Puente carga contra la CVE y la acusa de «confundir» con el soterramiento
Compara la negativa de la patronal a subir salarios con la falta de fondos para la operación ferroviaria
El alcalde de Valladolid, Óscar Puente, cargó ayer contra la patronal vallisoletana y aseguró que «así como ellos no tienen dinero para incrementar los salarios, nosotros no lo tenemos para realizar el soterramiento». De este modo, el regidor respondió a las declaraciones de la presidenta de la Confederación Vallisoletana de Empresarios, Ángela de Miguel, que, el pasado martes, criticó la integración en superficie por la que he optado el Ayuntamiento y manifestó que enterrar las vías podría ser asumible para las arcas municipales y supondría una inversión a largo plazo.
«Querer no es poder», reflexionó Puente en declaraciones a este diario. «El soterramiento cuesta 1.100 millones de euros, una cantidad que no podemos asumir ni nosotros ni el resto de instituciones implicadas en la sociedad Valladolid Alta Velocidad», reconoció el regidor, quien expresó su malestar por la comparación que la presidenta de la patronal realizó entre la negativa del Consistorio a asumir el coste de la integración subterránea de las vías y la voluntad de remunicipalizar el servicio del agua.
«Aquí están mezclando cuestiones que no tienen ninguna relación y jugando a confundir a la opinión pública», manifestó Puente. «No es que haya dinero para el agua y no para el soterramiento», argumentó para, después, añadir que la gestión del agua «no va a suponer ni un céntimo de gasto para elAyuntamiento, sino que se va a financiar con su propia recaudación».
El regidor explicó que, a partir de junio, los beneficios que se obtengan por el cobro de las tasas del agua «no irán a una empresa privada sino a renovar la red de saneamiento de Valladolid, que está completamente obsoleta como se puede observar en los continuos reventones que se producen casi cada semana». «La remunicipalización no conlleva endeudamiento; el soterramiento sí», concluyó Puente.
La CVE, en palabras de su presidenta, calificó el fin de soterramiento como una «apuesta de futuro perdida» y denunció que la opción escogida por el Ayuntamiento era «más de lo mismo» y no sólo «no resolvía el problema» sino que «imposibilitaba que el futuro pudiese llevarse a cabo la integración subterránea de las vías del tren», un proyecto que «dinamizaría y redefiniría la ciudad»