Diario de Valladolid

Las pizarras conviven con los almuerzos

‘Compartiendo en verano’ lleva una alimentación saludable a 143 escolares

Un grupo de niños de los comedores escolares juega en el patio del colegio Entre Ríos.-PABLO REQUEJO

Un grupo de niños de los comedores escolares juega en el patio del colegio Entre Ríos.-PABLO REQUEJO

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SARA DEL CASTILLO
Valladolid

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Teresa reparte folios y los niños se sientan a pintar. Monitora desde los 25 años, continúa con esta labor a sus 59, tarea con la que se siente feliz. A un lado del pabellón, una mesa con una jarra de agua y vasos; al otro, los niños sentados con las pinturas. El caos aparece por momentos cuando los balones vuelan por los aires. Es el ambiente que se respira en el colegio Entre Ríos, en el barrio de La Rondilla.

Este es uno de los tres centros vallisoletanos que forman parte del programa ‘Compartiendo en Verano’, implantado por segundo año para garantizar una buena alimentación a los niños. A la iniciativa se suman los colegios de educación infantil y primaria Miguel Hernández, María Teresa Íñigo de Toro y Allué Morer, en Pajarillos, Huerta del rey y Las Delicias, respectivamente. Este verano tiene horarios más flexibles para mejorar la conciliación laboral de los padres.

Organizado por la Concejalía de Educación, Infancia e Igualdad, el proyecto incluye servicio de comedor y animación sociocultural.

La máxima responsable del área, la socialista Victoria Soto, acudió ayer al colegio Entre Ríos, donde el pasado día 1 se reabrieron las puertas, que no cerrarán hasta el 31 de agosto.

«Pensamos que necesitan comer en la escuela para hacer lo que estaban haciendo a lo largo del año, comidas saludables y sanas. Aquí no tenemos niños desnutridos, estos niños comen todos. El problema es que muchos, si no vinieran al comedor escolar, no tendrían una comida de carne, de pescado, de frutas o de verduras con regularidad. Por eso queremos que esto se siga haciendo en verano», explicó Soto, al relatar que algunos niños, el año pasado, contaban que tomaban un bollo o una bolsa de gusanitos para cenar.

Con una media de 30 niños por centro, el Ayuntamiento aprobó un presupuesto de 56.000 euros para un proyecto que cuenta con 150 plazas. De ellas, 143 están ocupadas y siete están pendientes de asignación a falta de la evaluación de los alumnos que lo han solicitado.

Las comidas atienden las necesidades específicas de cada escolar, ya sea por religión o salud. Los niños entran a las 11 horas y a las 15,30 vuelven a sus casas. En este tiempo, reciben el desayuno nada más llegar. Y es que, el año pasado, muchos niños llegaban al colegio sin haber tomado la comida más importante del día.

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