Un Nacimiento entre viñas
Bodegas Sinforiano exhibe un Belén artesano centrado en el mundo del vino

Barricas, depósitos de hormigón y uvas, decoran el pesebre del Niño Jesús.-EL MUNDO
El bouquet del vino tiene aroma de historia. Bebida de reyes, de dioses y del pueblo llano, tiene la capacidad de viajar en el tiempo. Desde un pesebre de Belén hace más de 2.000 años hasta la localidad vallisoletana de Mucientes, donde entre viñas se esconde un espectacular Nacimiento artesano, el que desde hace más de una década construyen en Bodegas Sinforiano.
En territorio de la Denominación de Origen de Cigales, los Reyes Magos no siguen una estrella, sino el aroma de un vino, eje central de un Belén de 12 metros cuadrados que se ha convertido en el pequeño tesoro escondido de la bodega vallisoletana.
El Belén de Bodegas Sinforiano mantiene la esencia de éste clásico navideño, pero sus raíces están regadas por la tradición de la tierra. La ermita de la Virgen de la Vega se erige en lo alto de esta pequeña obra de arte hecha a mano por uno de los hijos de Sinforiano Vaquero y Daniela Gómez, Sergio Vaquero.
«Quería mostrar en el Belén todo lo que he visto desde pequeño», reconoce el autor, que desde niño ha bebido de la tradición vinícola de su familia. Generación tras generación el vino ha sido un miembro más de la vid genealógica de los Vaquero, algo que está latente en cada rincón de un Nacimiento que tarda más de 12 horas en montar cada Navidad.
Una viga romana fue la primera piedra colocada en un proyecto que mira al pasado para mostrar el presente. De esta manera, Sergio Vaquero, subraya la presencia de una alquitara ecomo la que usaba su abuelo para destilar el licor.
Hace 2.000 años, los viñedos ya decoraban el paisaje de la lejana Belén como lo hace en la representación levantada en las bodegas, donde lucen dos de los momentos más especiales del año en una localidad donde el vino gobierna: la vendimia y la preparación del viñedo con el podado, el sermentado y el arado.
Cada rincón de esta construcción esconde un pequeño guiño al vino. Desde cuatro ciudadanos jugando al mus mientras que riegan la partida con el porrón al trabajador construyendo a mano una barrica. En el paisaje no podía faltar una zona de bodegas como las que forman parte del paisaje de la región. Sin embargo, la joya de la corona se guarda en el pesebre donde nació el niño Jesús. Allí, San José, porrón en mano, brinda por el alumbramiento y al buey y la mula les acompañan dos depósitos de hormigón y una prensa. En el suelo, uvas, el oro de esta tierra. Los Reyes Magos eso sí, no llevan un blanco, un clarete y un tinto; son fieles al oro, el incienso y la mirra.
Sergio Vaquero asegura que esta tradición que comenzó en casa de su madre cuando era un niño y que llevó a un nuevo nivel en 2008, en la nueva bodega, no tiene más afán que el de alegrar la vista al que se quiera acercarse : «Mi hermana y los trabajadores me han dicho que por qué no lo presentamos a algún concurso, pero yo no lo hago por ganar», asegura. Al tiempo que anuncia que la próxima gran obra que saldrá de sus manos (con las que elabora con poliespán y escayola) será la Iglesia de Mucientes. El lazo de un regalo para la vista que estará abierto al público hasta mediados de enero.