Diario de Valladolid

Pisuerga, agua para buceadores

El río acoge la rememoración de la primera inmersión prolongada de la historia, ocurrida en 1602 / La Asociación espera contar en el futuro con «una concentración de buzos»

Recreación de la primera inmersión de buzeo con respiración artificial de la historial.-PABLO REQUEJO / PHOTOGENIC

Recreación de la primera inmersión de buzeo con respiración artificial de la historial.-PABLO REQUEJO / PHOTOGENIC

Publicado por
Miguel Ángel Ruipérez

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«Ojalá sea el origen de una futura concentración de buzos, al igual que ocurre con Pingüinos». Esta fue la reivindicación y el deseo del presidente de la Asociación de Amigos del Pisuerga, Luis Ángel Largo, minutos después de que tuviera lugar la recreación de la primera inmersión prolongada de un buzo en el mundo en las Tenerías del río Pisuerga.

Largo sostuvo que este tipo de iniciativas «también sirven para reivindicar la importancia del río» en la ciudad, donde «un 80% de los jardines se riegan con el agua del Pisuerga».

Preguntado por el mismo acontecimiento que tuvo lugar el 2 de agosto de 1602, el presidente de la asociación reconoció que «poca gente podría imaginarse que la primera inmersión se realizara en tierras del interior, pero así fue».

Sobre la evolución que ha sufrido el mundo del buceo, Largo apuntó que «hasta poco se suministraba aire desde unos fuelles o unos sistemas que le llevaban el aire al buzo». Con respecto al desconocimiento generalizado que había hasta el momento del hallazgo y el acontecimiento que vivió la ciudad de Valladolid a principios de 1600, Largo se lamentó porque durante tantos años haya permanecido oculto y esperó que, gracias a esta recreación, se pueda «dar a conocer y llegar a más gente».

Por su parte, el buceador profesional encargado de llevar a cabo la inmersión, Javier Marqués, se mostró satisfecho con el desarrollo de una actividad que no le resultó «agobiante» ni le requirió «mucho esfuerzo», gracias a su condición de buceador profesional. Además, reconoció que no cree que «vaya a volver a realizar una inmersión tan segura» como la que realizó ayer en el río Pisuerga, ya que estuvo acompañado en todo momento por cuatro buceadores profesionales de la Unidad de Buceo de la Armada. No obstante, sí reconoció que «en aquella época pudo suponer un gran esfuerzo».

Marqués defendió la importancia del hito y lo que supuso para el buceo, ya que, hasta ese momento, «muchos buceadores bajaban con campanas de cristal y morían por el CO2», por lo que, «en cierto modo se inventó un buceo seguro que permitía sumergirse durante un tiempo indefinido», apuntó.

Uno de los buceadores profesionales que acompañó a Javier Marqués en la inmersión fue el buceador de la Armada José Luis Casado, quien se sintió «orgulloso» por poder haber formado parte de esta recreación y calificó de «temeridad» el acontecimiento original que tuvo lugar en la misma zona del río en 1602, «teniendo en cuenta los trajes y los materiales que se utilizan en el siglo XXI».

El traje de la recreación está basado en los diseños presentados en la época por el militar Jerónimo de Ayanz y por el ingeniero Beaumont y están registrados en la actualidad en el Archivo General de Simancas.

La historia de la primera inmersión prolongada de un buzo en el mundo

El 2 de agosto de 1602 tuvo lugar en Valladolid un hecho único: un hombre realizó en 1602 en el río Pisuerga, a la altura de Tenerías, la primera inmersión prolongada de un buzo en el mundo, logrando permanecer durante más de una hora bajo las aguas del río de la ciudad.

Se trató de la primera inmersión de larga duración documentada. El invento fue presentado por el militar Jerónimo de Ayanz ante Felipe III en Valladolid, siendo considerado por muchos el precursor del buceo del siglo XXI.

El Archivo General de Simancas tiene en la actualidad registrados los datos del traje que fue utilizado entonces; construido con piel de vacuno y con dos conductos que permitían la entrada y la expulsión del aire. Estos conductos partían de una escafandra primitiva que se conectaban a un fuelle ubicado en el exterior y que aportaba el aire.

Felipe III pidió a Ayanz que probara el invento; el militar estuvo durante más de una hora en el agua y reconoció ante el rey que podía haber estado tanto tiempo como le permitiese «la frialdad de ella y el hambre».

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