Diario de Valladolid

DE FIESTA EN FIESTA

La fiesta del botillo

Bembibre, capital del Bierzo Alto, es una villa con un potente atractivo turístico, que se puede visitar cualquier día del año, sin que defraude al turista. La visita a la Villavieja, antiguo asentamiento medieval de la población, se completa con los restos del casco histórico donde destaca la Plaza Mayor, en la que la iglesia luce en medio rodeada por soportales, como ocurría en los templos medievales extramuros y ermitas que reunían mercados semanales. Este espacio es un testimonio histórico de primer orden que no se debe minusvalorar a la hora de poner en valor el patrimonio cultural del Bierzo. Ofrece también un cuidado museo que recoge y expone, con métodos muy actuales, la riqueza cultural de la comarca. Desde la atalaya de lo que pudo ser el palacio del legendario Ávaro Yáñez, Señor de Bembibre, se descubren las maravillas paisajísticas del valle del Boeza, y otros pequeños y recónditos valles que rodean a la villa.

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Redacción de Valladolid
Valladolid

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Desde este privilegiado lugar, aparece en primer plano el Santuario del Ecce Homo, conocido vulgarmente como El Santo, que nos saluda a la entrada y nos invita a pasar para conocer la intrahistoria de una villa que funciona como cabecera de comarca, y de arciprestazgo. Un ejemplo de religiosidad popular donde el templo polariza la devoción al Cristo atado a la columna, cuya fiesta se celebra el 14 de Septiembre. Tiene la particularidad de que, cada siete años y con el consenso de la Cofradía que vota en cabildo su salida, va a la iglesia parroquial para ser venerado por los devotos. Tiene el título de patrono del Bierzo Alto y del arciprestazgo del Boeza; por eso, tanto en la procesión de ida como en la de vuelta, es acompañado por las cruces procesionales y los pendones de todos los pueblos, en un acto de convivencia comarcal de grandes dimensiones. Fue en una de estas celebraciones cuando surgió la idea de crear la Fiesta del Botillo.

El botilllo es un embutido que se prepara con huesos, no exentos de carne, de espinazo, costillas y rabo de cerdo adobado con mucho pimentón picante o dulce, tradicionalmente con el primero, sal, orégano y algo de vino blanco que se hace en el Bierzo en la época de la matanza. Se embute en una tripa gruesa o en la vejiga del cerdo, y se cura al humo. Se consume acompañado de berza y cachelos, patata cocida, que matiza y contrasta el sabor del embutido. Es una fiesta de sabor para los sentidos a la vez que una comida contundente. Se consumía en época de matanza, pero era típico asociarla a una fiesta familiar o de amigos en época de carnaval o de Navidad.

El sábado 23 de Febrero, como viene siendo costumbre a final de este mes, Bembibre celebrará el que ya hace el número XLVII de su Festival Nacional de Exaltación del Botillo. La fecha precisa depende de cuándo caiga el carnaval, que, a su vez, depende de cuándo se fije la Pascua; o sea, que el mayor evento festivo lúdico gastronómico de Bembibre depende directamente del plenilunio de primavera. Desde hace muchos años, los responsables del festival decidieron fijar una fecha que, desde el inicio, funciona en rojo en el calendario, con el valor de las más preciadas onomásticas. Dictaminaron, como sólo pueden hacerlo los responsables de una liturgia popular, que desde ese momento y en adelante, por los siglos de los siglos, el Festival Nacional de Exaltación del Botillo se celebraría «el sábado anterior al sábado de carnaval». Pero claro, como en toda religión que se precie, las normas, por muy sagradas que sean, están para saltarse, siempre que un parecer superior lo justifique. Y como donde hay capitán, no manda marinero, el año 2005 se adelantó al 22 de Enero, porque la entonces Ministro de Cultura, elegida moderadora del festival, tenía otras cosas más importantes que hacer el famoso sábado. Pero si prescindimos de estos peccata minuta, puras concesiones a la flaqueza y debilidad humana, que se justifican porque, como está escrito, no se hizo el hombre para el sábado sino el sábado para el hombre, la fecha es más o menos inamovible, e introduce, a modo de pistoletazo de salida, los carnavales que en esta villa se han celebrado, y siguen celebrándose, con gran pompa de disfraces, comilonas, charangas, música y bailes.

Es un festival cultural en el más amplio sentido del término, y que a su vez perpetúa la intención de los fundadores de apoyar los aspectos gastronómicos y culturales de Bembibre y, con ellos, todos los bercianos. Como lo demuestra el hecho de que con mucha antelación se han convocado un premio literario y un concurso de carteles. El ganador se hará omnipresente durante toda la semana, permanecerá en el recuerdo de los bembibrenses y pasará a los archivos de la historia local. Cada convocatoria se acompaña de una Semana Cultural temática relacionada con la historia arte y tradiciones del Bierzo. Este año han elegido el Camino de Santiago en su relación con Bembibre. Ayer se inauguró la feria agroalimentaria, que se clausurará mañana domingo, y que cuenta con expositores de toda España. La Semana Cultural, como manifiesta Manuel I. Olano Pastor, en su libro monográfico ‘Memoria histórica del Festival Nacional de Exaltación del Botillo de Bembibre’, potencia los valores literarios, folklóricos y tradicionales, recuperando, cada año, matices que contribuyen a enriquecer el patrimonio inmaterial de la comarca.

Es, sin duda alguna, el festival gastronómico más importante en Castilla y León, por su antigüedad; nació cuando esto no se llevaba. Es uno de los primeros eventos de exaltación de un producto típico comarcal. Figura señera de la bercianidad, que se puso de moda con la colaboración de prohombres bercianos como Luis del Olmo, quienes además lograron sacar su consumo de una estacionalidad invernal tradicional y promocionarlo incluso en los días más calurosos del verano

Los fundadores, sin saberlo, o conscientemente, crearon un evento gastronómico antes de que la gastronomía se convirtiese en recurso patrimonial. Se adelantaron a su tiempo. Los grandes fenómenos culturales y de masas no suelen tener comienzos rimbombantes, pero, en cuanto populares, siempre han sido apadrinados en su nacimiento por personas ilusionadas con su tierra, lo que les da fuerza para recuperar vivencias, y adecuarlas a los tiempos modernos insuflándolas espíritu de futuro.

La fiesta del botillo consiguió la proyección que tiene en este momento porque su consumo tenía connotaciones festivas. El botillo, si bien era un subproducto del cerdo, hecho para aprovechar hasta lo último del animal en la matanza, sin embargo el consumo estaba ligado a una fiesta familiar. Cuando en cada matanza se producía uno, o en ocasiones dos, se consumía en días especiales, con motivo de alguna celebración compartiéndolo con familiares y amigos. La invitación obligaba a una reciprocidad, creándose redes que potenciaron grupos para el comensalismo, muy activos durante todo el invierno, incluido el carnaval.

Hace ya varios años que las fiestas del botillo rebasaron los límites comarcales, e incluso los provinciales, para convertirse a su vez en marcadores identitarios de primera clase en los centros leoneses en el resto de España y en el extranjero. Junto al cocido maragato es el centro de la nueva identidad leonesa en la diáspora.

En sus inicios, el festival oficial del Botillo, que apostó por mantenedores de renombre, políticos de primera fila y personajes famosos, contó con la réplica de un denominado botillo popular. Tuve la suerte de conocer desde dentro el de 1980. Se trataba de un botillo paralelo, juvenil, proletario y contestatario. Con una hoguera como centro de la fiesta, viandas a buen precio de cuidada calidad, pero sobre todo con una animación espontanea envidiable. Con música de flauta y tamboril, canciones populares e himnos reivindicativos rescatados de a memoria de generaciones que habían vivido otros tiempos. Estas fiestas paralelas contribuyeron a rescatar y reforzar muchos y buenos elementos de la cultura tradicional berciana que andando el tiempo se incorporaron a La Fiesta.

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