LA ESPUELA. FERNANDO FREYRE / COORDINADOR DE BIBLIOBUSES DE LA DIPUTACIÓN DE VALLADOLID
«Recomiendo leer ‘Patria’ de Aramburu, somos un país que olvidamos el pasado»
Más de media vida entre kilómetros y libros. Este vallisoletano de 60 años es el encargado de coordinar los bibliobuses que acercan lectura a los pueblos de la provincia desde 1986. Un saco de experiencias pero sobre todo de vivencias humanas que destaca los valores de todos los usuarios. Y no, no es reacio al libro electrónico, pero prefiere seguir sintiendo el papel en sus manos, y si es en formato de bolsillo, «mucho mejor».
Pregunta.- Lleva una vida sobre ruedas.
Respuesta.- Así es y ya son 32 años desde que nació este servicio y aquí estamos. Los primeros años hacíamos todos de todo, ahora ya solo me dedico a la labor bibliotecaria que es la que más satisfacciones me proporciona.
P.- ¿Qué tiene de bibliotecario y qué tiene de autobusero?
R.- Tengo más de lo primero por la formación. El estar todo el día en la carretera tiene su lado muy bueno y algunos malos, pero en el fondo siempre está la labor bibliotecaria.
P.- ¿Qué libro es el que sigue tiendo más recorrido?
R.- El de Ken Follet, Los Pilares de la Tierra, tiene muchos kilómetros. Cualquiera de Miguel Delibes y El Quijote. Va según las modas y dependiendo de los premios o cosas que salen en la televisión.
P.- ¿Qué libro lo lanzaría por la ventana?
R.- Pregunta difícil (se lo piensa). Yo no mandaría ninguno por la ventana. Sí es verdad que algunos no los recomiendo, pero en ocasiones es por una mala traducción. Pero lanzarlo por la ventana nunca, porque quizás haya una persona que le parezca interesante.
P.- ¿Incluso el de Belén Esteban?
R.- Ése te lo pueden pedir, pero no lo van a encontrar. Es una literatura pasajera que no merece la pena, creo que es mejor adquirir libros de mayor recorrido. A mí no me interesa la vida personal de nadie.
P.- ¿Qué recomienda leer ahora?
R.- Patria de Fernando Aramburu, Premio Nacional de Narrativa. Somos un país donde olvidamos muy rápidamente nuestra historia. Vivimos una etapa convulsa con mucha mentira y le recomendaría porque he vivido muy cerca ese problema.
P.- ¿Se lo recomienda a Puigdemont?
R.- Dudo de que tenga capacidad para entenderlo. Es un personaje que no me simpatiza. He vivido en Cataluña y conozco bien el tema. Gente torpe la hay en todos los sitios. Para el público en general sí lo recomiendo, porque en Euskadi ahora se vive tranquilamente, pero hay gente que ha sufrido mucho, y ahora se les da prioridad a los que han apretado el gatillo.
P.- Pues dice Google que el primer bibliobús se puso en marcha en 1938, en plena Guerra Civil, por el ‘servei de biblioteques del front de la Generalitat catalana’ para llevar libros a las trinchera.
R.- Puede ser. Yo conozco los de Alemania. Son espectaculares. Con todo tipo de detalles. Es otro mundo. Seguramente sea más rentable mantener un bibliobús que una biblioteca. Los alemanes hilan fino.
P.- ¿Qué libro le sugiere a los políticos?
R.- Alguno de honradez.
P.- ¿La peor excusa que le han puesto para no devolver un libro?
R.- Un ganadero de un pueblo me vino y me dijo que se le había comido el burro. (risas) Pero por supuesto que repuso el libro y fue objeto de risas mutuas. Me gustó su sinceridad.
P.- ¿Alguna anécdota más que contar?
R.- Alguna no se puede ni contar (risas), aunque los niños me hacen siempre chantaje para poder llevar más cuentos a casa.
P.- Las bibliotecas fijas tienen nombre, pero las móviles no. ¿Cuál le pondría usted?
R.- Nunca lo he pensado, pero no estaría mal que el mío que recorre toda la Tierra de Campos, pues se llamara así.
P.- ¿Le han puesto alguna multa de velocidad?
R.- En el bibliobús no porque no soy el conductor, y a mis compañeros creo que tampoco.
P.- ¿Es muy severo con los usuarios que no devuelven los libros?
R.- Multas de dinero no ponemos, pero entendemos lo que puede suceder en un pueblo. No les riñes porque siempre tienen razones, nunca excusas. Por ejemplo un día que tenía visita al médico, un día de llovía, de nieve. La gente cumple.
P.- ¿En el mundo rural se vive a otra velocidad?
R.- Yo soy de Cubillas y eso me ayuda a encontrarme muy a gusto. Se vive con otro ritmo, pero lo que tengo claro es que te reciben con mucho más cariño.
P.- ¿Ha echado el freno de mano la lectura?
R.- Creo que no, pero el que lee ahora lo hace de verdad. Tengo muchos lectores fijos que no faltan a su cita. Si visitamos el pueblo 20 veces, viene las 20.
P.- ¿Más que bibliotecario se siente un confesor?
R.- En mi caso sí. Es casi mi familia. Gente que conozco desde hace 30 años y de la que ya conoces hasta intimidades. Trato con personas mayores que sus hijos no van a verles y me usan para desahogarse.
P.- ¿Ha cambiado el perfil?
R.- Ha cambiado porque la realidad ha cambiado. Cada vez hay menos niños en los colegios, incluso algunos ya ni tienen, pero eso nos ha permitido que haya más socios que se acerquen al bibliobús. Lo mejor es el trato, yo tengo usuarios de hasta 90 años y algunos desde que comenzó el servicio.
P.- ¿Usted va a los lectores o los lectores vienen a usted?
R.- En los colegios nosotros vamos de lleno y los adultos vienen a vernos. Si algo bueno tiene el bibliobús es que pone a la gente del mundo rural un poco más cerca de los beneficios que tenemos los de la ciudad.
P.- ¿Cómo ve el futuro de las bibliotecas en España?
R.- Bien. Cada vez se va a leer más. Hay que estar muy informado, pero la televisión y el periódico no son suficientes, porque ya sabes lo que te vas a encontrar. El libro lo eliges tú para disfrutar y evadirte.
P.- ¿Cuál sería la biblioteca perfecta?
R.- Todo viene condicionado por el tema económico, que es básico y por el volumen de público. Perfecta no puede existir porque los gustos son diferentes. Un bibliobús no puede estar especializado como puede estarlo una de una Facultad.
P.- Siempre me imagino a un bibliotecario como una persona seria y con malas pulgas.
R.- Eso no es así. Yo no sé el resto, pero yo soy simpático y para mí ya te digo que esto es como una pequeña familia. El trato es exquisito y siempre te ofrecen su casa. Es algo que me motiva mucho.
P.- ¿Qué tiene usted de ratón de biblioteca?
R.- No tengo yo nada de ese mito. Lo único que tengo son secretos y complicidades con usuarios. Me acuerdo de Julia y de José, un matrimonio de Herrín de Campos, de Elena, de San Cebrián, que está en una residencia, de Francisco de Aguilar de Campos, de Herminia de Urueña, que todos los días me trae un caramelo. Toda esta gente te hace que nunca puedas ir enfadado a tu trabajo.
P.- Lo peor es comprobar que alguna persona mayor ya nunca podrá devolver el libro...
R.- Si tienes dolor por cosas que se van es porque las has vivido. Me quedo con la experiencia de conocer a gente con esos valores.
P.- ¿A dónde le gustaría llevar este bibliobús que no haya llegado?
R.- En la provincia de Valladolid llegamos a 174 pueblos, pues a todos los restantes.
P.- ¿Cómo ligan los bibliotecarios? ¿Tirando los tejuelos?
R.- (Risas). No sé si se liga o no, pero la verdad es que sí se hacen muy buenas amistades.