Diario de Valladolid

‘Okupas’ de cinco estrellas

El colectivo ‘La Molinera’ lleva dos semanas ocupando el antiguo Marqués de la Ensenada para que se convierta «en un espacio vivo» donde se realicen actividades culturales

Víctor Sánchez, en la entrada del antiguo hotel. La pared podría utilizarse como un rocódromo.-J.M. LOSTAU

Víctor Sánchez, en la entrada del antiguo hotel. La pared podría utilizarse como un rocódromo.-J.M. LOSTAU

Publicado por
Alba Camazón

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Primero fue una harinera decimonónica. La Fábrica de Harinas ‘La Perla’ se contruyó sobre el Canal de Castilla y logró sobrevivir al incendio de 1912 que destruyó parte del edificio. Convertido en el hotel Marqués de la Ensenada en 2008, el único de cinco estrellas de la capital vallisoletana, el inmueble es abandonado de la noche a la mñana en enero de 2017, con un propietario que deja tirados a clientes y trabajadores y se da a la fuga.

El vandalismo y la adicción reinan en el inmueble durante un año. Destrozos, basura, alcohol y jeringuillas son los inquilinos del antiguo hotel hasta que el colectivo La Molinera dice ‘basta’ y decide ocupar el edificio «para que deje de ser un esqueleto vacío» y se convierta de nuevo «en un espacio vuivivo y en un proyecto útil para los barrios de alrededor».

En un ambiente afable y trabajador, el grupo va limpiando, una a una, las cinco plantas de la antigua harinera. «Esta semana hemos empezado a limpiar el sótano y la segunda y tercera planta», explica a este diario uno de los portavoces del colectivo vallisoletano, Darío López.

Las habitaciones y salones todavía no están impolutos, y sus nuevas funciones, aún no están completamente decididas. Estos ‘okupas de cinco estrellas’ han recibido numerosas propuestas, pero todavía no han decidido cuáles se ejecutarán. Lo que sí tienen claro es que habrá una biblioteca que aceptará donaciones de todo aquel que esté interesado, aunque primero necesitarán elegir el espacio y dotarle de un mínimo mobiliario como unas sillas o unas estanterías donde atesorar las historias y aventuras encuadernadas.

El resto de ideas aún están en el aire: un cine fórum, un pequeño rocódromo, una sala de estudio, talleres culturales, gastronómicos o incluso de autoempleo. «S i necesitas un espacio, aquí tienes las puertas abiertas», asegura otro de los portavoces, Víctor Sánchez.

El centro social ya ha abierto sus puertas, aunque no del todo. Aparte del ‘tour’ para curiosos y viandantes que organizó La Molinera hace dos semanas, el colectivo ha abierto sus puertas al mundo de la cultura, de la música, ilustración, teatro, escritos e incluso a gestores culturales.

En el antiguo comedor de El Maqués de la Ensenada, y sobre unas sillas de plástico que nada tenían que envidiar a las de medallón estilo Luis XVI que antes adornaban el hotel, los más implicados en la cultura debatieron sobre el proyecto de La Molinera y fijaron una nueva cita para debatir sobre un manifiesto de apoyo: el 31 de julio.

La autogestión es también una parte esencial del centro social que todavía crea polémica entre la ciudadanía. «Es la mejor manera de mantener nuestra autonomía ante instituciones e intereses privados», reza el manifiesto de La Molinera, pegado a la chapa que el Ayuntamiento puso en las ventanas del edificio.

La fachada también ha tenido en los últimos días un nuevo ‘inquilino’, unas pintadas ofensivas que los miembros de La Molinera han decidido tapar con pancartas en blanco. La pintura verde ya está comprada, pero todavía no han cogido los rodillos ni las brochas. El colectivo está valorando contactar con el Ministerio para poder pintar.

Como el antiguo hotel está localizado sobre el Canal de Castilla, Bien de Interés Cultural, el Ministerio de Cultura y Deporte tiene las competencias sobre él. Sin embargo, la cartera de José Guirao todavía no se ha pronunciado sobre la ocupación del edificio ni las pintadas que han aparecido sobre la fachada.

Esta era una reacción esperada por los integrantes del proyecto, toda ocupación que se precie nace entre polémicas, críticas y halagos. Si no, sería un centro cívico municipal, a lo que se niega ‘la Moli’: «La ocupación es consustancial al proyecto. Es una crítica directa al modelo económico, político, social y cultural hegemónico».

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