esla ha tallado en el transcurso de los siglos. Domina una amplia y fecunda vega sobre la que forjó su riqueza en los siglos de la Edad Media. Casa solariega de sus famosos y omnipotentes Condes, aún conserva de las grandezas señoriales la torre de caracol de su castillo, y un casco histórico de ensueño donde sobresalen las iglesias y colegiata románicas y góticas. Hoy sigue siendo la gran ciudad que aglutina las tierras circundantes: Los Valles, ricos en agricultura y vino, el extremo sur del Páramo leonés y los pueblos leoneses y zamoranos de la vega del Esla.

-

-

Publicado por
Redacción de Valladolid
Valladolid

Creado:

Actualizado:

Benavente, además, conserva una de las fiestas taurinas más antiguas de España, que celebra cada año en la Semana del Corpus, este año teñidas de luto por la muerte de Santiago Domínguez Rodríguez, empitonado al inicio de los festejos en el espectáculo de los Recortes. El espectáculo se celebra el miércoles de la semana del Corpus Christi. Fiesta que, como se recordará, se celebraba el jueves después de Pentecostés, pero que en la actualidad se ha pasado al domingo siguiente.

En origen, la celebración benaventana era el gran prolegómeno civil a la grandiosa solemnidad religiosa que se celebraba al día siguiente. A la magna procesión del Corpus Domini acudían todas las parroquias de la villa y los pueblos del alfoz, con sus cruces y pendones, convocados por el Vicario que representaba en el Esla al prelado de Oviedo, a cuya diócesis pertenecía esta comarca zamorano-leonesa.

La fiesta que ha dado nombre a toda la semana, “El toro enmaromado”, es uno de los pocos espectáculos de esta suerte de toreo que se conserva en España, y el más famoso si tenemos en cuenta que el compendio festivo se compone de una serie de rituales que consiguen crear unos días espectaculares. La Fiesta del Toro Enamorado es de Interés Turístico Regional desde 1991, y un Festejo Taurino Tradicional, reconocido desde el año 2000 por la Junta de Castilla y León.

Se podría decir que, durante los días de la celebración, la figura del toro está omnipresente. Ya el sábado anterior a la semana grande hay un concurso infantil de recortes, en el que el astado se ha sustituido por un toro de cartón. Sirve como aprendizaje a los futuros recortadores y peñistas participantes en las fiestas futuras. El domingo se organizan encierros, y comienza la eliminatoria de los concursos de “Corte puro”. El martes, las peñas reciben al cornúpeta con honores de protagonista. Pero el día central será el miércoles.

El inicio festivo se anuncia con tres bombas que estallan a las 9,30, a las 9, 45 y finalmente a las 10 horas, llamando a las peñas a congregarse para la función, y a que el público coja sitio en balcones y empalizadas para ver pasar al animal enmaromado. El último estallido anuncia que se abre la puerta y el morlaco se enseñorea de la vía pública.

El toro enmaromado de Benavente corresponde a la modalidad de los denominados toros de cuerda; o sea, consiste en correr un toro al que se deja suelto por la villa o ciudad, con una soga atada a los cuernos, con la que los mozos intentan controlar la fuerza y fiereza del animal para que no cause estragos ni víctimas. Los más jóvenes entre los peñistas se atreven a citar al toro a cuerpo limpio para esquivarlo cuando se arranca. De esta manera, recorren un itinerario prescrito y detallado, con paradas en las plazas señaladas. Al final la res es devuelta a los corrales y sacrificada. En el modelo antiguo era apuntillada al final del recorrido y los jóvenes mojaban sus zapatillas en la sangre del toro como rito iniciático de purificación y protección.

La fiesta de Benavente comienza el día de La Virgen de la Vega, la patrona de la ciudad, que se celebra el segundo lunes después del domingo de Pascua. Con motivo de la fiesta se reúnen todas las peñas en la plaza mayor delante del Ayuntamiento, y allí comienzan a “pedir el toro”. La multitud congregada corea a voz en grito “toro, toro, toro”, en un concierto que cesa cuando el alcalde sale al balcón y, tras dirigir al pueblo unas palabras, desenrolla un cartel donde está pintada la efigie del animal con los datos del nombre y el peso de la fiera. Este año se juntaron más de tres mil personas.

El alcalde les habló de la responsabilidad que tiene la villa para mantener esta tradición, que forma parte de la identidad benaventana, porque en cada generación se recuerda a todas las que antes que nosotros han conservado estas esencias que nos pertenecen, y les presentó a “Patriarca”, un toro de 570 kilos y pelo castaño, bociblanco.

La celebración se cuida mucho para evitar los desmanes y altercados que suelen surgir en este tipo de actos. Hasta tal punto que, ya para el día de la pedida, se publicó un bando municipal prohibiendo la utilización y entrada en la Plaza Mayor de cualquier elemento de vidrio, latas, botellas de plástico u otro tipo de recipientes de más de un litro, con bebidas alcohólicas retirando siempre el tapón en su caso.

Una leyenda que los propios benaventanos consideran no muy antigua, pero que la repiten como una curiosidad; atestigua que la tradición viene de que en un momento no precisado, un hijo de la condesa de Benavente fue muerto por un toro escapado de una ganadería cercana; la condesa, en un acto de venganza, entregó a los vecinos un ejemplar para que lo corriesen por las calles y finalmente le diesen muerte. Otra variante de la leyenda legitima incluso la costumbre de la petición. Dice que, a la muerte de la condesa, que hasta entonces había sufragado los costes del animal, el pueblo comenzó a pedírselo al alcalde.

La realidad es, digamos menos romántica. El toro enmaromado de Benavente es la pervivencia de una tradición muy española de correr toros en sus diferentes modalidades durante las fiestas del Corpus Christi. De hecho, en Benavente hay documentos que atestiguan la existencia de juegos con toros para las fiestas del Corpus desde mediados del s. XV. Se lee en uno de ellos: “A los hombres que llevaron la maroma al buey de la víspera del día del corpus”, según cuenta Juan Carlos de la Mata Guerra en el libro que escribió sobre los “Antecedentes, origen y evolución: La fiesta del toro enmaromado de Benavente”.

En el siglo XVII se mencionan expresamente los gastos generados en la función en la que participa un “buey enmaromado”. La alusión a un “buey” debe entenderse en el sentido admitido por el diccionario y las normas de la tauromaquia, en las que esta expresión alude o a una res del país o a una de medio trapío, con menos bravura y más apta para regocijos públicos. Los toros ensogados o enmaromados se conocen desde antiguo; hay testimonios en España desde el s. XIII, referidos a corridas que se hacían con motivo de bodas o nacimientos de personas de importancia. Tenemos noticia del celebrado en Toledo con motivo del nacimiento de Felipe IV, en 1605. El toro enmaromado dentro del Corpus es un ejemplo más de la exaltación de esta fiesta a través de elementos profanos. No es el único que se conserva.

En Allariz (Orense) hay un “boi da corda”, y en Portugal, en Ponte da Lima, una “vaca das cordas” que se corren en el Corpus. Los toros ensogados fueron prohibidos en la Novísima Recopilación de las Leyes de España, porque se habían constituido en un abuso en los pueblos del reino, y porque eran peligrosos y causaban muchas muertes.

El toro enmaromado en Benavente es un rito interiorizado por los vecinos como base de su identidad, omnipresente en su imaginario étnico. Por eso, los jóvenes sueñan con la celebración, porque todos quieren acercarse lo más posible a la res, y llevar la maroma, aunque solamente sea durante un corto espacio.

Aunque esta fiesta está recurrida y puesta bajo sospecha por colectivos animalistas, los vecinos aseguran que el toro no sufre, porque durante el recorrido se hacen varias paradas para que descanse el animal descanse, sin el agobio de la gente que tiene prohibido molestarle; porque no se lo somete a vejaciones, y porque no se sacrifica en público, sino en el matadero con todas las garantías que marca la ley de protección de los animales.

Las fiestas de Benavente son participativas y participadas por todo el pueblo a través de las peñas que se aglutinan en torno a una Coordinadora de Peñas, y consiguen crear un ambiente que atrae a gente de todo el noroeste hispano. El toro enmaromado es un festejo que representa el pasado y el presente de una ciudad que vive sus tradiciones ancestrales, a la vez que lucha por mantener la prosperidad de la que goza desde hace varios siglos. Una envidiable simbiosis entre la tradición y el presente que promete grandes frutos patrimoniales para el futuro.

tracking